El invierno se hace más crudo con leña y gas envasado

Cuando las temperaturas comienzan a ser bajo cero los que no reciben el servicio por redes deben ingeniárselas y gastar lo que no tienen para cocinar y calentarse.

El invierno todavía está lejos, pero los primeros avisos del termómetro ya obligan a tomar recaudos y hacer cuentas porque el costo de la calefacción es un desafío a la economía de miles de familias.

En especial se hará sentir en los miles de hogares que no tienen gas natural y que deben recurrir a las garrafas y a la leña.

El plan Calor es una herramienta clave en los barrios de menores recursos y es organizado por los municipios, con aportes de la provincia, y con la participación de los centros de articulación territorial y las juntas vecinales.

La veda de conexiones de nuevos usuarios a la red de gas, que comenzó hace cuatro años en las ciudades cordilleranas, se extenderá por lo menos hasta 2019 cuando –luego de varias promesas incumplidas– debería quedar inaugurada la ampliación del gasoducto.

El intendente de Bariloche, Gustavo Gennuso, admitió que hasta entonces la inversión en el plan Calor debe ser mayor cada año y se lamentó de que la participación provincial es apenas simbólica. Según precisó, de la ayuda distribuida en Bariloche “el municipio cubre el 80% de los costos y el gobierno provincial el restante 20%”.

El secretario de Desarrollo Social, Carlos Sánchez, dijo que la experiencia de dar la opción de recibir garrafas a quienes lo prefieran dio malos resultados, debido a la falta de envases.

Ocurría con frecuencia que cuando el camión pasaba por determinado barrio, los beneficiarios que no tenían su garrafa vacía para el canje se perdían la ayuda. Y casi nadie contaba con una de repuesto para rotar.

Algunos llegaron al extremo de apurarse a vaciar su garrafa con la hornalla al máximo –cuando veían llegar el camión–, para no perderse la oportunidad.

El funcionario aseguró que el presupuesto alcanza para atender a unas 5.000 familias, con dos entregas de un metro cúbico a cada una. Por lo general la primera se programa para fines de mayo y la otra entre julio y agosto.

Sánchez señaló que, además de la dificultad operativa con las garrafas, decidieron dar prioridad a la leña porque los vecinos la prefieren debido a “una cuestión cultural”. En ninguna casa de los barrios sin gas falta un buena salamandra o al menos un tacho improvisado para calentar los ambientes.

Los barrios que tienen mayor números de anotados en el plan Calor son Nahuel Hue, Nuestras Malvinas, la toma 29 de Septiembre, la toma Mocciola, y en la zona oeste Llanquihue, Don Bosco, Villa Los Coihues y Virgen Misionera.

Ese mapa cambia todo el tiempo. El barrio Unión, por ejemplo, fue durante años uno de los que más ayuda demandaba, hasta que la mayoría de los vecinos consiguió instalar el gas natural, gracias al plan Promeba.

Sánchez aclaró también, como lo hacían sus antecesores, que el plan Calor es apenas “un paliativo”. Una familia organizada puede estirar el metro de leña a una semana o algo más. Lo mismo con una garrafa de 10 kilos.

Por eso la preocupación corriente cuando la temperatura empieza a registra marcas bajo cero (como ocurrió estas últimas semanas) es cuánto costará calefaccionarse en los próximos meses.

La provincia participa con distribución de garrafas gratuitas y en algunos años ha entregado partidas de dinero para la compra de leña. Actualmente en la distribuidora más importante de Bariloche (representante de la bolsonés Coopetel) un cilindro de 10 kilos cuesta 240 pesos, y uno de 45 kilos asciende a 1.170.

Son precios de enero pasado y todos descuentan que en breve habrá aumentos, en paralelo con los que anunció el gobierno nacional para el gas de red.

La leña, en tanto, está entre 700 y 800 pesos el metro cúbico. “Pero en esta época no se consigue”, señaló la presidente de la junta vecinal de Pilar II, Nelly Muñoz.

La dirigente dijo que la llamada garrafa “social” es distribuida en forma periódica y cuesta 220 pesos. Señaló que el plan Calor “es muy importante, y más si lo distribuyen a tiempo”. Pero igual la gente tiene que procurarse otros medios para cubrir la necesidad de todo el invierno. En otras épocas eran muchos los que salían con carros para levantar ramas y restos de poda en las zonas forestadas que rodean a los barrios, pero esa práctica está en rápido retroceso. “Por lo menos en El Pilar ya no queda casi nada de leña”, dijo Muñoz.

Las 645 Viviendas

Un caso muy especial

El barrio 645 Viviendas está ubicado en plena Pampa de Huenuleo, y fue estrenado en 2014, con toda la instalación lista para el gas natural y la promesa firme de contar con ese servicio.

Pero la parálisis de las obras en el gasoducto troncal obligó a la provincia a garantizar la provisión continua de gas envasado para atender el enojo de las adjudicatarios, que hicieron valer su acuerdo: las casas se reciben con todos los servicios en funcionamiento.

Desde entonces la provincia distribuye periódicamente los tubos de 45 kilos manzana por manzana, casa por casa, en un operativo que para los vecinos es gratuito.

La idea inicial fue que no duraría más que unos pocos meses, pero la crisis del gasoducto se extendió y la provincia ya lleva gastados más de 40 millones de pesos en darles calor a estas familias.

Un buen aislamiento es el mejor aliado de la calefacción eficiente

A pagar

Las penurias de la garrafadependencia

La principal distribuidora de gas envasado se encuentra en Juan Herman y Neneo, en El Frutillar. Hasta allí se dirigen vecinos de varios barrios a reponer su garrafa. Algunos se mueven en auto o camioneta, otros las transportan en changos y hasta cochecitos de bebé.

El encargado del comercio, Daniel Lagrás, aseguró que la demanda por ahora es moderada, y que los precios están “a punto de aumentar”. Una familia promedio que necesita dos tubos de 45 kilos por mes para cocina y calefacción debe gastar hoy unos 2.500 pesos.

Lagrás admitió que la falta de envases “es un gran problema” y explicó que ellos no pueden obtener garrafas nuevas porque “sólo las puede mandar a fabricar alguien que tenga licencia”, por ejemplo la cooperativa Coopetel.

Dijo que el mercado de compra y venta de envases usados casi no existe.

Las pocas garrafas de 10 kilos que hay disponibles se cotizan entre los 1.300 y 1.500 pesos. Los cilindros de 45 kilos pueden costar más de 3.000 pesos.

Contar con dos o tres garrafas para rotarlas y tener reserva (el ideal de cualquier familia sin gas de red) es un objetivo casi imposible.

Datos

Cuando el gasto en calefacción se dispara y los números no cierran quedan pocas opciones a mano. Una de ellas es optimizar el aislamiento de la vivienda. El doctor en Física e investigador del Conicet Alejandro González difunde desde hace años técnicas baratas y accesibles para mejorar el aprovechamiento calórico.
Hace dos sábados brindó un curso gratuito sobre el tema en el centro comunitario del barrio Nahuel Hue, enmarcado en un proyecto de extensión de la Universidad del Comahue.
Explicó allí cuáles son los mejores aislantes o “abrigos” para techo y paredes, cómo colocarlos, qué hacer con los vidrios para evitar la pérdida de calor y cómo gastar lo menos posible.
“El cartón es muy buen aislante térmico, también la arena volcánica y el telgopor de los envases”, explicó durante el taller.
González aseguró que “la gente queda muy sorprendida ante lo que se podría hacer y no se hace”, especialmente porque no implica mayor gasto. “Por ejemplo algo tan simple como las ventanas que abren para afuera –explicó–. El viento contribuye a mantenerlas cerradas, evita chifletes y además se gana espacio adentro”.
2.500 pesos
puede llegar a gastar por mes una familia tipo por el gas envasado. Y sólo paga dos tubos.
1.500 pesos
puede llegar a costar el envase de una garrafa de 45 kilos, sin carga. Hay tan pocos en el mercado que se cotizan.

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