“El uso desfachatado del poder”

En nuestro ámbito de trabajo casi siempre hicieron un uso desfachatado del poder. Hay que entender que en una comunidad tan pequeña, tan carente de recursos y de ideas y tan dependiente de la agrupación mayor, no hay mucho para repartir. ¿Qué nos ofrecen? La autoridad sólo puede regodearse con revolver y redistribuir las pocas migajas que dejan los que tienen más masa. Aquí no hay brillantes proyectos institucionales adornados con verdes ni cargos directivos, docentes o científicos que lluevan desde el ministerio. Ni siquiera algún instrumentillo. Eso no existe. Todo sucede con cuentagotas. Es exiguo lo que se puede compartir. Y debido a unos pocos interesados. Ya que no hay nada demasiado valioso para repartir, ¿por qué el poder es ejercido en forma marcadamente insolente? ¿Malicia, ignorancia, soberbia, reminiscencias de un pasado no muy lejano? ¿Hay una explicación única? Improbable. Hay ingredientes de todo tipo. Además, un uso tan desvergonzado del poder sólo puede acaecer porque los copartícipes de turno son dominados por el miedo, la ignorancia (nuevamente), la desidia y quién sabe qué otras razones abyectas. ¿Desean ser serviles a la autoridad? Posiblemente así consigan algún puestito. Los acólitos no ejercen el poder directamente pero íntimamente creen que les han dado participación en la torta y se sienten con derecho a escarmentar a los que no comparten las ideas de la caterva de cómo debe manejarse el establishment. La combinación del uso grosero del poder, la permisividad de los melindrosos del entorno y un facilismo a ultranza han llevado a una completa decadencia. No hay ideas y las que surgen son perseguidas como en la época de la inquisición. ¡Garrote! Los que intentan superar el ocaso aportando sugerencias son ignorados absolutamente y se les asegura una pena mínima de 10 años de ausencia. El exilio entre paredes. Predomina la endogamia. Sin ideas nuevas, son siempre las mismas caras, los mismos diálogos repetidos en las mismas reuniones con atmósfera a Macondo. A pesar de las miríadas de reuniones y comisiones no aprendieron nada, sus decisiones son las más decadentes, las que tienen el menor sentido común. Éstas fueron objetadas, ignoradas y olvidadas incluso por sus compadres quienes, sorprendidos, no logran entender cómo su endogamia produce semejantes sandeces. No se asusten, ¡es lógico que no entiendan! Ustedes son los que tienen las colitas de lechón. Dueños de una docencia soporífera y olvidable, de elucubraciones que sólo tienen cabida en el congreso de Sanpedrito, dedican sus horas al mate y a la histeria. Su envidia se materializa a golpes de caprichos, propinando sanciones y castigos a los que no comparten sus divagues. Sus condenas, ajenas a todo rigor legal y moral, parece que sancionan a los forajidos, cuando en realidad reflejan la ignorancia y soberbia de los perpetradores del poder y sus amigos. Creen que la tinta en el papel tiene más validez que la realidad estampada en la memoria. La autoridad sólo puede dar recomendaciones de sensatez cuando es dueña de sustentos intelectuales, morales y éticos donde apoyarse. Caso contrario, hasta los bufones se ríen de la desfachatez del soberano. Daniel A. Gregori DNI 11.742.785 Neuquén

Daniel A. Gregori DNI 11.742.785 Neuquén


En nuestro ámbito de trabajo casi siempre hicieron un uso desfachatado del poder. Hay que entender que en una comunidad tan pequeña, tan carente de recursos y de ideas y tan dependiente de la agrupación mayor, no hay mucho para repartir. ¿Qué nos ofrecen? La autoridad sólo puede regodearse con revolver y redistribuir las pocas migajas que dejan los que tienen más masa. Aquí no hay brillantes proyectos institucionales adornados con verdes ni cargos directivos, docentes o científicos que lluevan desde el ministerio. Ni siquiera algún instrumentillo. Eso no existe. Todo sucede con cuentagotas. Es exiguo lo que se puede compartir. Y debido a unos pocos interesados. Ya que no hay nada demasiado valioso para repartir, ¿por qué el poder es ejercido en forma marcadamente insolente? ¿Malicia, ignorancia, soberbia, reminiscencias de un pasado no muy lejano? ¿Hay una explicación única? Improbable. Hay ingredientes de todo tipo. Además, un uso tan desvergonzado del poder sólo puede acaecer porque los copartícipes de turno son dominados por el miedo, la ignorancia (nuevamente), la desidia y quién sabe qué otras razones abyectas. ¿Desean ser serviles a la autoridad? Posiblemente así consigan algún puestito. Los acólitos no ejercen el poder directamente pero íntimamente creen que les han dado participación en la torta y se sienten con derecho a escarmentar a los que no comparten las ideas de la caterva de cómo debe manejarse el establishment. La combinación del uso grosero del poder, la permisividad de los melindrosos del entorno y un facilismo a ultranza han llevado a una completa decadencia. No hay ideas y las que surgen son perseguidas como en la época de la inquisición. ¡Garrote! Los que intentan superar el ocaso aportando sugerencias son ignorados absolutamente y se les asegura una pena mínima de 10 años de ausencia. El exilio entre paredes. Predomina la endogamia. Sin ideas nuevas, son siempre las mismas caras, los mismos diálogos repetidos en las mismas reuniones con atmósfera a Macondo. A pesar de las miríadas de reuniones y comisiones no aprendieron nada, sus decisiones son las más decadentes, las que tienen el menor sentido común. Éstas fueron objetadas, ignoradas y olvidadas incluso por sus compadres quienes, sorprendidos, no logran entender cómo su endogamia produce semejantes sandeces. No se asusten, ¡es lógico que no entiendan! Ustedes son los que tienen las colitas de lechón. Dueños de una docencia soporífera y olvidable, de elucubraciones que sólo tienen cabida en el congreso de Sanpedrito, dedican sus horas al mate y a la histeria. Su envidia se materializa a golpes de caprichos, propinando sanciones y castigos a los que no comparten sus divagues. Sus condenas, ajenas a todo rigor legal y moral, parece que sancionan a los forajidos, cuando en realidad reflejan la ignorancia y soberbia de los perpetradores del poder y sus amigos. Creen que la tinta en el papel tiene más validez que la realidad estampada en la memoria. La autoridad sólo puede dar recomendaciones de sensatez cuando es dueña de sustentos intelectuales, morales y éticos donde apoyarse. Caso contrario, hasta los bufones se ríen de la desfachatez del soberano. Daniel A. Gregori DNI 11.742.785 Neuquén

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