El viento se lleva cada año un millón de dólares

Proponen organizar su recolección a partir del cepillado del animal. La fibra cachemira de caprino alcanza cotizaciones muy altas. En Chos Malal esperan lograr la denominación en origen.

NEUQUEN (AN).- «Acá, todos los años el viento se lleva un millón de dólares en pelo de chivo ¿te parece que exagero? Es exactamente así, de acuerdo a la cotización del cachemira», asegura el ingeniero agrónomo Marcelo Pérez Centeno, experto en ganado caprino y con un máster en sociología rural.

Pérez Centeno habla desde Chos Malal y de los chivitos del norte neuquino. El hombre explica las bondades del cachemira, el pelo que producen estos animales criollos y que hasta ahora no tenía ningún tipo de aprovechamiento: «la potencialidad del producto es enorme. Hay que organizar la cosecha del pelo, que hoy se pierde arrastrado por el viento», apunta.

Ocurren cosas curiosas en esa parte de la provincia. A pesar de que chivo, como producto, está en alza, el futuro de los crianceros es una incógnita pues la provincia no ha definido una política que oriente a estos pequeños ganaderos trashumantes. Lo llamativo es que los chivitos se venden como pan caliente y que su pelo -otrora desdeñado- puede llegar a venderse a un valor que oscila entre los 30 y los 60 dólares el kilo. La esquila de los caprinos los dejaría en riesgo de muerte durante los días de frío por lo que la propuesta es someterlos a una cepillada en la época en la que pelechan.

Pérez Centeno dice que el problema de esta actividad «es que no va de la mano con las políticas que benefician a los sectores empresarios».

Se estima que el norte de la provincia de Neuquén hay unos 1.500 pastores, crianceros o arrieros que se dedican a la cría de chivos. Estos hombres y mujeres generan un ingreso económico genuino que en la última temporada llegó al 1.300.000 pesos, según los datos que maneja la municipalidad de Chos Malal.

«Hay años buenos y años malos pero no hay dudas de que ellos, los crianceros, constituyen el motor económico de la zona norte. Y este es un año bueno», afirma Miriam Barrionuevo, la secretaría de Producción de Chos Malal, que reivindica la actividad, objetada por la condición depredadora que se asocia al ganado caprino. Barrionuevo agrega información: en los últimos meses el matadero municipal faenó 30.000 chivitos que se han vendido por lo general en comercios del Alto Valle del río Negro y en Neuquén.

«El matadero es la garantía de sanidad que necesitan los productores para vender sus animales», explica.

Pérez Centeno y Barrionuevo están en la misma vereda y expresan similares preocupaciones, una de las cuales está directamente relacionada con el envejecimiento de los productores. Es que en los últimos años hubo una notable emigración de los jóvenes hijos de crianceros. Un dato: los hombres que guían sus piños por las altas montañas tienen entre 55 y 60 años.

Sucede que los jóvenes no se sienten reflejados en la actividad que durante los últimos 400 años llevan adelante sus familias. La falta de contenidos educativos adaptados a su realidad y los fenómenos de la comunicación con la televisión a la cabeza hacen que los muchachos vuelen con lo puesto hacia los centros urbanos, lo mismo que los hombres que viven del monte cuando las talas desnudan terrenos (ver aparte).

El experto de la Unión Mundial para la Naturaleza Jonathan Davis dice que en Africa hay experiencias por demás exitosas de actividades pastoralismo sustentable. Uno de los pilares «ha sido adecuar los contenidos educativos, para que los jóvenes se vean reflejados en lo que hacen sus padres», explicó Davis durante la reunión del Comité de Revisión de la Implementación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. La actividad pastoril móvil está siendo reivindicada no sólo en Africa sino también en Europa y Asia.

En este escenario, en Chos Malal imaginan estrategias de crecimiento.

«Queremos obtener la denominación de origen del producto 'chivito de Chos Malal' pero desde hace meses que estamos esperando una certificación de parte del ministerio de Producción de la provincia y así seguimos», se lamenta Pérez Centeno.

La denominación de origen les daría a los crianceros un plus que, por caso, elevaría la cotización del producto, que goza de gran prestigio en Río Negro y Neuquén y que bien puede ir más allá de los límites locales.

Pero no todas son flores para los chiveros del norte neuquino. Hay muchas ganas de correrlos de los campos que ocupan. Es que casi todos, a lo largo de cientos de años, se han valido de tierras fiscales que de la noche a la mañana pueden aparecer alambradas y quedar a nombre de conocidos vecinos de la región.

«Están los casos del juez de Paz (Sergio) Galavanesky, el de la abogada Ramona Parada y de otros conocidos, aunque Parada tuvo que devolver un campo de veranada a la familia Faundes gracias a un fallo judicial», advierte Pérez Centeno, que conoce al dedillo los rodeos y las piruetas que deben dar los pastores para ir o volver a las tierras de veranada.

 

RODOLFO CHAVEZ

rchavez@rionegro.com.ar


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