“Elsa Retzer de Jankowski: inmigrante que enorgullece la historia regional”

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La historia que hoy comparto es la de una inmigrante croata sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Su esposo, Enrique Jankowski, arribó a nuestro país luego de esa gran guerra y en Neuquén, junto con un grupo de ocho compatriotas, conformaron Casa La Octava, aquel inolvidable taller mecánico de la joven ciudad neuquina.

Gracias a la intercesión del recordado don Armando Vidal, quien trabajaba en distintos proyectos inmobiliarios, los polacos que iban llegando a Neuquén pudieron encontrar paz y futuro en estas tierras. A esos ocho polacos les alquiló el terreno en la calle Bahía Blanca y allí se inauguró el taller mecánico. José Wasilewski, Mariano Sobieralski, Bruno Marcinkowski (medico de profesión en Polonia), Enrique Jankowski, Mikolai, Mariano “el viejo”, para diferenciarlo del otro Mariano, el joven, y otros conformaron el taller que mencionáramos. Provenían todos de Inglaterra, donde algunos habían estado en la Fuerza Aérea inglesa como pilotos o mecánicos aeronáuticos.

En los comienzos, los polacos traían rollizos de madera de la cordillera a la ciudad de Neuquén capital en camiones; durante esos viajes, de a poco fue surgiendo la idea del taller. Enrique Jankowski era el vocero del grupo: hablaba y escribía siete idiomas. Cuando se disolvió el grupo, compró en 1948 un terreno en calle Bahía Blanca y Félix San Martín.

La historia que Elsa nos cuenta es digna de mencionar: dijimos que es sobreviviente de la guerra, se había casado en Yugoslavia con un señor de apellido Vaniz, en la década del 40. Tuvieron una hija, Victoria. Este señor falleció en la contienda. Por ese motivo Elsa se fue a Polonia y allí conoció a Enrique Bednarek, con quien tuvo dos hijos: Enrique y Edith. Se trasladaron a Alemania, porque cambiaban de domicilio debido a los avatares de la guerra y porque el papá de Elsa era alemán: recuerda que “trabajaba en la fábrica de armas, cuando la bombardearon; yo no había ido y por eso me salvé”. Elsa narra con crudeza que caminaban entre los cadáveres luego de los bombardeos. En 1945 los llevaron a Estados Unidos y fue con su marido y sus tres hijos a un campo de refugiados. Seguidamente partieron a Chile, en donde estuvieron viviendo dos años. Estando ahí, Elsa se enteró de que en la Argentina, precisamente en Neuquén, estaban asentados unos parientes, la familia Segat. Fue así que en 1952 decidieron venir y el viaje también fue grandioso: cruzaron la cordillera caminando con los tres niños de doce, cuatro y dos años, y con provisiones para tres días; desafortunadamente se extraviaron y estuvieron diez días. Unos contrabandistas que pasaban por allí los encontraron casi muertos. Los rescataron, les dieron de comer y así pudieron arribar a Neuquén.

Bednarek comenzó a trabajar en el taller de Enrique Jankowski, pero falleció en un accidente de tránsito. Elsa encontraría amor y contención en Enrique, por lo que tiempo después contrajeron matrimonio. De esa unión nació Roberto Adán, estudiante recibido de técnico mecánico en la vieja escuela ENET Nº 1 de Neuquén. Un año después, Enrique sufrió un severo accidente en el taller, por lo que Roberto comenzó a ayudarlo.

En 1980, este se casó con Marta Nélida Sixto, tuvieron dos hijos: Natalia y Gabriel y cuatro nietos. Digno hijo de su padre, continuó la línea sembrada por Enrique y hoy es dueño del reconocido taller de chapa y pintura.

Esta es la historia de inmigrantes que estuvieron presentes en los sucesos de la Segunda Guerra Mundial. Después de afrontar todo tipo de privaciones, sobrevivieron y hoy Elsa –dueña de una lúcida mente– rememora todo lo acontecido ante los bombardeos en el tiempo que duró esta trágica guerra.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Beatriz Carolina Chávez

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Neuquén


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