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Natalia Oreiro: “Los hombres con poder se obsesionan con la figura de Eva”

Hoy se cumplen 70 años de la muerte de Eva Perón y hoy se estrena en Star + la miniserie basada en la novela Tomás Eloy Martínez, “Santa Evita”. Natalia Oreiro, la protagonista, habla sobre la preparación para el papel, y la importancia histórica.

“Eva parecía mayor de lo que era, necesité que pasaran los años y que la vida me atravesara como mujer y artista para animarme a explorar toda su potencia. Hace mucho, cuando yo estaba por los treinta, me convocaron por primera vez para interpretar a Evita, pero no me animé. No me sentía preparada ni como mujer ni como actriz para llegar a la potencia de Eva. Necesitaba ser atravesada por muchas cosas de la vida. Pasaron los años, en 2019 me enteré de un casting y, sin pensarlo mucho, me presenté… Sentí que si me estaba cruzando otra vez con ella era por algo. Y me eligieron. ¡En qué me metí! (risas) Ahora tengo 45, doce más que ella cuando murió. ¡Pero mis cuarentaipico tampoco se acercan a sus treintaipico! Eva tenía un peso que la hacía parecer mayor. Asombra que su vida política formal haya durado apenas seis años. Fue una mujer única y lógicamente difícil de interpretar.”


Natalia Oreiro está en una suite de La Mansión del Four Seasons Hotel de Buenos Aires. “¿Cómo estás? ¿Querés que te prepare un café?”, consulta a modo de saludo, apenas irrumpe en esta habitación que se ha convertido en su coqueto bunker en la previa al estreno de Santa Evita, una de las ficciones más esperadas del año.

Además de Oreiro en el protagónico, la miniserie que se estrena hoy en exclusiva por la plataforma Star+, cuenta con las actuaciones de Ernesto Alterio, en el papel del Cnel. Moori Koenig; Diego Velázquez, quien da vida al periodista Mariano Vázquez; Francesc Orella (el actor de Merlí) como el doctor Pedro Ara y Darío Grandinetti en el rol de Juan Domingo Perón. Basada en el best-seller homónimo del escritor Tomás Eloy Martínez, la ficción narra el penoso derrotero que emprende durante casi dos décadas el cadáver de Eva Duarte de Perón.

“No es una serie sobre la vida de Eva, sino una ficción basada en una novela singular, que contiene mucha investigación histórica, escrita por un autor antiperonista que tenía gran fascinación por ella”, aclara Natalia. “Al cadáver de Evita lo embalsama el Dr. Ara a pedido de Perón, quien quería esperar al segundo aniversario del fallecimiento para emplazar el féretro junto a un monolito. Pero luego lo derrocaron y eso jamás sucedió. El cuerpo terminó voyando dieciséis años entre dos continentes. En la serie, al igual que en la novela, se cuenta que había tres cuerpos, dos de cera: dos copias idénticas construidas para desorientar a quienes querían profanar su cadáver”.

Esta no es la primera vez que la tientan para interpretar a Eva. Pero esta vez se sintió preparada.


Natalia admite que, mirado desde estos tiempos de reflexión feminista, “es superfuerte ver a los hombres de esta historia obsesionados con el poder de ella, su inteligencia, su belleza. El relato viaja todo el tiempo a su pasado desde miradas exclusivamente masculinas: hombres que, aún muerta, la aman y la odian con desesperación”, se asombra.

P – ¿Y de dónde salía para vos esa obsesión de muchos hombres por el cadáver de Eva?
R –
Creo que en el fondo le tenían miedo a su figura, y muchos hoy se lo siguen teniendo. Hay un poema de Galeano que habla precisamente de esto mismo: del gran miedo que le provoca al hombre violento la mujer sin miedo.


Salirse de la estampita



Para caracterizar a la líder peronista, Natalia tuvo que adelgazar diez kilos y teñirse de rubia. “Pero en algún punto, todo eso termina siendo una cáscara -asegura-. Para componerla a Eva necesité correrme de la estampita y conectar con sus dolores, entenderlos, y buscar un color, un gesto. No soy imitadora, soy intérprete. Necesitaba encontrar ese ‘algo’ que viaja en la intención y en el sentimiento, y que claramente acá iba más allá de si lucía como Eva”.

P – Algo muy identitario de Eva Perón es su voz y su manera de expresarse, tan declamatoria como profundamente emocional. ¿Cómo se fue dando esa exploración?
R –
Ella hablaba muy bien: tenía un ángel con el que se nace y además había aprendido oratoria. Pero a menudo le pasaba algo curioso y es que, de repente, cambiaba las palabras. ¡No sé por qué le pasaba! ¡Y actuar algo así es tan difícil! Tuve que trabajar con dos coach, una actoral y otra fonoaudiológica, y repetí sin parar los discursos de Eva, que si bien no aparecen en la serie, me ayudaron a internalizar su ritmo, forma de respirar, su dicción.


P – El mito popular sostiene que, por orden de Perón, su entorno le ocultó que estaba enferma de cáncer, pero cada vez se recuperan más elementos históricos para suponer que estaba al tanto de todo.
R –
Para el imaginario, Perón se lo oculta y se lo dice al final, pero ella sabía desde siempre. Lo afirma su enfermera personal, María Eugenia Álvarez, una señora que ahora está muy viejita, por eso no pude visitarla. Pero uno de mis mejores amigos, el cineasta Martín Sastre, la entrevistó hace cinco años para un documental que está inédito. Ella lo confirmó. Esa charla es maravillosa: hay momentos en que esta viejita deja de ser ella y empieza a hablar como Eva: como si se la pusiera a Evita en el cuerpo.

P – ¿Y a vos no te pasó un poco eso mismo, es decir, identificarte fuertemente con ella luego de estar enfrascada en el personaje toda la pandemia? ¿Cómo fue tu camino para conectar con ese momento de Eva, su agonía?
R –
Fue difícil arrancar por ese final. Llegar a comprender a Eva profundamente, sin la experiencia de vida que ella tenía y encima en ese trance. Cuando quedé para este papel supe que comenzaba un viaje importante para mí. Investigué, estudié grabaciones y textos inéditos y conté con mucha ayuda para construir esta energía que la caracterizaba. Si a eso le sumamos que es el personaje femenino más fuerte de nuestra historia, todo asume un compromiso apasionante.

Por Ximena Pascutti.-


Lo que cuenta el libro de Tomás Eloy Martínez



La serie “Santa Evita” convoca los cruces entre ficción y realidad que Tomás Eloy Martínez conjugó en su novela, tomando como disparador el peregrinar del cuerpo embalsamado de Evita, profanado tras su muerte, con los simbolismos e implicancias afectivas y políticas que su figura tuvo como líder del movimiento político más importante de Argentina.

La novela, que se publicó en 1995 y vendió hasta 2007, 10 millones de ejemplares, narra una historia que tiene como protagonista el cuerpo de Eva Duarte de Perón, su viaje por el mundo durante veintiséis años, las copias que se hicieron del él y el efecto enloquecedor que trastorna a quienes se le acercan.


A partir del secuestro del cuerpo embalsamado de Evita desde el segundo piso de la CGT por los militares de la Revolución Libertadora que en 1955 perpetraron el golpe militar contra el gobierno de Perón, Martínez pone en práctica un juego literario que, al usar recursos del periodismo, genera un valor de verosimilitud borrando los límites de la ficción.


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