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«The Dark Side of the Moon», la joya de Pink Floyd que cumple 50 años, bajo la mirada patagónica

En marzo de 1973, hace 50, años se editaba el octavo y más exitoso disco de Pink Floyd. Miembros de Relics, homenaje regional a la música de la banda inglesa, analizan sus secretos y los desafío de tocarlo en vivo.

Latidos galopantes de un corazón intranquilo, cajas registradoras incesantes, relojes frenéticos y risas burlonas, tan despiadadas como alienantes y una frase anticipatoria: “He estado al límite durante años, trabajando como un loco para las bandas…”


Todo El Lado Oscuro de la Luna está contenido allí, en ese ´minuto y unos pocos segundos más que dura “Speak to me”, el primer track del disco que consagró de una vez y para siempre a los Pink Floyd y que en estos días cumple 50 años desde su edición en marzo de 1973.
Considerado una auténtica obra conceptual, The Dark Side of the Moon reúne en diez piezas musicales genialmente elaboradas el sentir de la banda, pero sobre todo de uno de ellos, Roger Waters, acerca de cómo la vida moderna conduce indefectiblemente a la locura, pero, puntualmente, cómo eso sucede con los músicos de rock devenidos en estrellas del show business y el mainstram. Algo que, paradójicamente (o no) sucedería con los músicos de la banda a partir de este disco y que encontraría su correlato perfecto, seis años después, con The Wall.


Dijo alguna vez Rick Wright, tecladista de la banda fallecido en 2008, que los anteriores siete discos de Pink Floyd habían sido, en realidad, un paso más que daban hacia The Dark Side of the Moon”. El músico responsable de los climas sonoros espaciales tan característicos de la banda se refería específicamente a cómo durante todos esos años habían sido de aprendizaje acerca de las técnicas de grabación y de la propia composición de la banda.


The Dark Side of the Moon: un viaje al corazón de vida moderna



Las canciones del álbum fueron escritas y desarrolladas en su mayoría entre fines de 1971 y a lo largo de 1972, mientras la banda estaba de gira; historias instrumentales improvisadas que más tarde encontrarían su equilibrio con un letrista dentro de Roger Waters, autor por primera vez de todas las letras del disco.
En The Dark Side of the Moon la banda expandió su línea conceptual para incluir canciones acerca de diferentes temáticas como la riqueza en “Money”, el conflicto armado en “Us and Them”, la locura en “Brain Damage”, vidas desperdiciadas en “Time” y acerca de la muerte en “The Great Gig in the Sky”.

Pink Floyd estrenó los diez temas en directo bastante antes del comienzo de la sesiones de grabación que tendrían lugar en los estudios londinenses de Abbey Road. Eso le permitiría a la banda ir realizando ajustes, retoques y perfeccionando el resultado final que saldría de las grabaciones.


El álbum fue grabado en los estudios de Abbey Road en Londres, durante varias sesiones desde mayo de 1972 hasta enero de 1973. El diseño del sonido fue exquisitamente capturado por el ingeniero Alan Parsons. Nunca debidamente reconocido por la banda, el trabajo de Alan Parsons fue decisivo para que este disco fuera lo que es: nada menos que el mejor producido en la historia del rock. Fue el responsable de algunos de los aspectos sónicos más innovadores del álbum, incluyendo la interpretación no léxica de Clare Torry, para “The Great Gig in the Sky”. Sin letra que interpretar y con la simple pero poco concreta consigna de Gilmour, de que, lo que sea que hiciese, lo haga pensando en la muerte, Torry improvisó su parte vocal durante la grabación.


La estructura del disco y la continuidad sonora de una de las composiciones está basada en el Lado B de “Abbey Road”, de Los Beatles, que propone un largo medley de canciones unidas entre sí. The Dark Side of the Moon fluye de principio a fin y sus composiciones se suceden unas a otras de manera precisa salvo cuando termina “The Great Gig in the Sky”, el quinto tema del Lado A, simplemente porque había que dar vuelta el disco. Hoy, en tiempos de streaming de reproducciones continuas, el disco solo se “corta” entre “The Great Gig…” y “Money”, originalmente el primer tema del lado B.


Relics: Pink Floyd en la Patagonia


Hace poco más de una década, un grupo de grandes músicos y cantantes regionales llevan adelante Relics, el extraordinario homenaje patagónico a la música de Pink Floyd, con una puesta en escena impactante e interpretaciones instrumentales y vocales de altísima calidad. El grupo actualmente conformado por Sergio Negro Farías (batería y coros), Alejandro Sandoval (voz, guitarras y violín); Rodrigo Lara (guitarras); Seba Barrio Martin (piano, teclados y secuencias); Nicolás Villagra (guitarras y coros); Sebastián Mozzoni (bajo); Kathy Fuentes (voces y coros); Cecilia Benítez (coros); Mariana Benítez (coros) y Pablo De La Fuente (saxo y coros). planea (re)presentar completo The Dark Side of the Moon en el Cine Teatro Español, con fecha a confirmar.


Relics ya había interpretado íntegramente este icónico disco de Pink Floyd, en 2014, cuando decidieron darle una vuelta de tuerca al repertorio del proyecto y tocar un disco completo; y no dudaron de que debía ser The Dark Side of the Moon.
Entrevistados por RÍO NEGRO, Alejando Sandoval, Seba Barrio y Kathy Fuentes, corista e intérprete magistral de “The Great Gig in the Sky”, analizan el disco, sus secretos y cómo es llevarlo al vivo. Para el guitarrista y voz principal de Relics, una de las cosas que más le impresionó fue justamente “el trabajo de voces y lo intenso que se vuelve un tema como Eclipse, que cierra el disco, y que parece una canción super sencilla, pero que va creciendo en una épica que va como en cámara lenta, una frase tras otra, sin estribillos, y termina con una energía tan arriba que no le encontrás explicación. Una emoción que nosotros incluso la vemos en el público, las tres primeras filas la gente llorando y no sabés de dónde sale eso”.


Respecto de las sonoridades que sobresalen en el disco, para Sandoval “es súper interesante la búsqueda de esa época con los sonidos no instrumentales, desde el reloj hasta la caja registradora o el tragamonedas. Toda la riqueza sonora más allá de lo instrumental es increíble”. En Relics, el encargado de llevar a escena toda la sonoridad no instrumental, pero que en el disco son un instrumento más a partir del uso preciso del loop, es el tecladista: “Dependemos mucho de Seba, que es un fanático de Floyd y el encargado de todos los ruidos y sonidos. Ves su despliegue en vivo tiene tres teclados, computadoras, consolas que va disparando esos elementos en perfecta sincronía con la banda”.


Relics cuenta con tres guitarristas quienes, cada cual, con sus características, reconstruyen el sonido que Pink Floyd construía en el estudio. En palabras de Sandoval, “Nico Villagra es supertécnico, asume las guitarras requieren un poco más de rock. No hay muchas de esas guitarras en The Dark Side, no es un disco rockero, sino de climas, ambientes. Él está en ‘Money’ o en el acompañamiento de ‘The Great Gig’. Rodri Lara tiene las guitarras con más cargas de efectos porque él ya tenía un audio muy definido cuando arrancamos con Relics. Las guitarras que suenan extrañas como la del comienzo de ‘Wis You Were Here’, que arranca con una guitarra como si estuviera fuera de fase. En The Dark Side hace el solo de ‘Time’ y va creando cositas, en ‘Money’ hay una guitarra que hace algo resencillo pero fundamental, una especie de trémolo con velocidad avanzada, esos audios raros son de Rodri».

Pink Floyd del ’73. Rick Wright, Nick Mason, Roger Waters y David Gilmour.


“Yo me quedo con las guitarras más bluseras, más limpias”, resume Sandoval. “En The Dark Side soy más cantante que guitarrista. El disco no es tan desafiante a nivel vocal, pero sí tengo que encontrarle la expresión que tienen las canciones porque todo en ese disco es muy delicado”. Y ofrece un ejemplo de lo complejo que puede ser interpretar algo que desde afuera parece sencillo y no lo es: “Us and Them es nada, una palabra, una frasecita y después tiene que sonar el diley. Tenés que decir una palabra y esperar. Por eso, a esa palabra la tenés que clavar en el tono, no tenés tiempo de corregirla. Decís “us… and then” y tengo la tarea de ir disparando el diley de la voz con un pedal. Tengo que estar atento con la canción para cuando yo digo ‘us’ se repita tres veces y luego ‘…and them.’ Entonces, yo tengo que pisar el diley sobre la palabra que quiero que se repita porque yo no quiero que se repita también ‘and them’, sino sólo ‘us’ y ‘them’. Tengo ese laburo técnico y mental mientras estoy cantando. Si lo hacés mal queda la repetición a destiempo”.

Una puesta en escena de Relics en el Cine Teatro Español de Neuquén, en 2018.


Respecto de “Money”, el gran hit del disco, Sandoval remarca que tiene la particularidad de estar en 7, mientras que nuestra cabeza está habitualmente en 4; y se explica: “El común de la música que escuchamos está dividida en compases de 4 tiempos. ‘Money’, en cambio, esta está en un compás compuesto como si fueran dos compases juntos, en 4 y en 3 tiempos, entonces no es tan sencillo a la hora de ejecutar porque tenés que ir contando de a 7 en tu cabeza y entonces hacés 1,2,3,4… 1,2, 3, tiene como una vuelta más”.

Hipgnosis fue la encargada de diseñar la icónica portada. “Cuando nos mostraron las ideas, al ver esa tomamos la decisión. Dijimos: ‘Esta es’. Es una portada increíble. No era una imagen de cuatro muchachos saltando en el campo. Eso nos gustó”, contó David Gilmour.


Para Seba Barrio, Dark Side of the Moon, «es una foto cultural del siglo XX, unió y sintetizó tan bien lo cultural y lo conceptual, la producción con la que se hizo, ni hablar con el arte de tapa, las letras. Lograron la síntesis perfecta de su tiempo. Todo lo que les podía salir bien les salió bien”, resume.
El virtuoso tecladista de Relics remarca del disco “lo cristalino que suena, cada instrumento suena perfectamente balanceado con los demás y con cada detalle de cada sonido y a la vez es un viaje psicodélico. Me sorprende aún hoy el perfecto equilibrio entre lo cristalino de su audio y el viaje que genera”.
“Soy muy fanático del sonido analógico, del órgano Hammond, del mellotrón, del moog. Wrigth usó sonidos excelentes, y algo que se caracteriza en él son las capas de teclados que usa. En este disco esas capas de teclado y de guitarra son las que generan ese viaje sonoro, describe Barrio, quien también remarca el trabajo que hizo Roger Waters en “On the run” el tema electrónico del disco, “que es todo de él, se puso a investigar varios arpegiadores y secuenciadores de esa época de música electrónica. Fue un prólogo de lo que vendría después”.


Barrio describe el sonido de Rick Wright “por el tipo de acordes más tirando a jazz, se nota acá la formación jazzera que tenía, utiliza muchos acordes con séptima mayor y menor. Por ejemplo, en el estribillo de ‘Time’, cuando cae todo que viene super rockero, baja y se vuelve super surrealista, super ambient. O en ‘Us and Them’, donde todo el tema tiene esa formación de acordes y armonías más jazzeras”. Para Barrio, “el color del sonido propio de Pink Floyd, el toque atmosférico entre la oscuridad y la melancolía y el excelente gusto y criterio de meter determinados sonidos en este disco en particular son mérito de Wright”.
“En ‘Money’, el arreglo que hace es mínimo, pero es una genialidad total”, revela. “Tres notas en ocho compases y le da un swing increíble. Con casi nada Wright hace eso que es fundamental, le da un toque bailable que es genial. ‘Breathe’ también tiene algo de esto”. Uno de los temas que más disfruta tocar Barrio es “The Great Gig in the Sky” poque “arranca con un piano y sin dudas es un momento de tensión, de ‘bueno, espero no cagarla’ (risas) y una vez que arranca Kathy a entonarla es una emoción pura”.
Kathy Fuentes aceptó hacer este tema sin saber de qué se trataba porque lo que en un principio había aceptado fue ser parte de Relics. ¿Qué tan difícil sería lo tendría que cantar?, se preguntó sin preguntar qué planes tenían para con ella. Se trataba de “The Great Gig in the Sky”.
“El Negro Farías (baterista y uno de los creadores del proyecto) me invitó a ser parte porque creían que podía ser capaz de interpretar esta famosa canción, pero resulta que yo no sabía cuál era. Cuando me puse a estudiar la canción en cuestión, ‘ah, ok’, dije, esto me pasa por hacerme la copada (risas)”, cuenta Kathy.
“La escuche muchísimo, escuche la versión original de estudio, varias versiones en vivo con diferentes cantantes y después me di el lujo de interpretarla a mi manera, entender las formas de la canción, sus partes, lo que sucede en cada una de esas partes, los diferentes climas que tiene. Obviamente, ya conociendo el tema, respeto a rajatabla los comienzos de cada parte, el fraseo que lleva. Luego, trato de interpretarla a mi manera. La primera vez que lo interpreté en vivo fue en el Cine Teatro Español, literalmente me temblaban las piernas y cuando terminé de cantarlo ver el teatro lleno y de pie la verdad no entendía nada qué había pasado”.


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