Qué veo: los angustiantes suspiros de Jennifer Aniston en «The Morning show»

Se estrenó por Apple TV+ la 3° temporada de una serie que muestra los claroscuros en una cadena televisiva. Acoso sexual, feminismo, cancelación, corrección política, y egos, en un programa que se permite dejar preguntas en el aire.

Jennifer Aniston -mejor dicho su logrado personaje, Alex Levy- suelta el aire de una manera evidente, angustiosa, como si quisiera sacarse de encima cualquier resto de veneno interior, lo que la carcome o la inquieta. Lo hace muchas veces: cada vez que se dirige a su escritorio ante las cámaras del programa de tevé que conduce; cada vez que entra a hablar con algún superior; cuando tiene que decir o escuchar algo que sabe que no será agradable. Expira y habla. O calla.


Jennifer Aniston, en su papel de Alex Levy, la conductora experimentada y diva de “The Morning Show”, la muy buena producción de Apple TV+ que acaba de estrenar su tercera temporada, le da forma a un ser complejo, a una mujer que tiene tantos claros como oscuros (muchos oscuros) y que aún así, o justamente por eso, se vuelve tridimensionalmente humana. Sobre todo cuando suspira, cuando exhala y dice lo que a veces le conviene y muchas veces no.


Alex Levy apareció por primera vez en 2019, en esta serie enfocada en lo que ocurre en un exitoso noticiero matutino de los Estados Unidos cuando al co-conductor estrella, Mitch Kessler (Steve Carrell) lo despiden tras acusarlo -y demostrar- que era un predador sexual.


Alex, compañera de él durante más de 15 años en la pantalla, lo quiere mucho (aunque se cuide de admitirlo en público), pero no quiere hundirse en su barro, no está dispuesta a que su carrera se vea estropeada y decide, más bien como un manotazo de ahogado, anunciar durante una entrega de premios que a partir de ahora la co-conductora será Bradley Jackson (Reese Wistherpoon), una novata periodista venida del sur de los Estados Unidos, que a Alex le cae pésimo. Exhala, lo dice ante todos en un gala, y paga el precio.


Lo interesante de esta serie – inspirada en un libro que el crítico de medios del New York Times, Brian Stelter, escribió basándose en la cobertura de los noticieros líderes de la franja matutina en los Estados Unidos –”Top of the Morning: Inside the Cutthroat World of Morning TV” (2013)– , no es tanto que tome un caso de abuso de sexual como eje del relato, sino cómo lo aborda.


En la primera temporada, no se focalizó exclusivamente en Michel Kessler y su comportamiento sexual inapropiado con varias de las trabajadoras del canal de noticias, sino también en los que, más arriba en la escala de poder, habían sostenido ese tipo de conductas con omisiones, o silenciando a las víctimas ofreciéndoles un cargo más alto o mejor remuneración.


Y cuando se enfocó en Kessler lo hizo para mostrarlo también como una estrella desconcertada por no entender por qué fue cancelado de un día para el otro casi por las mismas razones por las que hasta la mañana anterior un país entero lo celebraba.


Y, además, cuando hizo foco en las mujeres, no las puso a todas en el mismo peldaño de víctimas. De hecho, la serie plantea que algunas heroínas no son perfectas, y a veces, son cómplices. Por ejemplo Alex Levy que se juega a denunciar el entramado de jefes que cubrieron la conducta de Kessler. Pero -exhalación fuerte de por medio- tendrá que responder una pregunta que le hace su ex compañero. La deberá responder al menos para su conciencia. “¿Vas a seguir haciendo de cuenta que no sabías lo que pasaba?” –le pregunta su ex colega, amigo y depredador despedido Kessler– “¿Realmente vas a mirarme a los ojos y decir que no participaste? ¿No te reías de esas mujeres? ¿No te burlabas de su desesperación cuando yo las dejaba? Yo me acostaba con ellas, pero vos eras cruel. Y las palabras también importan.”
Exhalación.


“The morning show” es un drama apasionante sobre lo que ocurrió y ocurre en los Estados Unidos después del #MeToo, sobre lo que ocurre con la cultura de la cancelación, sobre los egos amenazantes de las estrellas de la tevé, sobre los silencios, sobre las decisiones hechas en nombre de la corrección política aunque vacías de convicción, sobre la posibilidad de que no todos los monstruos sean iguales y de que incluso alguno quiera cambiar. Si puede o no, es otro tema.


Es una serie que se inscribe dentro del abanico de ofertas de series y películas que tratan el mismo tema, como “The Loudest Voice”, que se ve por Star+ y que es una versión episódica del caso también retratado en la película “El escándalo” (Jay Roach, 2019), un thriller corporativo que indaga en los abusos sexuales cometidos por Roger Ailes, uno de los popes de la cadena Fox News, de Rupert Murdoch, y arquitecto del Partido Republicano moderno.

Como suele ocurrir con muchas series, lo que funciona como un reloj suizo en la primera temporada, comienza mostrar retrasos o imperfecciones en la segunda. Algo de eso pasó con “The morning Show” durante 2021, cuando se estrenaron los segundos diez episodios. Pero, sostenido por algunos roles impecables, logró salir airosa.


Temporalmente, la segunda temporada arranca hacia fines de 2019, cuando los noticieros contaban, como algo lejano e improbable un virus que estaba afectando a una ciudad de China, allá lejos, en Wuhan.


A esa altura, Mitch Kessler se ha mudado a su mansión al lago de Como, en Italia, para alejarse del foco aunque, tal como muestra la serie, nadie escapa en ningún lugar y una mujer, allá lejos, lo filma y lo maldice a través de las redes sociales. La vida de Mitch es un infierno sin chances de mejorar.

Si en la primera temporada de “The Morning Show” el eje estaba puesto precisamente en las mujeres imperfectas que se animaban a romper el pacto de silencio después de revisar su historia; en la segunda el foco estuvo puesto en ese hombre marginado al que nadie quiere acercarse de ninguna manera.


Y otra vez acierta “The morning show” (aunque de una manera menos efectiva que en la primera temporada). Lo que muestra es que el cancelado -en este caso alguien que ha abusado sexualmente de varias mujeres e incluso las ha amenzado a un costo trágico-, pide perdón, quiere cambiar y quiere ser mejor. ¿Se puede? Llegado ese punto ¿es posible el perdón?

“¿Acaso el hecho de que no haya tenido la intención de hacerlo no significa nada? Supongo que no tengo las herramientas para entenderlo… ¿podrías enseñarme? . Quiero ser mejor… ¡Yo quiero ser una mejor persona!”, le dice Mitch, llorando, a Alex Levy cuando ella, en busca de un documento que, firmado por el propio Kessler, la deje limpia de “sus pecados”, se anima a ir hasta a Italia a tocarle la puerta y verlo de frente.


Ese encuentro, sobre el final de la segunda temporada es un buen punto para los interrogantes: Levy lo quiere pero ¿lo puede admitir en público?, ¿existe la redención, suponiendo que de verdad está arrepentido?

“Realmente los diálogos y las situaciones de The Morning Show abordan la zona gris”, dijo Aniston en una entrevista en el año 2021. “Permiten a los personajes decir las cosas que se dicen a puerta cerrada y que nunca se atreverían a decir en voz alta. Y creo que da lugar a conversaciones realmente buenas”.

Eso es lo que se ve. Y quizás por eso el espectador suspire como ella cuando dice algunas cosas.
Porque no sólo el o los casos de abuso sexual dominan la escena del programa. Entre no lo dicho, o lo que se solapa hay una larga lista de temas que hacen de la serie un laboratorio de buenas preguntas y cuestionamientos a los tiempos políticamente correctos que corren. Y en esos grises de los que habla Aniston se mezcla el ansia de gloria y reconocimiento personal con algo más profundo y político.

Hay por ejemplo el caso de un presentador del tiempo que, a cuento de la presentación de la marmota que predice el tiempo, dice: “Es mi animal espiritual”. Y el presentador, de origen cubano, cae en el pozo oscuro de las redes, donde lo agreden por apropiarse culturalmente de una expresión que utilizan los pueblos originarios de la localidad estadounidense de Puntx-sutawney, en Pennsylvania. El hombre no entiende por qué lo agreden, la jefa de noticias (una mujer de generación Z que basa su superioridad moral en su edad y su origen étnico), le pide que se disculpe al aire; el presentador se disculpa pero no lo hace convencido y se gana una suspensión. Todo eso aún cuando él salga en defensa de la jefa de noticias, que es coreana y que en la calle es agredida por un transeúnte que la confunde con una persona china y la acusa de ser la culpable de “comer murciélagos y traer el Covid”. Es ficción, pero tan parecida a la enmarañada y compleja realidad.


¿Y ahora?



Hace dos semanas se estrenó la tercera temporada de la serie que este año retoma la historia pos pandemia.
Alex sigue suspirando, pero sus preocupaciones son otras, como si estuviera un peldaño más arriba y pudiera mirar el panorama de forma anticipada.

Siempre fiel a la actualidad, del 2020, “The morning show” y los cuatro capítulos de la nueva temporada que ya están disponibles en Apple TV+, tienen la guerra de Ucrania como noticia de fondo, pero también otras cuestiones, como la aparición de un excéntrico millonario que planea y hace viajes al espacio y que quiere quedarse con la cadena de televisión, y también el hackeo a la empresa que hace que miles de mails enviados en privacidad (con opiniones sobre minorías étnicas, o amoríos ocultos) salgan a la luz (cualquier parecido con la realidad…).


La actualidad tecnológica será evidentemente el tema de esta temporada, con todos, todos, sus grises, incluida la necesidad de dar dudosas noticias para conseguir más audiencia.


Exhalación.. Los avances tecnológicos no parecen resolver todas las contradicciones, ambiciones, bajezas, dudas, solidaridades y aciertos que esconde cada uno de los personajes. Por suerte.


Bully Crudup, el nombre del caos


El papel de Billy Crudup (el actor de la inolvidable “Casi famosos”, el malo de la cuarta entrega de «Misión Imposible»), en “The Morning Show” es uno de los mejores. Al revés de la angustiada Alex Levy, que suspira a menudo, él sonríe. Y cuando sonríe puede ser por pura simpatía, pero también por motivos insondables.


Su personaje, Cory Ellison, que queda como CEO de la cadena UBA, la que emite “The morning show”, tras las denuncias de acoso de sexual, ama el caos para gobernar, pero ama el caos que sabe sembrar siempre escudado por una sonrisa que puede ser celestial o la del mismísimo Joker.


“¡Esto es emocionante!” -dice genuinamente durante una negociación telefónica potencialmente catastrófica de la temporada 1 entre los altos mandos de la UBA, un quórum de abogados y The New York Times. “¡El caos es la nueva cocaína!” grita, exaltado.

Y sonríe, por supuesto.


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