Contaminación criminal en Rincón

La planta cloacal lleva años de abandono. Hay negligencia operativa y desinversión. El daño ambiental está a la vista y la fetidez es insoportable. Los líquidos atraviesan campos y zonas pobladas. Desembocan en el Colorado. El río también recibe el castigo de derrames petroleros.

La pestilencia es la “bienvenida” que recibe el visitante apenas ingresa a Rincón de los Sauces por Ruta 5. Lo acompaña a lo largo de casi todo el pueblo y ni el Cristo gigante del Cerro La Cruz logra aventarla.

Si fuera sólo el olor…

Un riacho verde y espumoso, con las peores inmundicias que expulsa la ciudad petrolera, sale de la planta de tratamiento cloacal, recorre (en parte a cielo abierto) nueve kilómetros de estepa, áreas pobladas, cañadones y sitios de recreos aeróbicos, hasta llegar a las playas del río Colorado. Allí se funde con sus amarronadas aguas.

La contaminación en Rincón es tan antigua como criminal. Lo es porque la planta de recuperación de desechos cloacales está semi abandonada por desidia, inoperancia y desinversión.

Los pobladores parecen ya resignados. Conviven con la fetidez y no son debidamente informados de las consecuencias sanitarias. Prefieren pagar hasta 150 pesos por un bidón de 20 litros de agua potable a arriesgarse a probarla de sus cañerías, por más que le insistan en que no hay riesgo pues la toma está aguas arriba de la desembocadura cloacal.

El Colorado -estratégico curso fluvial de más de 1.100 kilómetros que atraviesa una docena de poblaciones y colonias agrícolas en la que viven más de 84.000 personas- viene duramente castigado desde las orillas de Rincón.

No sólo recibe los líquidos sin tratar, sólo acicalados con gotas de cloro. También padece los avatares de derrames petroleros, pinchaduras de ductos y descargas de la industria en cordones aluvionales, según dan cuenta comunidades mapuches que llevan bastante tiempo reclamando por los daños en sus campos a la vera del río, en las zonas de Puesto Hernández, Puesto Molina, Desfiladero Bayo y Aguada la Cerda.

Por si faltara algo, la región recuerda cómo, hace casi cuatro años, YPF perdió una pastilla radiactiva dentro del pozo H108 del yacimiento en la margen derecha del Colorado, en el área de Gauchito Gil. La herramienta se desprendió de una máquina, no pudo ser “pescada” y terminó bajo cemento a 400 metros de profundidad.

Dejadez a la vista

¿Cómo es posible que un municipio que recauda millones de pesos de las empresas petroleras en concepto de Tasa de Inspección y Control de Seguridad e Higiene no sea capaz de invertirlos en un sistema de saneamiento eficiente para una población de más de 40.000 habitantes?

Por dar un solo ejemplo, YPF está obligada a pagar 11.409.375 pesos al año. Es una de tantas. ¿Dónde va a parar el dinero? “Al pago de los 440 agentes municipales”, aseguran en la comuna para hacer notar que los recursos propios y de la coparticipación no alcanzan.

La realidad mostró, durante prolongado tiempo, que tanto la estación de bombeo como la planta de tratamiento tuvieron graves problemas de funcionamiento. La primera ahora cuenta con nuevos inyectores computarizados (antes directamente se vertían desde allí los desechos sin tratar al río).

¿Pero de qué sirve impulsar excrementos y, probablemente, químicos hacia el sistema de tratamiento si éste no puede recibirlos?

Paradójicamente, la estación de bombeo cuenta hoy con ocho trabajadores mientras que en la planta tratadora -que necesita manos para ser reconstituida- se desprendieron recientemente de cuatro personas y quedaron unos pocos funcionarios desesperados.

¿Por qué casi no funciona la planta?

Los cinco piletones que hay no están en condiciones de recibir los lodos. Les falta la limpieza que nunca se hizo desde que se inauguraron hace 19 años. Trataron de hacerlo, pero una retroexcavadora Bobcap terminó desagarrando con su pala la malla/nylon base al retirar los sólidos de una de las piletas y produjo un daño mayor. Primera inoperancia.

Hicieron un bypass a otro recipiente más lejano. Pero un día los nuevos motores de la estación de bombeo impulsaron 400 metros cúbicos en vez de los 100 habituales e hicieron rebalsar la pileta, contaminando la tierra. Segunda inoperancia.

Algo más grave aún: ninguno de los doce aireadores que tiene la planta funciona. Son los que deberían remover el lodo, inyectando oxígeno para degradar la materia orgánica y acelerar la depuración.

No funcionan porque sus motores se traban y queman ante el primer enjambre de pelos que encuentran. Sin aireadores, los sólidos se sedimentan donde no debieran.

Tampoco hay uso de bacterias, necesarias para acelerar la degradación, lograr vertidos más limpios y permitir que las plantas funcionen sin emanar olores.

Y las gotas de cloro que se colocan antes de verter la mierda al río, son -al parecer- un bálsamo inútil. No lo cree así la Municipalidad. “Colocamos dosificaciones justas y el cloro actúa bien; es parte del proceso para matar bacterias”, sostiene Darío Patiño, secretario de Planificación de Obras y Servicios Públicos.

El funcionario admite que “tenemos grandes problemas”, pero considera que la planta funciona al 60% de su capacidad y no cree que el líquido que se vierte el río esté tan contaminado como se advierte a simple vista. Dice que la planta cumple con dos de los tres procesos: sedimentación y cloración. Falta la aireación. Niega con convicción que haya químicos en los vertidos al río. Asegura que las plantas industriales de la ciudad tienen prohibido tirar sus desechos a la red domiciliaria y “somos muy rigurosos en los controles. Tal vez haya algún caso aislado de desaprensión…”.

Patiño descree de efectos residuales -como metales pesados- que el Colorado no pueda degradar.

“Tenemos la ventaja de tener un río muy caudaloso, que automáticamente oxigena. El ingreso al río de 0,11 metros cúbicos diarios por segundo (de líquido proveniente de la planta) representa un 0,1% del volumen del río”.
Darío Patiño, secretario de Planificación de Obras y Servicios Públicos.

No es lo que piensan algunos especialistas consultados por “Río Negro”, como Diego Tanoira, ingeniero y ecólogo: “Es una gran mentira que el río se auto depure, mucho menos en zonas como estas con aguas frías”. Advierte que muchas cosas se degradan, pero las grasas más pesadas y restos químicos o de hidrocarburos “siguen viaje. Usted encontrará trazas de naftaleno o cualquier otra cosa aguas abajo”. Es -se sabe- lo que preocupa a poblaciones como Catriel y 25 de Mayo, cuyas autoridades estuvieron en contacto con Rincón para reclamar por los vertidos sin tratar.

Años perdidos

Desde el municipio se cree que -para zafar- con 20 millones de pesos podría hacerse funcionar aceptablemente la planta. No es la solución, claro. Por eso el equipo del intendente Rucci se encuentra trabajando desde hace más de un año en un Plan Maestro de Cloacas que incluya una nueva estación de bombeo y la remediación del sistema actual. La idea, en realidad, es montar la planta en un lugar más lejano (al oeste del aeropuerto), con un sistema de zanjas de oxidación y con magnitud suficiente para abastecer a una población mucho mayor a la actual. Aspiran a conseguir los fondos de Nación, que estiman en no menos de 300 millones de pesos.

Hasta hora, todos fueron intentos frustrados y se perdió tiempo valioso. La planta de tratamiento fue una estructura modelo en 1999. Hasta el 2009 anduvo. Pero con la explosión demográfica al compás de las expectativas petroleras, las sucesivas gestiones municipales fueron perdiendo su control. El funcionario Patiño hace notar que, al asumir, “recibió la planta sin funcionar. Intentamos ponerla en marcha en 2012 pero sólo lo pudimos hacer por unos meses”, de modo que se declaró la emergencia sanitaria. Sí se aceleraron las conexiones domiciliarias de la red cloacal (cumplidas en un 55/60%). Y en 2015 se intentó la licitación de una nueva estación de bombeo, que se frustró por valores que se duplicaron.

Es decir, la planta lleva casi 10 años de pésimo o nulo funcionamiento. La inversión sanitaria es tan invisible como el destino de fondos, como la tasa de Inspección e Higiene que oblaron las grandes petroleras.

Hoy el desastre ambiental está a la vista de todos. Y lastima al Colorado, para desasosiego de las poblaciones aguas abajo.

En ascuas

La población de Rincón de los Sauces no sabe con certeza en qué medida hay un nivel de contaminación de los líquidos que salen de la planta de tratamiento, del agua que se consume y del lecho del río Colorado.

EPAS hizo, pocos días atrás, un estudio de los desechos que ingresan y egresan de la planta cloacal. Se está a la espera de los resultados.

De un color verde intenso son los líquidos que salen
de la planta de tratamiento.

Recorren cerca de nueve kilómetros de estepa,
cañadones y áreas pobladas.

Gran parte del recorrido es a cielo abierto,
incluso acompañando sitios de recreación.

Los líquidos terminan por desembocar en el Colorado.

El hospital suele hacer análisis de la red de agua domiciliaria, con resultados negativos. El Comité Interjurisdiccional del río Colorado ha hecho controles que dieron igual resultado para bacterias coliformes, coliformes totales y metales pesados. La mayor de las veces ha resultado difícil acceder a tales estudios.

EN PRIMERA PERSONA

“Es impresionante lo que dejaron”

Viviana es puestera y adquirió las tierras para que pasten sus animales. Por su campo pasa el riacho cloacal que desemboca en el río.

P: ¿Qué significa vivir al lado de un foco contaminante?
R: La verdad es que un desastre. Yo tengo animales, patos, vacas… Yo las vacas las soltaba y se iban a alimentar por allá (pastizales por donde transcurre el riacho contaminado), pero ahora me han dejado toda la red cloacal abierta. ¡En mi chacra! Está todo al aire libre.

P: Usted compró esta propiedad. ¿Sabía que había un río cloacal frente a su asentamiento?

R: No, cuando compré no. Pasaba del otro lado de la ruta.

P: ¿Qué otras consecuencias nota?

R: Hay insectos, todo sale de ahí. Tengo una princesita y le gustaba correr con los chivos por ahí. Ya no puede. Es impresionante lo que dejaron ahora.

“Denunciamos esto hace tiempo”

Silvano Huillical y Julio Díaz son dirigentes del gremio municipal UOEM. Vienen denunciando desde hace tiempo las deplorables condiciones de la planta cloacal.

P: ¿Qué ha hecho el sindicato por esta situación?

H: Nuestra primera preocupación fue mejorar las condiciones laborales de nuestros trabajadores en la planta de tratamiento y de bombeo de cloacas. En la Municipalidad no existía el departamento de Seguridad e Higiene Laboral. Tampoco la secretaría de Medio Ambiente. A raíz de nuestra preocupación y reclamo, se crearon. Pero vemos también mucha desidia de parte de quienes tienen que mejorar la situación del medio ambiente y nos preocupa esencialmente el tema de las cloacas porque esta planta está muy cerca de la ciudad.

D: No sólo eso. Los compañeros que trabajaban en la planta de tratamiento eran todos afiliados al sindicato y los dejaron sin trabajo. Ellos eran planta permanente. Y en el otro sector (estación de bombeo) están como planta política, es decir no se les paga sábado ni domingo. Los tienen como esclavos.

H: Lo inquietante también es que a los compañeros los ponen en riesgo de seguridad e higiene. Hemos tenido una muerte en la zona de bombas de cloacas. Fue por negligencia del Poder Ejecutivo porque nosotros habíamos hecho la denuncia ante la subsecretaría de Trabajo pidiendo que se clausurara la puerta donde cayó el compañero y terminó falleciendo.

Tierra teñida de negro

Los pasivos ambientales producto de la acción de las petroleras son una histórica materia pendiente en Rincón. Se han conocido casos graves que involucraron a YPF en 2016 (con su derrame de petróleo muy cerca del río Colorado), a Oldelval con secuelas similares en Puesto Hernández en 2017 y, más recientemente, la persistencia de derrames, pinchaduras de ductos, piletas de recuperación a cielo abierto y descarga de basura petrolera en cordones aluvionales atribuidos a Tuboscope.

La comunidad Newen Kura es una de las que más machacó sobre la contaminación en sus campos de Puesto Molina, Puesto Hernández, Desfiladero Bayo y Aguada La Cerda.

Como no había ocurrido antes, los daños ambientales de este último caso quedaron testimoniados el 3 de marzo del año pasado en un acta que firmaron las autoridades provinciales, municipales, miembros de la comunidad, la empresa denunciada y un fiscal, que no sólo inspeccionaron sino que también se comprometieron a remediar la situación.

El lonko de Newen Kura, José Millahual, asegura que -pasado un año- nada se cumplió. “Todo sigue igual”. “Río Negro” accedió a imágenes y videos que dan testimonio del grave daño ambiental.

Los hechos comprobados en el acta fueron: afectación del sistema de escurrimiento pluvial, piletas en desuso, restos de cañerías y otros residuos petroleros, contaminación del lavadero, piletas recuperadoras de fluidos que debían recambiarse, etcétera.

“Hay áreas afectadas en todas partes, cerca del río Colorado”, asegura Millahual. “Hay destrucción de la fauna y flora autóctonas”. Y agregó otra demanda: “Que solucionen el agua para los animales”. Explica que “se secaron las aguadas porque YPF mandó las sismográficas. La empresa al mover la tierra, la ‘mapu’, se ‘apocó’ el agua, se cortaron las vertientes. Ellos (por la empresa) quedaron en mandar camiones con agua permanentemente. Nunca cumplieron”.

En cuanto a los derrames, pinchaduras de ductos y desechos a los cañadones aluvionales, el dirigente indígena dijo que “todo sigue igual. Se producen todos los días”. Ejemplificó que en la Batería Uno de Puesto Hernández “tenemos hasta la zanja donde echaban al río todos los desechos petroleros”.

Sobre la falta de cumplimiento del acta responsabilizó al ministro Jorge Lara por “habilitar a estas empresas para que hagan el daño ambiental”.

Millahual está convencido de que esta situación provoca enfermedades de piel, de la vista y tumores cancerígenos. Pero no existen estadísticas que den sustento a tal percepción.

Las imágenes del daño ambiental son contundentes.

CREDITOS:
Investigación periodística:
Italo Pisani / Fotos: Andrés Maripe / Edición de videos: Sofia Schmidt / Diseño: Andrea Saldía.

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