De Marlowe a Joy Adamson: escritores asesinados
No es el propósito de esta columna analizar el caso Rushdie y sus desavenencias con parte del mundo islámico. Sí me gustaría hacer un recorrido por aquellas figuras literarias que por diferentes circunstancias fueron asesinadas.
Las imágenes del ataque al escritor Salman Rushdie durante su conferencia en un pueblo cercano a Nueva York nos siguen conmoviendo. El autor de la novela “Versos satánicos”, publicada en 1988 y prohibida en varios países musulmanes, tenía pedido de muerte realizado por el mayor líder religioso de Irán, el ayatollah Khomeini. Rushdie vivió desde entonces y durante mucho tiempo escondido y con protección especial. Cuando parecía que la pesadilla había terminado, fue atacado hace unos días por un fanático religioso—que confesó no haber leído sus libros—provocándole graves heridas por las que permanece hospitalizado.
No es el propósito de esta columna analizar el caso Rushdie y sus desavenencias con parte del mundo islámico; ni tampoco reflexionar sobre las tensiones entre ficción y fanatismo religioso o mejor dicho fanatismo a secas. Sí me gustaría hacer un recorrido por aquellas figuras literarias que por diferentes circunstancias fueron asesinadas.
Uno de los primeros que viene a mi memoria es el inglés Christopher Marlowe (1564-1593). Este dramaturgo y poeta se lo sitúa como uno de los predecesores de Shakespeare en el teatro isabelino y su figura está rodeada de misterio y leyenda. Al parecer Marlowe murió en una taberna de varias puñaladas, una de ellas y a la postre mortal, entró por el ojo; la causa fue la discusión por el pago de una cena, aunque hay quienes hablan de disputas sentimentales. El asesino fue absuelto por legítima defensa.
La famosa naturalista austriaca Joy Adamson vivió gran parte de su vida en reservas agrestes de Kenia. A raíz de la crianza de una cachorra de leona llamada Elsa y de su inserción nuevamente en el mundo salvaje, Adamson escribió su libro más famoso, “Nacida Libre” que inspiró luego una película adorable “La leona de dos mundos”. En 1980 llegó la noticia de que en la reserva nacional Shaba un león—vaya paradoja—había matado a Joy Adamson; sin embargo investigaciones posteriores concluyeron que fue asesinada y el autor, un joven trabajador de la reserva, encarcelado. El motivo del crimen nunca se esclareció.
En el parque nacional Meru, las cenizas de Joy Adamson reposan en la tumba junto a su amada Elsa.
Las imágenes del ataque al escritor Salman Rushdie durante su conferencia en un pueblo cercano a Nueva York nos siguen conmoviendo. El autor de la novela “Versos satánicos”, publicada en 1988 y prohibida en varios países musulmanes, tenía pedido de muerte realizado por el mayor líder religioso de Irán, el ayatollah Khomeini. Rushdie vivió desde entonces y durante mucho tiempo escondido y con protección especial. Cuando parecía que la pesadilla había terminado, fue atacado hace unos días por un fanático religioso—que confesó no haber leído sus libros—provocándole graves heridas por las que permanece hospitalizado.
No es el propósito de esta columna analizar el caso Rushdie y sus desavenencias con parte del mundo islámico; ni tampoco reflexionar sobre las tensiones entre ficción y fanatismo religioso o mejor dicho fanatismo a secas. Sí me gustaría hacer un recorrido por aquellas figuras literarias que por diferentes circunstancias fueron asesinadas.
Uno de los primeros que viene a mi memoria es el inglés Christopher Marlowe (1564-1593). Este dramaturgo y poeta se lo sitúa como uno de los predecesores de Shakespeare en el teatro isabelino y su figura está rodeada de misterio y leyenda. Al parecer Marlowe murió en una taberna de varias puñaladas, una de ellas y a la postre mortal, entró por el ojo; la causa fue la discusión por el pago de una cena, aunque hay quienes hablan de disputas sentimentales. El asesino fue absuelto por legítima defensa.
La famosa naturalista austriaca Joy Adamson vivió gran parte de su vida en reservas agrestes de Kenia. A raíz de la crianza de una cachorra de leona llamada Elsa y de su inserción nuevamente en el mundo salvaje, Adamson escribió su libro más famoso, “Nacida Libre” que inspiró luego una película adorable “La leona de dos mundos”. En 1980 llegó la noticia de que en la reserva nacional Shaba un león—vaya paradoja—había matado a Joy Adamson; sin embargo investigaciones posteriores concluyeron que fue asesinada y el autor, un joven trabajador de la reserva, encarcelado. El motivo del crimen nunca se esclareció.
En el parque nacional Meru, las cenizas de Joy Adamson reposan en la tumba junto a su amada Elsa.
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