12 de octubre, Día Mundial de la Artritis Reumatoide: cómo la alimentación influye en el manejo de la enfermedad
Además de las articulaciones, pueden verse afectados otros órganos como pulmones y vasos sanguíneos.
La artritis reumatoidea (AR) y otras enfermedades reumáticas son trastornos inflamatorios crónicos que afectan las articulaciones y el tejido conectivo, provocando dolor, inflamación, rigidez y, en muchos casos, deformaciones articulares. Se trata de enfermedades autoinmunes donde el sistema inmunológico ataca tejidos sanos, generando inflamación persistente y daño progresivo. Además de las articulaciones, pueden verse afectados otros órganos como pulmones y vasos sanguíneos.
Alimentos beneficiosos para la artritis reumatoidea
- Ácidos grasos omega-3: Presentes en semillas de lino (pulverizadas para mejor absorción), pescados grasos (salmón, caballa) y nueces. Estos ácidos grasos son potentes antiinflamatorios que ayudan a lubricar las articulaciones y reducir el dolor.
- Aceite de oliva extra virgen: Contiene oleocantal, una sustancia que inhibe enzimas inflamatorias, con un efecto parecido a algunos antiinflamatorios.
- Frutas, verduras y cereales integrales: Aportan fibra y antioxidantes que ayudan a disminuir los marcadores inflamatorios en sangre. Las frutillas, por ejemplo, han demostrado beneficios particulares en la reducción de la proteína C reactiva, un marcador de inflamación.
- Especias antiinflamatorias: Jengibre y cúrcuma pueden ayudar a reducir la inflamación articular, aunque deben utilizarse bajo supervisión médica para evitar interacciones con medicación.
- Vitaminas y minerales: Es importante asegurar un consumo adecuado de vitamina D, calcio, selenio, magnesio y vitaminas del complejo B, esenciales para la función inmunológica y la salud ósea.
Alimentos y hábitos a evitar
- Altos en ácidos grasos omega-6: Encontrados en carnes rojas, yema de huevo y alimentos fritos, pueden promover la inflamación si se consumen en exceso.
- Alimentos procesados y ultraprocesados: Con altos niveles de sal, azúcares simples y grasas saturadas que empeoran la inflamación sistémica.
- Productos a la parrilla o fritos a altas temperaturas: Generan compuestos proinflamatorios llamados AGE (productos finales de glucosilación avanzada).
- Exceso de sal: Puede activar células del sistema inmunológico que aumentan la inflamación, por lo que se recomienda limitar su ingesta a menos de 5 gramos diarios.
- Azúcares y bebidas azucaradas: Su consumo puede activar procesos inmunitarios indeseados agravando la respuesta autoinmune.
Aspectos prácticos para el manejo integral.
- Mantener una hidratación adecuada, ya que la deshidratación puede empeorar los síntomas como fatiga y molestias musculares.
- Controlar el peso corporal para evitar sobrecarga articular.
- No automedicarse ni tomar suplementos sin supervisión médica por riesgo de interacciones o efectos secundarios.
- El ritmo circadiano, que incluye horarios regulares de alimentación y descanso, tiene relación directa con la regulación inmunológica y puede influir en la actividad de la enfermedad.
Consejos para el menú semanal
- Comidas a base de legumbres, cereales integrales, pescados, frutas frescas y verduras variadas.
- Uso de especias antiinflamatorias como cúrcuma, jengibre y pimienta negra.
- Predominio las grasas saludables, como el aceite de oliva extra virgen y frutos secos.
- Evitar fritos, procesados y reducción de sal.
Con un enfoque nutricional adaptado, sumado a tratamiento médico y hábitos saludables, es posible reducir la degradación, disminuir el dolor y mejorar la calidad de vida de quienes viven con artritis reumatoidea y otras enfermedades reumáticas.
Prof. Lic. Samuel B. Garcia – Nutricionista / MP:108
La artritis reumatoidea (AR) y otras enfermedades reumáticas son trastornos inflamatorios crónicos que afectan las articulaciones y el tejido conectivo, provocando dolor, inflamación, rigidez y, en muchos casos, deformaciones articulares. Se trata de enfermedades autoinmunes donde el sistema inmunológico ataca tejidos sanos, generando inflamación persistente y daño progresivo. Además de las articulaciones, pueden verse afectados otros órganos como pulmones y vasos sanguíneos.
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