Flexibilizar para generar empleo

La experiencia de la reforma laboral alemana es un crisol de muestra acerca de los beneficios de una menor regulación. Las rigideces del mercado de trabajo argentino siguen generando exclusión y dejan afuera a dos de cada diez jóvenes.

Redacción

Por Redacción

Por Daniel Darrieux (*)

Justicia laboral. El mercado de trabajo en Argentina presenta un altísimo grado de litigiosidad.

La realidad del mercado laboral en Argentina explica en gran parte los niveles de pobreza, indigencia y exclusión en nuestro querido país. Veamos los números del INDEC: la desocupación, en el primer trimestre de este año fue del 10,5%. El porcentaje representa a algo más de 2 millones de personas que sufren. La situación es peor entre los jóvenes: casi 2 de cada 10 están desempleados (19,3%). Según CIPPEC, el desempleo afecta más a los jóvenes que más necesitan trabajar, los de hogares de menores ingresos. Mientras el 26% de los jóvenes del quintil más bajo de ingreso es desempleado, solo el 9% de los jóvenes del quintil más alto está en esa situación. Llevamos 28 meses consecutivos de caída del empleo.
Otro gran problema es el empleo informal: representa el 35% de la fuerza laboral. Entre los cuentapropistas, el porcentaje alcanza el 50% (como mínimo).
De nuevo, los jóvenes relativamente más pobres son los más perjudicados: 6 de cada 10 trabajan en forma precaria.
Las consecuencias: la pobreza en el primer trimestre de 2020 es del 45%, según el Observatorio de la Deuda Social. La pobreza infantil asciende al 53%, una tragedia humanitaria.

Empleo. Generar nuevos puestos de trabajo es el desafío.


Ante el gravísimo problema de nuestro mercado laboral y sus consecuencias, la buena noticia es que las soluciones existen. Un ejemplo es la experiencia de Alemania. Hacia el año 2002, el país germano registraba una tasa de desempleo superior al 11%. El indicador llegaba al 14%, considerando a los desempleados que realizaban cursos de capacitación.
También existía un descontrol en el pago de subsidios por desempleo: se abonaba el 70% del último sueldo por 30 meses. Transcurrido ese tiempo, se renovaba el subsidio por el 60% por tiempo indefinido. Este incentivo negativo determinaba que muchas personas preferían seguir cobrando el subsidio y realizar trabajos de manera informal.
En ese año, el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder inició un proceso de reformas.
Para ello, convocó a Peter Hartz, director de Recursos Humanos de Volkswagen, quien lideró una comisión de trabajo compuesta por 15 expertos, en su mayoría con una vasta experiencia en el sector privado.
¿En qué consistió la reforma laboral? Algunas de sus principales medidas fueron:
Transformación de la Agencia Federal de Empleo: el objetivo fue mejorar su eficacia, bajando costos de funcionamiento, se agilizaron trámites, disminuyendo la burocracia.
Los bonos o “vouchers” de capacitación: permitieron a las personas desempleadas la libertad de elegir entre distintos centros de formación privados para reinventarse laboralmente, lo que también generó competencia entre las instituciones de formación, promoviendo su eficacia.
Se aumentó la exigencia para el cobro del subsidio por desempleo, se redujo su importe y la extensión en el tiempo. El objetivo: incentivar la búsqueda de empleo.
Se impulsaron reducciones de los aportes y contribuciones patronales, lo que mejoró el sueldo de bolsillo, bajando el costo laboral no salarial.
Se implementaron incentivos fiscales a empresas que contrataran a personas mayores de 55 años.
Actualmente, el desempleo en Alemania – según la Oficina Federal del Trabajo – a marzo de este año, fue del 3,7%. Implica un nivel de pleno empleo, o de desempleo “friccional” (el que se da entre que una persona deja un trabajo o es despedida y se inserta en otro).
En comparación, Francia por ejemplo, que tiene un sistema laboral rígido, sufre un desempleo del 10 %.
La flexibilización ha producido un nuevo “milagro alemán” en el mercado laboral. Alemania es considerada la “locomotora de Europa”.
Otros ejemplos: países como Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Hong Kong, tienen esquemas laborales flexibles, bajo desempleo y un elevado ingreso per cápita.

El proyecto de ley de teletrabajo está imbuido de una excesiva reglamentación. De no tener importantes modificaciones, solo agravará el problema.


Nuestro mercado laboral está caracterizado por la rigidez de su legislación, altos impuestos al trabajo y una elevada litigiosidad. Con el argumento de proteger los derechos del trabajador, se excluye a quienes están desempleados o trabajan en negro. ¿Quién protege sus derechos? Estas reglas de juego desincentivan la contratación de personal. Es lo que expresan los empresarios – especialmente Pymes- y emprendedores.
El proyecto de ley de teletrabajo que tiene media sanción en la Cámara de Diputados, está imbuido de una excesiva reglamentación. De no tener importantes modificaciones en la cámara de Senadores, agravará el problema del empleo. ¿Por qué se sigue insistiendo con el mismo esquema laboral, a pesar del desastre que ha producido?
En Argentina hay unas 650.000 Pymes registradas. Si cada una contratara a una persona, se reduciría fuertemente el desempleo.
Para ello hace falta una reforma que flexibilice la legislación laboral, disminuya los impuestos al trabajo y la conflictividad. Dicha reforma debe ser parte de un plan integral que incentive la inversión privada, única generadora de puestos de trabajo genuinos.
Las reformas estructurales son más necesarias que nunca, para reconstruir a la economía argentina pos cuarentena.


(*) Contador y periodista económico.

En números

19,3%
El desempleo entre los jóvenes en Argentina. En el quintil de menores ingresos el ratio alcanza el 26%.
28
Los meses consecutivos en los que se registra una caída del empleo en Argentina.

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