Desde hace una década, Pehuenia se deleita con los platos regionales de Borravino

En este lugar se aprovechan los productos regionales. El espacio no tiene competencia con la vista que tiene del lago Aluminé.

Matías Tesoriero es chef oriundo de Villa Giardino, Córdoba y hace más de diez años está afincado en Villa Pehuenia al igual que Ailén Martorella que también es chef, pero de Santa Fe y desde el 2006 se radicó en este paraíso.


Hace diez años abrieron Borravino, un restaurante frente al lago Aluminé con siete mesas y una terraza que se habita los días que no hay viento patagónico. Allí, entre los dos, crean platos sencillos que den cuenta del lugar de procedencia y de la familia que los produce. Se han propuesto transmitir eso, el sabor esencial del alimento, sin demasiado maquillaje ni artificios.

Abrimos Borravino con la idea de establecernos en Villa Pehuenia y crear nuestro propio espacio gastronómico, un lugar donde poder cocinar lo que nos gusta comer. Arrancamos en un espacio muy chiquito, donde hacíamos platitos y vendíamos vino por copa. Por suerte iba mucha gente y el lugar nos quedó chico. Fue ahí cuando nos mudamos a un lugar más grande, con una cocina más cómoda, con más cubiertos y una hermosa vista al lago».

Matías Tesoriero, chef y uno de los dueños de Borravino.

Hace diez años, Matías y Ailén venían de explorar el mundo a través de las cocinas transitadas. Se encontraron, se identificaron y armaron un sabroso plan: Borravino. Este mes, el espacio de encuentro está cumpliendo diez años de habilidades gastronómicas, imaginación, dedicación y producción local. “Desde un principio la propuesta fue hacer una cocina sencilla, de productos nobles y lo más estacional posible. Fuimos puliendo cosas en el camino, pero esa esencia no la modificamos y es la que tenemos presente siempre a la hora de pensar los platos”, comparte el chef, desde una localidad que los vio crecer profesional y familiarmente.


Matías viajó mucho, investigó el alimento, incorporó técnicas, modificó texturas, combinó sabores, sin embargo, hoy elige conectar y transmitir la esencia del ingrediente genuino. “Hacemos una cocina sencilla, porque nos gustan los sabores puros, simples y frescos. Tratamos de aprovechar el producto en su estación, que es donde mejor se expresa”, interviene el chef.


Ellos buscan la identidad de los alimentos de la región. Identifican el camino de producción y de esta manera honran a quienes posibilitan tanta riqueza en sus cocinas. “Usamos aceite de oliva de Rincón de los Sauces. Los huevos araucanos son de producción local. Las truchas provienen del criadero de Aluminé. Los ahumados que incorporamos son de acá, de Villa Pehuenia. Con relación a las bebidas, el vermut que ofrecemos en La Escondida es de elaboradores de Río Negro. Las hojas verdes y las hierbas son de producción propia, mientras que las frutas vienen de Bajada del Agrio”, comparte Matías sobre la importancia de conocer y alentar la producción local.


“Para este verano tenemos una novedad. En enero y en febrero volvemos a servir almuerzos todos los días, con platos frescos, vermut y vinos patagónicos. Nos estamos preparando y ultimando detalles para recibir al turismo ya que tenemos muchas expectativas para esta temporada”, adelanta Tesoriero.


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