Roca: qué tiene de particular esta «ollita popular» que se cocina todos los martes desde hace 1 año

@victoriarodriguezrey

Los martes, en esta casa, y con este grupo de gente, son más o menos así. Inés ya tiene el menú y las proporciones en la cabeza y lo comunica al resto, Natha se adueña de la procesadora que lograron comprar con la rifa del año pasado, Cinthia se arremanga y comienza a pelar ajos sin preguntar cuántos, Nati lava, pela y vuelve a lavar papas, calabazas y zanahorias, Lucas selecciona y acomoda las cajas con las donaciones, Mariano también pela ajos, aunque antes ya puso Calle 13, Iván sabe que viene el momento de la cebolla, y el llanto es colectivo, por muchas causas. A esta gente les duele el dolor ajeno. Les moviliza el otoño, no tanto el ocre que se adueña de las fotos en las redes sino el frío, de esa disminución de la temperatura de la tierra, y de aquellos que pisan la tierra, por no alcanzar un techo digno.

Todos los martes, de todas las semanas, de los últimos 12 meses, este grupo de personas empáticas, se organizan y movilizan en Roca. La sensibilidad es una característica algo devaluada por estos días, sin embargo, si por ella no fuera, las transformaciones sociales no sucederían.

Todos los martes, de todas las semanas, de los últimos 12 meses, se prenden hornallas y se despliega una verdadera red social. Se la conoce como la Ollita Popular (@laollitapopular). “Frente al pesimismo y la situación de estar todo mal, dijimos, qué podemos hacer, con lo que tenemos a nuestro alcance para aportar en algo. Y no teníamos demasiado, nada más y nada menos, que recursos que otros no tienen. Y así empezó, así empezamos, a articular recursos de gente que quería dar una mano con quienes los están necesitando, de vecinos a vecinos”. Recuerda Inés sobre los inicios de la organización. Cocinan todos los martes y logran distribuir alrededor de 160 porciones de comida sana a familias de Roca.

Ro y Rocío siguen con las zanahorias y calabazas que donó Nacho, productor agroecológico de la región. Valeria espera su momento para condimentar. Yitel y Brenda ven la bacha despejada y avanzan con la selección, lavado y secado de las manzanas.

La ollita Popular va directo a las mesas de las familias del barrio Fiske Menuco y La Lomita, barrios periféricos de la ciudad, que carecen de servicios básicos y esenciales. “Es una propuesta popular y sostenible, porque es entre todes y para todes, sostenible en el tiempo para el grupo y para el medio ambiente. Por eso, por ejemplo, no usamos plásticos. Vamos con las ollas, en una camioneta al barrio y servimos desde ahí, en los envases que las familias traen. Esa es nuestra característica también, movernos con las ollas», comparte Natha.

En esta temporada se cocina principalmente guiso. Porque el guiso es colectivo y lo colectivo es compartido. No utilizan carne en ninguna de las propuestas, entienden que así se da un paso más hacia la sostenibilidad de la vida. Advierten sobre la importancia de diseñar menús sanos y variados. Las frutas, verduras y hortalizas son de la región y de la estación. La fuente de proteína la encuentran en las legumbres, que son las protagonistas durante todo el año: hamburguesas de lentejas, sanguches de berenjenas asadas, verduras a la plancha, focaccia rellena, ensaladas completas, guisos de todos los colores.

Llegó Claudia. Esto indica que son las 12, momento de subir las ollas, los panes, los cajones de fruta y todos los que quepan en la camioneta. El resto, acompaña en otro vehículo. El barrio espera. Si se atrasan es porque advirtieron un vecino con algún problema, una caja con cachorros abandonados o se olvidaron los abrigos prometidos y conseguidos.

Agradecen poder juntarse, poder organizar sus trabajos y familias para estar en el barrio todos los martes, agradecen a quienes colaboran con materia prima y dinero, a quienes prestaron el espacio de trabajo, también a quienes les allanaron el camino para acceder al barrio, a las experiencias anteriores. Agradecen a las familias que acompañan en silencio y a quienes los reciben con bullicios, tuppers y sonrisas en los barrios.

Quizá, quienes tengan aspiraciones individuales, difícilmente entiendan estas luchas cotidianas y colectivas. Y para todos los otros, que somos mayoría, las maneras de colaborar con la Ollita Popular son múltiples: yendo a cocinar o a repartir todos los días martes, aportando materia prima (teniendo en cuenta el menú de cada semana) o realizando depósitos según las posibilidades económicas de cada uno.

Cuando llega la Ollita Popular al barrio, el otoño no parece tan frío, ni la soledad olvido. En esa olla se elige qué cocinar, cómo hacerlo y para quién. Claramente en estos guisos se cocina compromiso, convicción, coherencia y construcción colectiva, ingredientes fundamentales para una legítima transformación social.

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