Hacia una bioeconomía cooperativa

Mediante la articulación de bancos de alimentos con centros verdes municipales y programas  de capacitación específicos, se podrían ofrecer respuestas de salvaguarda y promoción a muchas de las familias más golpeadas por el coronavirus, primordialmente creando conciencia de que no se desperdicien alimentos ni sobrantes reutilizables cuando ya son demasiados los niños que pasan hambre. “No podemos darnos el lujo de despreciar lo que sobra. Estamos viviendo una cultura del descarte donde fácilmente hacemos sobrar no solo cosas sino personas.” (Papa Francisco)


Prever y activar una estructura de contención para muchas de esas familias, hace puntualmente al proyecto universitario: “Cerrando el círculo: la cadena de valor del reciclaje en la ciudad de Córdoba y el rol de los recicladores de base”, un proyecto de índole social e impacto comunitario.


Los recicladores en cuestión vienen trabajando con la Federación de Cartoneros y la Municipalidad tejiendo vínculos con el Ministerio de Equidad y de Economía Social, tratando de conjugar política pública provincial y municipal en función de conseguir la aplicación de un Programa de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto sustentable en el tiempo.


Se trata de una iniciativa del Programa “Puntos de Extensión”,  desarrollado conjuntamente entre las Facultades de Derecho y Ciencias Económicas, que analiza las cadenas de valor de residuos sólidos reciclables gestionados por una Cooperativa: “La Victoria”, para aportar una herramienta que les permita mejorar su estrategia de reutilización y comercialización; proposición impulsada por la Universidad Nacional de Córdoba que debe y puede encontrar auspicios concretos en materia de promoción, asesoramiento y financiamiento conforme las finalidades especificas del artículo 1°, Ley 23.427/86 (Fondo para Educación y Promoción Cooperativa).


Este proyecto trabaja con recuperadores urbanos del asentamiento La Favela, situados en el barrio periférico cordobés de Villa Urquiza e involucra a diferentes actores y referentes de la comunidad para visibilizar a tal población en tanto sujetos activos de la economía circular, un subsistema económico que se manifiesta a través de otros modos de aprovechamiento de recursos donde prima la reducción, la reutilización y el reciclaje, por encima del producir, usar y tirar.


Tal proyecto analiza las cadenas de valor con el fin de aportar una herramienta que les permita mejorar y ampliar sus estrategias de recolección, acopios, valor agregado, reaprovechamiento e intercambios con impactos sobresalientes: 1) Revalorizar un trabajo ecológico necesario;  2) Lograr una producción creativa que fraterniza y dignifica a cada reciclador al revertir sus fragilidades y vulnerabilidades con concordia ambiental; 3) Superar paulatinamente,  injustas humillaciones e indigencias  que suelen ultrajarles, irremontablemente.


Millones de personas en Latinoamérica se dedican al reciclaje de manera informal -una labor clave en un continente que apenas reutiliza un 10% de la basura que genera-, recicladores que el Covid-19´ ha puesto contra las cuerdas.
Esta circularidad va mucho más allá del reciclaje de residuos ya que una economía circular y cooperativa implica utilizar las materias primas de manera más inteligente y cuidadosa, evitando desperdicio y contaminación. Según apotegma del pontífice argentino: “con el alimento que se tira se puede dar de comer a toda la gente hambrienta del mundo”
Por último, se trata de una bioeconomía con neutralidad climática desde la solidaridad intergeneracional e interdependencia de la vida.
       
* Experto Coneau en Cooperativismo


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