Hesayne celebró sus 66 años de sacerdocio

El obispo emérito de Viedma agradeció tantos años de servicio junto a otros prelados.

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El obispo emérito de Viedma, Miguel Esteban Hesayne, celebró con una misa sus 66 años como sacerdote. Lo acompañaron varios obispos de Río Negro y Neuquén, entre ellos el de esta capital, Esteban Laxague. Esta celebración se anticipó a su cumpleaños 92.

Hesayne nació en Azul, Buenos Aires, el 26 de diciembre de 1922 y fue ordenado sacerdote el 12 de ese mes de 1948 en el seminario San José de La Plata por monseñor Tomás Solari, entonces arzobispo de esa ciudad.

Fue designado obispo de Viedma el 5 de abril de 1975 por Paulo VI, ordenación episcopal que recibió el 4 de junio de 1975 en la catedral de Azul de parte de monseñor Manuel Marengo, obispo de esa localidad junto con los co-consagrantes Eduardo Francisco Pironio y Miguel Angel Alemán, entonces a cargo de los obispados de Mar del Plata y Río Gallegos, respectivamente.

Inició su ministerio pastoral como tercer obispo de Viedma el 8 de julio de 1975 y renunció por edad el 28 de junio de 1995. Su lema episcopal es “Para servir y dar la vida”.

Hesayne dirige desde hace años el Instituto Secular de los Cristíferos que fundó junto con Beatriz Abadía con el objetivo de ofrecer una formación integral a los laicos en Azul. Allí concelebró la misa por sus 66 años de sacerdocio junto con los obispos Virginio Bressanelli, de Neuquén; Esteban Laxague, de Viedma; Fernando Maletti, de Merlo-Moreno (anterior diocesano de Bariloche); José Pedro Pozzi, emérito del Alto Valle de Río Negro; Marcelo Melani, emérito de Neuquén y Fernando Bargalló, emérito de Merlo-Moreno, quien actualmente ejerce tareas pastorales en la diócesis de Neuquén.

Escribió libros, ensayos y varias cartas críticas a presidentes. Como titular de la cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en 2001 la Universidad Nacional de Río Cuarto le otorgó el doctorado Honoris Causa.

En 2004 recibió junto a la Madre de Plaza de Mayo Olga Aredez, el premio “Azucena Villaflor”, en mérito a su lucha por los Derechos Humanos por parte del gobierno argentino, de manos del expresidente, Néstor Kirchner. También es miembro Emérito de la Comisión Provincial por la Memoria con sede en La Plata. El ejercicio del sacerdocio le generó amistades inolvidables de hombres de lucha de la Iglesia como Enrique Angelelli y Jaime De Nevares pero Viedma y la historia lo recordarán como uno de los pocos obispos que levantó su voz y salvó vidas tras secuestros y privaciones ilegítimas de la libertad durante la última dictadura cívico militar en el país que además lo llevó a ser uno de los testigos del juico a las Juntas y de las audiencias orales más recientes por delitos de lesa humanidad.

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