Del papel al cartón corrugado: Así operaba la papelera Río Negro

El funcionamiento y la transformación de la Papelera Río Negro, una planta emblemática de Cipolletti que marcó a la región y que, tras su cierre, dio paso a una nueva etapa productiva como planta láctea.

La Papelera Río Negro de Gabetti y Cía SRL no fue simplemente una fábrica: fue un símbolo del esfuerzo colectivo y del crecimiento regional. Desde su nacimiento en 1961 en Cipolletti, la planta transformó papel de descarte en cartón corrugado, pero sobre todo transformó vidas. Dio trabajo digno a familias de Cipolletti, General Roca, Allen y Neuquén, convirtiéndose en ese gigante silencioso que, día tras día, impulsaba la economía local. Para muchos, sus máquinas no eran solo hierro y vapor, sino el sonido cotidiano de un porvenir posible.

Vista del frente de la planta en 1967 (Archivo Diario Río Negro)

Un viaje desde el papel de descarte hasta las láminas que daban forma al trabajo

Todo comenzaba con los grandes fardos de papel de descarte que llegaban a la planta, voluminosos y prometedores. La Hidrapulper los recibía como una olla colosal donde el papel se mezclaba con agua caliente para deshacerse y renacer. Luego, la máquina Holandesa, con sus cuchillas incansables, desfibraba la materia mientras se le añadían anilina y encolante, las sustancias que darían color y consistencia al futuro cartón.

Otra etapa del proceso (Archivo Diario Río Negro)

La pulpa resultante se almacenaba en piletas que garantizaban trabajo las 24 horas. Desde allí, una noria la elevaba para regular su consistencia casi líquida, un 99 % agua que, al llegar al depurador, veía separados los residuos no útiles. Después venía el “bombo”, un enorme cilindro a vapor donde la pulpa se transformaba en láminas de un metro y medio de ancho gracias a la presión que expulsaba el exceso de agua. Era casi un acto de alquimia cotidiano ver cómo aquel desecho tomaba forma y solidez.

Los secadores —cinco gigantes que nunca cesaban su labor— terminaban de dar cuerpo al material. El último de ellos, el secador monolúcido, acariciaba una de las caras del cartón con un brillo particular antes de enviarlo a las bobinadoras, donde nacían enormes rollos de cartón listos para seguir su destino.

El pase por los secadores (Archivo Diario Río Negro)

El sello azul que distinguió a toda una región

Aunque la planta también elaboraba cartón liso, su orgullo mayor fue siempre el cartón corrugado. Las bobinas ingresaban a las máquinas corrugadoras, que unían láminas para crear ese cartón azul tan reconocido en la región, el que servía para los cajones estándar y los tray pack. El color no era casual: había sido establecido por la Dirección Nacional de Frutas y Hortalizas, y pronto se volvió parte de la identidad visual de los productos regionales.

En la etapa final, las cortadoras daban las dimensiones precisas para cada uso, entregando un producto que acompañó frutas, verduras y sueños por décadas. El zumbido de las máquinas y el vigor de sus operarios fueron parte del paisaje industrial vivido por generaciones.

Un nuevo capítulo: de la cartulina al alimento de la región

El fin de la papelera llegó en 1996, cerrando un ciclo que duró más de tres décadas. Pero la historia no se detuvo allí: desde 2004 las instalaciones encontraron una nueva vida como planta láctea denominada “La Gloria del Sur”, que comenzó a funcionar en el predio de la ex Papelera Río Negro con una inversión superior a los 200.000 dólares y equipada para procesar leche fluida y producir sachets inicialmente de 1.500 litros por día, con capacidad de expandirse mucho más. La materia prima proviene de tambos propios y de la zona de Catriel, y la planta está preparada para crecer en producción y variedad de productos lácteos, generando empleo y promoviendo el desarrollo regional desde el mismo corazón industrial donde antes se producía cartón.

Así, las instalaciones que una vez dieron forma al papel corrugado siguieron siendo un motor productivo al servicio de la comunidad, escribiendo nuevos capítulos en la historia económica y social del Alto Valle.


La Papelera Río Negro de Gabetti y Cía SRL no fue simplemente una fábrica: fue un símbolo del esfuerzo colectivo y del crecimiento regional. Desde su nacimiento en 1961 en Cipolletti, la planta transformó papel de descarte en cartón corrugado, pero sobre todo transformó vidas. Dio trabajo digno a familias de Cipolletti, General Roca, Allen y Neuquén, convirtiéndose en ese gigante silencioso que, día tras día, impulsaba la economía local. Para muchos, sus máquinas no eran solo hierro y vapor, sino el sonido cotidiano de un porvenir posible.

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