La huella de un cantor del sur en la historia del tango
Nacido en 1951, Ricardo Daniel “Chiqui” Pereyra llevó la voz de General Roca a lo más alto del tango argentino. A través de este recorrido por nuestro archivo, honramos su legado desde sus primeras actuaciones locales hasta su consagración nacional, rescatando la huella imborrable que dejó en nuestra cultura.
Ricardo Daniel “Chiqui” Pereyra nació en General Roca el 26 de junio de 1951, ciudad que marcaría para siempre su identidad artística. En sus comienzos, su voz de barítono, capaz de rozar registros graves, ya anticipaba un estilo personal, construido desde el matiz y la expresividad. Con el tiempo, esa búsqueda encontró su forma definitiva en el registro de bajo, ampliando la profundidad de su decir tanguero. A esa evolución vocal se sumaron una simpatía elegante y una forma sobria de comunicar, que lo convirtieron en emblema del muchacho porteño sin renunciar nunca a su origen provincial.

Su camino artístico comenzó en Roca junto a Los de Fisque Menuco, grupo folklórico que en la década del setenta alcanzó reconocimiento regional. Integró la formación junto a Hugo Villegas, Héctor “Sapo” Benítez, Dagoberto Flores y Luis Mendoza, a los que luego se sumarían Rafael Araya y Mario “El Gallego” Martínez, bajo la guía del maestro Armando Bombardieri y el apoyo de colaboradores como Oscar Ambrós, José Garrot, Omar “Barrabás” Ruiz y Ricardo La Sala.
En octubre de 1974, el grupo viajó a Buenos Aires junto a Susana Furno y Remo Sgro Namuncurá para grabar temas destinados a un disco por el Cincuentenario de Villa Regina, mientras la vida cotidiana alternaba entre trabajos humildes y la música.

A fines de 1975, participó de la Agrupación Hueney, espacio clave para el tango y el folclore regional, donde comenzó a destacarse como cantor de tango. En paralelo, integró San Remo Musical, una orquesta de música moderna junto a “Chiquito” Corradini, Wálter Gutiérrez, Héctor Berra, Armando Bombardieri y el “Sapo” Benítez.
De Roca a los grandes escenarios

Ese mismo año, el sello CBS lo eligió para retomar la línea tanguera tras la muerte de Julio Sosa. Grabó su primer LP, Un corte y una quebrada, con la orquesta de Armando Pontier, presentado el 18 de noviembre de 1978 en un colmado Club del Progreso de Roca. Rechazó hacerlo en El Viejo Almacén, invitado por Edmundo Rivero: eligió cantar primero para su gente.

El punto de inflexión llegó en 1978, cuando ganó un concurso de nuevas voces en Roca ante una delegación de Grandes Valores del Tango, encabezada por Silvio Soldán. El 14 de junio debutó en Canal 9 con “Siga el corso”. La repercusión fue inmediata: fue retirado de la competencia y contratado, iniciando una carrera profesional que se extendería casi quince años en televisión y lo llevaría a escenarios emblemáticos como Caño 14, Michelángelo, Laura, Café de los Angelitos y el Teatro Tabarís, además de presentaciones en la Fiesta de la Vendimia, el Hotel Hermitage de Mar del Plata, Chile, Europa y Oriente.


Radicado en Buenos Aires desde abril de 1979, nunca dejó de volver. En 1982 viajó a España, actuó en la película Toto Paniagua, rey de la chatarra de Julio Saraceni y formó parte del elenco de la inédita Buenos Aires Tango, con guion de Abel Santa Cruz. En 1995 recibió el Premio Konex como Cantante masculino de tango. Entre 1996 y 1999 actuó en La noche con amigos (ATC), grabó para Forever Music por invitación de Bebu Silvetti, y en 1998 Sony Music editó Ricardo Chiqui Pereyra, 20 Grandes Éxitos. En 2003 publicó Viento que vino del sur, con Mercedes Sosa y Lito Vitale como invitados.
El reconocimiento no borró el origen. Actuó en los casinos de Neuquén y San Martín (2001), en el Auditorio Ciudad de las Artes de Fundación Cultural Patagonia (abril de 2004) y en numerosas fiestas regionales, como la Fiesta del Petróleo en Rincón de los Sauces (2009) y la Fiesta Nacional de la Pera en Allen (enero de 2010). El 28 de agosto de 2010, en el 131º aniversario de General Roca, fue distinguido como Vecino Destacado.

Desde entonces, su figura se consolidó como referente del tango del sur argentino, alternando escenarios patagónicos y porteños y dejando una marca personal: una manera sobria y profunda de decir el tango, con raíz roquense y proyección nacional.
Ricardo Daniel “Chiqui” Pereyra nació en General Roca el 26 de junio de 1951, ciudad que marcaría para siempre su identidad artística. En sus comienzos, su voz de barítono, capaz de rozar registros graves, ya anticipaba un estilo personal, construido desde el matiz y la expresividad. Con el tiempo, esa búsqueda encontró su forma definitiva en el registro de bajo, ampliando la profundidad de su decir tanguero. A esa evolución vocal se sumaron una simpatía elegante y una forma sobria de comunicar, que lo convirtieron en emblema del muchacho porteño sin renunciar nunca a su origen provincial.
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