Jorge Fouga: tras los Templarios en la Patagonia

Los custodios del cáliz sagrado pudieron haber estado en la meseta de Somuncura. Esta hipótesis es el punto de partida para la fascinante novela de este escritor radicado en Neuquén.

En su novela “El secreto de la Patagonia” (De Los Cuatro Vientos, 2015), Jorge Fouga vincula antiguos habitantes de la región con la Orden de los Templarios, organización integrada por monjes-caballeros creada para proteger a los peregrinos en su tránsito hacia Tierra Santa, tras la fundación del reino cristiano de Jerusalén.

Custodios del cáliz sagrado en el que José de Arimatea recogió la sangre que manaba del cuerpo de Jesús cuando fue crucificado, la copa utilizada en la última cena y otras reliquias sagradas halladas en el templo de Salomón. En su obra, Fouga ubica la búsqueda de refugio a persecuciones en una geografía patagónica aún antes del arribo de Colón a América.

Ingeniero civil jubilado, residente en Neuquén, durante su visita a esta ciudad refirió que decidió encarar la investigación sobre el tema hace unos cuatro años a raíz de charlas mantenidas con agrimensores sobre la meseta de Somuncura, lugar vinculado con el destino de integrantes de la orden según algunas teorías y autores. “No sé si es verdad pero fue incentivo para estudiar sobre los Templarios. El libro nació acá, me interesaba el ámbito barilochense para presentarlo”, expresa.

Las expediciones y búsqueda de vestigios de su presencia en Patagonia continúan, presumiendo que “tenían conocimiento de estos territorios e interactuaban con la gente de acá. Hubo un país que no los persiguió, Portugal, ahí quedaron grandes bibliotecas en los conventos”, material con el que Colón nutrió preparativos hacia el continente, menciona Fouga.

“Colón adoptó la cruz griega de ocho puntas de color rojo que el papa Eugenio III había autorizado a usar como distintivo a los templarios en 1147 y que portaban en las velas de sus barcos. La presencia de estas cruces en las naves de Colón hizo que la recepción por parte de los nativos al llegar a América fuera amigable”, incluye el epílogo de “El secreto de la Patagonia”.

Según la tesis argumental, “explotaban la plata de las minas del norte, bajaban desde Potosí por el río Argentum, hoy Río de la Plata, hasta su asentamiento cerca de Las Grutas, donde la procesaban y preparaban para cargarla en barcos y llevarla a Europa”.

Uno “de los motivos por los que el rey de Francia, Felipe IV (1285 y 1314), persuadió al papa Clemente V para que les iniciara proceso inquisitorio fue que había contraído grandes deudas con los templarios. Comenzaron como orden religiosa con voto de pobreza pero luego fueron enriqueciéndose y eran prestamistas de los reinos. Se llamaron templarios porque Balduino II les permitió asentarse y vivir en lo que eran las ruinas del templo de Salomón. Fueron la orden del templo y luego, de los templarios, monjes guerreros”.

En realidad, “nadie puede afirmar nada, son todas teorías. Hay una cruz en Valcheta y un crismón en la zona de Trelew, tumbas antiquísimas que no se sabe de quiénes son. No soy historiador, pero existen corrientes de pensamiento que los vinculan con los galeses y con indios barbados con ojos claros en la zona de Córdoba. Me aferré a esos datos para escribir mi novela”, define Fouga, quien concluye el epílogo señalando que “la Patagonia, con su belleza infinita, guarda su secreto. Su silencio impecable e implacable no pudo romperse”.

Sustentos de la trama

El 13 de octubre de 1307, Felipe IV ordenó la detención de los Templarios de Francia. Muchos fueron enjuiciados y quemados en la hoguera. Una flota templaria zarpó un día antes desde el puerto de La Rochelle llevándose las reliquias. Cruzaron el océano Atlántico rumbo a la Patagonia.

Eligieron la Patagonia por lejanía y seguridad. La conocían porque tenían un asentamiento donde preparaban la plata que extraían de minas de Potosí.

Con ayuda de los Günün a Künna, con quienes mantenían estrecha relación, recorrieron la meseta de Somuncura en busca de sitios adecuados para poner ocultar las reliquias, tesoros y documentación de la Orden del Temple.

Una catedral de Francia y regiones del norte argentino, recorridas con ayuda de los hênîa y kâmîare, pueblos que habitaron la región centro, contienen datos del lugar donde las reliquias habrían sido puestas a resguardo en la meseta de Somuncura.

En su novela, Fouga ubica la búsqueda de refugio a persecuciones en una geografía patagónica aún antes del arribo de Colón a América.

“Colón adoptó la cruz griega de ocho puntas de color rojo que los templarios portaban en las velas de sus barcos en 1147”,

revela Jorge Fouga, sobre la historia de los Templarios en América del Sur.

Datos

En su novela, Fouga ubica la búsqueda de refugio a persecuciones en una geografía patagónica aún antes del arribo de Colón a América.
“Colón adoptó la cruz griega de ocho puntas de color rojo que los templarios portaban en las velas de sus barcos en 1147”,

En su novela “El secreto de la Patagonia” (De Los Cuatro Vientos, 2015), Jorge Fouga vincula antiguos habitantes de la región con la Orden de los Templarios, organización integrada por monjes-caballeros creada para proteger a los peregrinos en su tránsito hacia Tierra Santa, tras la fundación del reino cristiano de Jerusalén.

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