Juan Sasturain: “El libro es un invento extraordinario”

Entrevista con el escritor, que pasó por la tercera Feria Patagónica del Libro, organizada por Fundación Cultural Patagonia

LITERATURA

¿Quién es Juan Sasturain?

Podría decirse de él que es el gran divulgador argentino de los libros. Juan Sasturain lee libros. Muchos. Pero también los escribe. Además, habla sobre libros donde sea que le pidan, incluso en la tevé, pero no sólo en marginados (aunque no tanto) canales de cable, sino también en la tevé abierta, y con buen suceso.

A Juan Sasturain le importan los libros porque lo que en verdad le interesa es la literatura y, como dirá más adelante, la literatura no siempre está en los libros. O lo que es lo mismo, no todos los libros son interesantes. Y de eso también hablará más adelante, cuando diga que lo que se está discutiendo es el mito alrededor del libro como soporte de la fantasía y la ficción.

Egresado de Letras, docente de Literatura y periodista, Juan Sasturain (González Chávez, Buenos Aires) trascendió en el mundo editorial a partir de “Perramus”, la historieta que creó junto con el dibujante Alberto Breccia en 1981. Al poco tiempo pasó a dirigir la legendaria revista “Fierro” y en 1985 editó su primer libro, un policial llamado “Manual de Perdedores” (1985). Desde entonces editó otros trece libros entre novelas y relatos. Además, escribió tres tomos más de la serie “Perramus”. Su última novela es “Dudoso Noriega”, editada el año pasado

Pero Sasturain sobresale por algo más: por haber llevado los libros a la tevé y conducido programas muy originales y estéticamente creativos, que hicieron del libro algo interesante para ver, incluso por tevé. “Ver para leer” se emitió entre 2007 y 2010 por Telefé. Actualmente, pueden verse “Continuará…”, por Canal Encuentro, y “Disparos en la biblioteca”, sobre el género policial argentino, los sábados por Canal 7, La TV Pública.

De visita en Roca para dar una conferencia en el marco de la tercera Feria Patagónica del Libro que organiza Fundación Cultural Patagonia, Sasturain habló con “Río Negro” sobre libros, claro.

¿Cuál es el estado actual del libro? ¿Qué pasa con la literatura en tiempos de soportes electrónicos? ¿Y qué pasa con la lectura? Sasturain para la pelota y reparte juego: “Son cosas diferentes”, avisa, y separa: “El libro como objeto material, el gesto de leer y la literatura. Son tres cosas distintas”.

Primer asunto. La lectura: “El gesto de leer ha cambiado. Durante muchos años leer fue una práctica solitaria, silenciosa e individual. Pero ese es un momento en la historia de la lectura. Los medios de comunicación hicieron posible otros accesos a la información que antes se obtenía a través de la lectura solitaria y silenciosa. Es decir que la actividad de leer pasó a ser una más entre tantas actividades”.

“Ahora bien”, sigue diciendo Sasturain, “el proceso de lectura estaba ligado al proceso de aprendizaje de la escritura. Íbamos a la escuela a aprender a leer y escribir. Porque la operación de escribir era complementaria a la lectura solitaria y silenciosa”.

Entonces, “si cada vez más esa operación individual de lectura se ha ido convirtiendo en una actividad más y no excluyente, ni hablar de lo que ha pasado con la escritura, que paulatinamente ha dejado de ocupar el espacio de interés que ocupaba. Hemos llegado a una etapa donde casi no se necesita escribir”.

¿Qué pasa entonces con la lectura y la escritura hoy? “Las prácticas pierden su lugar cuando dejan de ser funcionales para sus sociedades y algo de eso está pasando con la lectura y la escritura. Leer y escribir es menos funcional ahora de lo que fue en otros momentos”.

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“El libro es un invento extraordinario”, dice, entusiasmado, Sasturain. “El libro está ligado a la democratización de la cultura, a la revolución de Gutemberg y su imprenta, que cambió para siempre la distribución del conocimiento y su impresión multiplicada. Con la imprenta la realidad pasó a escribirse en el idioma que la gente hablaba, cosa que antes no ocurría. Eran textos para unos pocos”, dice y agrega: “El libro sirvió como soporte para la ficción, la fantasía. Son la admisión de la posibilidad de la fantasía, del relato fantástico”.

La aparición del libro post Gutemberg, dice Sasturain, “permitió algo que hasta entonces sólo tenía representación teatral. El teatro era asistir a un hecho ficticio en tiempos que la gente, en su inmensa mayoría no sabía leer, ni tenía acceso a la ficción impresa. Bueno, eso se trasladó al libro. La ficción, los mundos fantásticos comenzaron a circular bajo la forma de libros”.

El objeto libro mantuvo el monopolio de la (trans)portación del conocimiento de cierto imaginario. Pero con la aparición del cine y de la radio, el imaginario empezó a tener otros soportes. Dice Sasturain: “Yo, por ejemplo, que fui chico en los años ‘50, ya no leía a Verne, sino el Pato Donald y escuchaba a Tarzán por la radio, pero no leía el libro de Burroughs (autor de Tarzán). De a poco el libro fue expandiéndose para todo y al mismo tiempo fue perdiendo el monopolio de ciertas cosas”.

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Ahora bien, ¿qué pasa con el libro? “El libro se convierte en un objeto mítico”, remarca Sasturain. “El objeto libro es tan importante como lo que cuenta. Eso es lo que está mitificado, el libro como tal. Y ese mito comienza a desvanecerse”.

Un poco de historia reciente. “A lo largo del siglo XX, toda la producción cultural que no pasara por el libro era descalificada. Grandes narradores publicaban en diarios y revistas y no llegaban al libro. Todos los autores de masas tenían un grado menor que aquellos que publicaban libros. Porque el libro se acumula en un circuito que comienza en la librería y termina en las bibliotecas hogareñas. Todo aquello que no estaba en esas bibliotecas no existían. Y eso es mentira. Muchos autores que jamás pasaron al libro, o lo hicieron tardíamente, fueron muy importantes para la cultura argentina”. Y remata diciendo: “De algún modo, el libro que sirvió para democratizar, luego sirvió para canonizar”.

Ahora, la literatura. “Mi generación ya accedía a la fantasía, la ficción, por otros soportes, no sólo por el libro. El libro empezó a compartir tiempos con otras cosas, el cine, la radio y más acá en el tiempo, la televisión. Ahora, lo que ocurre con los medios electrónicos actuales es que no han venido a disputar espacios sino a sustituir. A sustituir el objeto en este caso el libro”, advierte Sasturain.

La pregunta es ¿qué cambia con el cambio de los formatos? ¿Cambia la literatura? ¿Cambia la lectura? “Todo esto cambia en cierto modo, pero no hay de qué preocuparse”, tranquiliza. En cambio, pone la mira en otra parte: en la lectura.

“Una cosa es la operación de leer no importa en qué soporte sea, poder decodificar un texto silenciosa e individualmente, tener le actitud y la aptitud de poder hacerlo. Eso es la lectura, el gesto de leer. Y eso, de algún modo, sí se modifica y se puede ir perdiendo incluso. Se pierde la capacidad de concentración que requiere una lectura individual y silenciosa. Y esto es externo a la literatura y el libro. Para leer vos tenés que estar solo, callado y haciendo una sola cosa. Y hoy leer es cada vez una operación más rara”.

Entonces, “leer, que antes era una operación necesaria, hoy es una rareza. Las jóvenes generaciones que nacen con una cantidad de estímulos audiovisuales se les enrarece leer, se las hace una operación más difícil y menos natural porque no están acostumbrados a eso”.

¿Y el que escribe? “Escribir es trabajar de manera específica el lenguaje. Lo que define al escritor no es el soporte de su escritura, sino su trabajo con el lenguaje. Un escritor tampoco es alguien que publica libros porque publicar publica cualquiera. Un escritor es una persona que escribe y escribir es tener una relación determinada con el lenguaje”.

Qué pasará con el libro es algo que a Juan Sasturain no parece preocuparle. Ni apocalíptico ni integrado. No cree que la irrupción de las nuevas tecnologías sean el fin de la literatura ni mucho menos, pero sí advierte acerca de los cambios en los modos de lectura y de escritura. Tampoco le parece que los e-books sean la panacea ni el futuro perfecto. Lo libros seguirán estando allí por mucho tiempo.

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Pero a Sasturain también le interesa el fútbol. Y mucho. Y Juan Román Riquelme, mucho. Tanto como Boca. Mientras habla de libros, a sus espaldas , en un televisor, su admirado Román marca el gol del triunfo de Argentinos. Cuando se acuerda del partido, “el Bicho” ya le ganó a Boca de Corrientes. A Sasturain sólo le queda tiempo para pelearse con el conserje, que le discute las condiciones del “10”.

Juan Mocciaro


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