Muerte del soldado en Zapala: qué surgió de las pericias en el fusil de Pablo

Con lentitud avanza la investigación de la muerte de Pablo Córdoba. Mientras se conoce el resultado de algunos estudios, se supo que el juzgado federal sigue apegado a la hipótesis del suicidio: encargó una autopsia psicológica.

El fusil FAL que portaba el soldado voluntario Pablo Gabriel Jesús Córdoba (21), hallado muerto de dos disparos en diferentes lugares de la cabeza en el Grupo de Artillería 16 de Zapala, no recargaba de manera automática una munición después de cada disparo. Esa tarea se debía ejecutar de forma manual, lo que agiganta las dudas sobre la posibilidad de que el joven se haya disparado dos veces a sí mismo.

Por otra parte, la manipulación del arma determinó que el cargador encaja con normalidad y que no tiene defectos que provoquen su expulsión de manera accidental. Como se sabe, el soldado fue encontrado en el suelo, herido de extrema gravedad, con el fusil sobre el cuerpo o a 90 centímetros de distancia -los testigos tienen contradicciones- y el cargador sobre una pierna.

Por ahora no tiene explicación cómo fue a parar allí. Tampoco se entiende por qué el arma no tiene huellas digitales comparables, al menos de las personas que la retiraron.

La autopsia determinó que el joven tiene dos disparos en la cabeza pero no estableció el calibre.

La autopsia psicológica


El hecho ocurrió el 1 de junio pasado y la investigación aún está caratulada como «muerte dudosa» por el juzgado federal de Zapala que subroga Hugo Greca. El juez parece dispuesto a profundizar en la pista del suicidio, quizá hasta descartarla, porque encargó una autopsia psicológica de la víctima.

Se realizará una vez que esté agotada la lista de testigos y de pericias. Un psicólogo revisará todo el material reunido, entrevistará al círculo íntimo del soldado, a sus familiares y amigos, y tratará de reconstruir cuál era su personalidad y su estado de ánimo al momento de la muerte.

Uno de los puntos que suele revisar esta clase de estudios son los llamados «avisos pre-suicidas», y en particular, ponen bajo examen las últimas horas de vida. Como informó diario RÍO NEGRO, horas antes de su muerte Pablo estaba organizando un asado para el día siguiente, y se había comprado ropa para asistir a la fiesta por el día del soldado argentino que se realizaría 48 horas después.

De todos modos, los padres Juan José Córdoba y Natalia Uribe tienen un poderoso argumento en contra de la hipótesis del suicidio: «nuestro hijo tenía dos disparos en distintos lugares de la cabeza, uno le ingresó por el mentón y otro por la sien derecha. No pudo haberse suicidado».

Repetición o tiro a tiro


Las características del arma abonan esa sospecha. Como había trascendido desde un comienzo, el FAL estaba en posición «R» (repetición). Una fuente explicó: «esto quiere decir que después de cada disparo, había que volver a manipularlo para que entrara otro proyectil en la recámara. No era automático, como sucede con la posición tiro a tiro, y mucho menos en la posición de ráfaga».

El 17 de agosto pasado, Juan José y Natalia participaron del acto por el día del Libertador San Martín y la jura de la bandera en el Grupo de Artillería. Allí el padre leyó un mensaje en el que afirmó que «el o los asesinos están formados aquí entre nosotros o llevan el mismo uniforme«.

Mensaje al Ejército


También envió un mensaje al jefe de Estado Mayor del Ejército, Guillermo Olegario Gonzalo Pereda: «No sabe usted cuanto ansió este padre, este suboficial principal un llamado suyo, ante tan dolorosa e irreparable pérdida de lo que teníamos en común, ni más ni menos que un camarada».

En vez de ese llamado que esperaba Juan José, el Ejército mandó tres altos jefes a su casa -el general de brigada Hugo Tabbia, el coronel Gustavo Francisco Chimeno, y el teniente coronel Enrique Rafael Lamas- a intimidarlo y a aclararle que «esto no es un caso Carrasco», en referencia al soldado asesinado en ese mismo cuartel en marzo de 1994.

Esa reunión fue filmada por los padres, el video se viralizó en las redes sociales, pero para el juez no existe: decidió no incorporarlo al expediente porque los militares no prestaron su consentimiento para ser grabados.


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