La artesanía campestre sigue viva

“El resultado tiene que tener belleza”, dice el artista.

El soguero

En un mundo de materiales y elementos industrializados todavía hay gente que mantiene viva con sus manos la cultura de la artesanía. No hace mucho tiempo –aunque aún sigue vigente en el mundo rural– la soguería era una parte fundamental en el devenir cotidiano del trabajo de campo. En las familias siempre había un integrante que se dedicaba a las sogas. Por aquel entonces, cuando terminaban las jornadas al caer la tarde en las aradas o en las sembradas, los demás miembros les acercaban los elementos que necesitaban reparación: una rienda o tiro cortado. Este familiar encargado de las sogas estaba obligado a madrugar más que el resto o prolongar las noches para arreglar esas herramientas con las que se debía retomar la siguiente jornada. Ese fue el universo que a Ángel Hechenleitner –músico, compositor, recopilador, y soguero, entre otras tantas cosas– se le reveló desde muy joven. “Debo haber empezado a trabajar cosas en cuero a los quince, aprendidas e incorporadas casi sin darme cuenta. Pero fui perfeccionando la técnica. A través de la guitarra pude viajar mucho, conocer gente, estar en fiestas criollas o lugares donde había concentración de artesanos o músicos y así fui conociendo sogueros muy importantes que enriquecieron mi conocimiento”, comentó el artesano. En las raíces de esta historia con las sogas está también la familiar, que lo une a un mundo en donde las artesanías eran parte de la vida de cada día. “Vengo de familia campesina. Mi abuelo, mis tíos, todos trabajaban en el campo. Somos oriundos de Maquinchao, donde una parte de los trabajos obligados era la soguería porque la gente se hacía todo lo que podía, como las riendas, los bozales. Así que yo me crié viendo todos esos elementos que se usaban para ensillar un caballo, trabajar con la hacienda. Y fui conociendo todo eso por tradición oral. De mi abuelo materno aprendí la guitarra. “Todo forma parte de un devenir cultural, donde las artesanías eran un trabajo más. Nadie se decía ni se creía artesano pero uno de los trabajos rurales era saber hacer sogas como se le dice en el campo a todo lo que está hecho en cuero crudo”, explicó mientras repasaba con sus manos el último trabajo trenzado. No sólo sogas Admitió que “hoy el oficio de soguero ha logrado un reconocimiento en la sociedad como una artesanía. Creo que la más importante en cuero, por excelencia. Como todos los sogueros uso el cuero recién carneado y me encargo de pelarlo, sobarlo, cortarlo. De preparar el material porque la verdadera artesanía es eso. “El artesano debe llevar la materia prima, en este caso el cuero, al estado de material y listo para hacer algún elemento, ya sea un bozal, un cinturón. Ése es un paso que creo que el artesano debe hacer. Es decir, esa transformación del material. Como el platero funde la plata y hace distintas aleaciones para lograr la materia prima con la que después trabajará o como la hilandera que toma el vellón de lana y de ahí hace un hilo que luego irá al telar. Eso es la artesanía… “Hoy se le llama artesanía a cosas que son más bien manualidades en donde se usan materiales industriales que se compran como un hilo, cuero, una hebilla y se hace un elemento. Es una actividad que requiere una cierta destreza manual pero las artesanías nobles como platería, soguería, tejeduría, cestería respetan todo un proceso y es una sabiduría que se desarrolla en el tiempo”. Pero todo tiene sus secretos. Y mientras el artesano desarrolla conocimientos y técnicas para mejorar sus productos, también debe trabajarse a si mismo. “Los conocimientos se van adquiriendo pero el artesano, sobre todo, tiene que tener paciencia. Es decir, aquí no se corre contra el tiempo. Se trata de hacer un elemento con prolijidad y el resultado tiene que tener belleza, estar equilibrado, ser armónico y útil. La artesanía siempre es útil”. Y en este sentido Hechenleitner se refirió a la aplicación amplia que hoy permite esta artesanía que no sólo se limita a las sogas sino la posibilidad de un cinturón, un llavero, un porta celular. “El oficio tiene mucha fortaleza. Si va a cualquier casa de artesanías regionales que le llaman, usted se va a encontrar con cuchillos tejidos, con cintos, con billeteras, pulseras, con materas hechas de cueros. Y ese es trabajo de los sogueros también, que han ampliado sus horizontes. No se ha quedado solo con lo que tiene que ver con lo ecuestre”, concluyó el músico y artesano que continúa con su tradición y su búsqueda de lograr con sus manos que esos materiales –en crudo o a punto– tomen otra forma con belleza y utilidad.

Ángel Hechenleitner y su taller de creaciones. Este artista mantiene viva una tradición que aprendió desde chico en su Maquinchao natal.


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