La bignonia roja
Sudafricana afincada en el Valle.
Dice el dicho que “el que tiene boca, se equivoca” y ha de ser así nomás, al menos en mi caso. Por eso vuelvo sobre una nota escrita ya hace algunos años respecto de esta planta de la familia de las Bignoniáceas. Decía en aquella oportunidad que les presentaba una planta interesante, “que crece más como arbusto compacto que como enredadera”. Claro, la había visto y fotografiado en un vivero de la zona en estado juvenil. El año pasado la volví a ver en Roca, pero ya en “vivo y en directo” creciendo como una pequeña trepadora sobre la calle San Martín al 400 (foto 1), con flores de color anaranjado y una cuadra más allá, otra, pero ya de color rojo (abajo). Pero lo que realmente me terminó de “aggiornar” fue una espaldera de casi 4 metros de alto en un jardín interno sobre calle Rohde (foto 2) y no resistí la tentación de retratarla para ofrecérsela a ustedes. Queda en claro entonces que crece más cómoda como trepadora si tiene donde apoyar sus largas ramas. Se la podría conducir como arbusto si se le acortan periódicamente esas ramas, pero desconozco hasta ahora cómo influirá sobre la floración. MODUS VIVENDI Su nombre técnico es Tecomaria capensis (sinónimo Bignonia capensis) y como su nombre lo dice es originaria de Sudáfrica (Cabo de la Buena Esperanza). Recibe varios nombres vulgares, pero el más usado creo es el de “bignonia roja”. Es de hoja perenne y le gusta crecer a pleno sol, que es además el sitio ideal para aumentar su resistencia a las heladas. La bibliografía habla de una resistencia de -8ºC, pero he observado que donde la castiga el viento frío del suroeste se le “quema” el follaje, en tanto que el sitio reparado del viento no sufrió daños (foto 3). El aspecto de su follaje es “plumoso” y si bien dicen que amarillea en suelos alcalinos como los nuestros, las que yo he visto lo tienen bien verde jugoso. Se la multiplica fácilmente por estacas herbáceas y por semilla, pero como florece principalmente a comienzos del otoño, no creo que el frío le dé tiempo a semillar.
TEODORICO HILDEBRANDT eljardin@rionegro.com.ar
jardinería
Dice el dicho que “el que tiene boca, se equivoca” y ha de ser así nomás, al menos en mi caso. Por eso vuelvo sobre una nota escrita ya hace algunos años respecto de esta planta de la familia de las Bignoniáceas. Decía en aquella oportunidad que les presentaba una planta interesante, “que crece más como arbusto compacto que como enredadera”. Claro, la había visto y fotografiado en un vivero de la zona en estado juvenil. El año pasado la volví a ver en Roca, pero ya en “vivo y en directo” creciendo como una pequeña trepadora sobre la calle San Martín al 400 (foto 1), con flores de color anaranjado y una cuadra más allá, otra, pero ya de color rojo (abajo). Pero lo que realmente me terminó de “aggiornar” fue una espaldera de casi 4 metros de alto en un jardín interno sobre calle Rohde (foto 2) y no resistí la tentación de retratarla para ofrecérsela a ustedes. Queda en claro entonces que crece más cómoda como trepadora si tiene donde apoyar sus largas ramas. Se la podría conducir como arbusto si se le acortan periódicamente esas ramas, pero desconozco hasta ahora cómo influirá sobre la floración. MODUS VIVENDI Su nombre técnico es Tecomaria capensis (sinónimo Bignonia capensis) y como su nombre lo dice es originaria de Sudáfrica (Cabo de la Buena Esperanza). Recibe varios nombres vulgares, pero el más usado creo es el de “bignonia roja”. Es de hoja perenne y le gusta crecer a pleno sol, que es además el sitio ideal para aumentar su resistencia a las heladas. La bibliografía habla de una resistencia de -8ºC, pero he observado que donde la castiga el viento frío del suroeste se le “quema” el follaje, en tanto que el sitio reparado del viento no sufrió daños (foto 3). El aspecto de su follaje es “plumoso” y si bien dicen que amarillea en suelos alcalinos como los nuestros, las que yo he visto lo tienen bien verde jugoso. Se la multiplica fácilmente por estacas herbáceas y por semilla, pero como florece principalmente a comienzos del otoño, no creo que el frío le dé tiempo a semillar.
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