La CGT y las profundas divisiones sufridas en su historia

El movimiento obrero atravesó a lo largo de casi toda su historia un constante proceso de rupturas, desavenencias y divisiones, realidad que se profundizó en estos días a partir de la reelección de Hugo Moyano en la CGT por otro período de cuatro años.

La Confederación General del Trabajo (CGT) nació el 27 de septiembre de 1930 por un acuerdo entre socialistas y anarquistas, a quienes luego se sumaron comunistas, y fue producto de la unificación de la Unión Sindical Argentina (USA) -continuadora de la FORA del IX Congreso- y la Confederación Obrera Argentina (COA), en su mayoría integrada por dirigentes socialistas.

Se asentó en sindicatos de rama como la Unión Ferroviaria (UF) y La Fraternidad y fue convirtiéndose en única frente al reducido protagonismo de la anarquista FORA del V Congreso. Los principales dirigentes de la época fueron Luis Cerutti -primer titular hasta 1936, cuando asumió José Domenech, ambos de la UF-, el mercantil Gabriel Borlenghi y el municipal Francisco Pérez Leirós.

La central obrera nació con el objetivo de inhumar los conflictos internos, las divisiones y las fragmentaciones y, sin embargo, apenas cinco años después de su creación, en 1935, se partió para dar origen a la CGT Independencia -socialista y comunista- y a la CGT Catamarca -anarquista-. Dos años después, esta última Confederación decidió refundar la Unión Sindical Argentina.

En 1942 reapareció la división y la ruptura y se conformaron la CGT Nº 1, dirigida por el socialista Domenech, que nucleó a los estratégicos sindicatos ferroviarios, y la CGT Nº 2 del también socialista Pérez Leirós, que agrupó a los gremios comunistas y a algunas importantes entidades socialistas como comercio.

El desembarco del coronel Juan Perón en la Secretaría de Trabajo, en noviembre de 1943, logró la unificación de la central obrera, que abandonó las tradiciones socialista, comunista y anarquista.

El triunfo electoral de Perón, en 1946, cambió el perfil de la CGT. La central obrera se convirtió en la columna vertebral del justicialismo. El socialista mercantil Angel Borlenghi fue designado ministro del Interior y Juan Bramuglia, abogado de la Unión Ferroviaria, a cargo de la cartera de Relaciones Exteriores.

El año 1955 determinó el primer punto de inflexión. La CGT, intervenida y proscripta, participó en la “Resistencia” y, en 1957, en la creación de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, desde siempre el brazo político de la central obrera.

El derrocamiento del radical Arturo Illia, en junio de 1966, provocó una nueva ruptura en la CGT ante la irrupción de la dictadura de Juan Carlos Onganía. Las profundas divisiones generadas por ese golpe de Estado determinaron el surgimiento de la CGT de los Argentinos, liderada por el gráfico Raimundo Ongaro.

La central tuvo un importante rol en el Cordobazo, en 1969 -mientras continuó funcionando la CGT tradicional-, y permitió el surgimiento de hombres como el lucifuercista Agustín Tosco.

El estallido castrense dividió el movimiento obrero. Reinaba el sector de “El Lobo” Augusto Vandor y, por otro lado, nacieron nucleamientos no dialoguistas opuestos a la posibilidad de aceptar que en el país existiera un peronismo en ausencia del General.

Las profundas diferencias se mantuvieron y, en 1968, Ongaro constituyó esa CGT de los Argentinos, asentada en las regionales industriales siderúrgicas y mecánicas, entre otros sectores.

El segundo punto de inflexión sindical fue el golpe de 1976. La CGT adoptó dos posturas diferenciadas que provocaron otra división entre la CGT Azopardo y la CGT Brasil, que permitió el rutilante surgimiento y accionar del cervecero Saúl Ubaldini.

La CGT fue intervenida y disuelta. El sindicalismo se organizó en dos sectores: el opositor Grupo de los 25, que luego dio paso a la Confederación Unica de Trabajadores Argentinos (CUTA) y a la CGT-Brasil, y el dialoguista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y CGT Azopardo.

El regreso de la democracia, en 1983, permitió la reunificación. Fue apenas un sueño. El gobierno de Carlos Menem, surgido en 1989 como consecuencia de la brutal crisis hiperinflacionaria, decidió frenar el ímpetu ubaldinista y provocó una nueva ruptura.

La CGT se dividió entre la San Martín del mercantil Guerino Andreoni y la Brasil de Ubaldini, respaldado por el metalúrgico Lorenzo Miguel y el petrolero Diego Ibañez, entre diversos gremios. Moyano, Juan Palacios y Julio Piumato crearon el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA). Algunos sindicatos luego decidieron escindirse para dar vida a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) de Víctor De Gennaro.

En realidad, entonces el movimiento obrero se dividió en cuatro grupos bien diferenciados: el que respaldó de forma total a Menem (Luis Barrionuevo); el que propuso negociar sin enfrentar al presidente de manera abierta (gordos), el que planteó una férrea oposición sin romper la CGT (el MTA) y el que propuso la resistencia total creando otra central (la CTA estatal y docente).

El Congreso que consagró el jueves a Moyano en la CGT para un tercer período y la convocatoria a otro encuentro para el 3 de octubre de sus opositores ratificó esa historia de divisiones. A ello se suma la CGT Azul y Blanca de Barrionuevo, creada en 2008, y la confrontación en las dos CTA de Pablo Micheli y Hugo Yasky.

En la Argentina “conviven” hoy cinco centrales sindicales, desoyendo la enseñanza de Perón: “Cuando en un país hay más de una CGT, es exactamente lo mismo que si no hubiese ninguna”.

Télam


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