La crueldad del coronavirus: historias y datos de la muerte

La pérdida de una persona querida, familiar o amiga, siempre es doloroso, pero la pandemia le dio al proceso de duelo un extra: estar lejos.

La muerte en tiempos de coronavirus parece más triste. La soledad que transitan los pacientes en sus últimos días y la angustia de sus familiares profundiza el dolor. Y las cifras no dan respiro porque seis de cada diez personas que llegan a una terapia intensiva no logran sobrevivir.

El coronavirus tiene historias marcadas por el dolor. Las muertes como consecuencia de este virus el año pasado en Río Negro llegaron a 927, según los registros del Ministerio de Salud al 31 de diciembre, y rozaron la cantidad de fallecidos por tumores, la principal causa de decesos en la provincia, duplicando las defunciones por enfermedades respiratorias.

Las últimas estadísticas vitales de Río Negro datan de 2019. No hay informes oficiales aún de 2020, que tendrá sin duda el impacto de la llegada de la covid-19, que registró su primera víctima fatal en la provincia el 26 de marzo del año pasado, en Cipolletti, y que hoy acumula más de 1.610 muertos.

Los datos echan por tierra aquella premisa que los descreídos de la pandemia repetían en el comienzo del brote cuando sin ninguna certeza afirmaban que “esta enfermedad era como una gripe” o que había “más muertos por influenza que por coronavirus”.

El año pasado en la provincia murieron 927 personas con coronavirus. El índice de letalidad, que toma los descesos respecto del total de contagiados, es similar a la media nacional, con un 2,6% el año pasado. En ese primer período el promedio de edad de las víctimas era de 74 años y la ciudad más afectada, Bariloche, la más poblada de la provincia.

No se puede hacer una comparación lineal en el mismo período con otras patologías, por eso se toma 2019 en su totalidad, cuando hubo 4.341 defunciones mayores de 1 año en Río Negro, de acuerdo con los registros estadísticos del Ministerio de Salud provincial. De ese total, 1.090 murieron a causa de enfermedades oncológicas; 850 por enfermedades en el sistema circulatorio y 503 como consecuencia de enfermedades respiratorias.

En las estadísticas oficiales se ubica en tercer lugar las causas de muertes mal definidas o desconocidas, que ascendieron a 518.

Hay dos puntos coincidentes en los datos prepandemia y durante el primer año de la pandemia, y tienen que ver con que los decesos también se registran en su mayoría en la ciudad más poblada, Bariloche, y el 53% de las víctimas superaba los 75 años.

Del total de las víctimas por enfermedades del sistema respiratorio, el informe de Salud Pública detalla que el año anterior a la declaración de la pandemia mundial, 235 personas murieron por influenza o neumonía; 99 por enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores; 75 por insuficiencia respiratoria; 45 por otras enfermedades respiratorias que afectan al intersticio; 21 por enfermedades de pulmón debido a agentes externos y 28 por otras enfermedades del sistema respiratorio.

Una diferencia semántica

En una primera etapa de la pandemia se generaba controversia y se creía una diferencia sustancial entre las personas que morían con coronavirus, es decir los afectados por el virus al momento del deceso, pero que tenían otras enfermedades previas; de los que de manera directa murieron por el virus SARS Cov 2.

El Ministerio de Salud de Río Negro durante los primeros meses informaba a diario los decesos en la provincia con la aclaración de las patologías previas que afectaban a la víctima. Diabetes, enfermedades cardiovasculares u oncológicas eran de las más recurrentes. Pero con el paso del tiempo dejó de precisar esta situación y todos los decesos con el virus pasaron a formar la nómina de afectados con esta enfermedad.

La secretaria de Políticas Públicas de Salud, Mercedes Ibero, precisó a RÍO NEGRO que se dejó de hacer esta salvedad porque mayoritariamente las personas muertas con coronavirus tenían patologías previas o factores de riesgo, solo 4 o 5 casos no lo tenían. De todos modos, internamente en el certificado de defunción no se omite ningún factor de riesgo que haya tenido la víctima, aunque la muerte sea atribuible al covid-19, porque es exigido a nivel nacional a modo de codificación para que exista una uniformidad de criterios en todo el país.

“Todo paciente que tiene covid al momento de morir se registra como causa de fallecimiento el covid-19. Se podrían hacer autopsias para ver si su patología de base empeoró por el covid o si aceleró su fallecimiento”, preció Ibero.

También aclaró que si hay sospechas de que una persona al morir tenía la enfermedad, se realiza un “chequeo epidemiológico” para poder constatarlo como corresponde en los registros oficiales.

“Hasta que los muertos no son tuyos, no tomás conciencia”, dice Pamela Latorrez al cumplirse seis meses de la partida de su papá Fernando, a quien el coronavirus lo sorprendió a comienzos de noviembre y, sin tener enfermedades previas, lo atacó con crueldad.

Como le sucede a muchos familiares, la muerte de un ser querido con coronavirus genera un impacto que se acrecienta por la imposibilidad de acompañarlo y después del deceso el impedimento de tener el ritual del duelo. “Este virus es muy cruel. Te aisla, te encierra y te deja solo básicamente”, lamentó Pamela al recordar que un domingo de noviembre una ambulancia se llevó a su papá, cuando su cuadro se había agravado, y al día siguiente ingresó a la terapia intensiva del Hospital Privado Regional (HPR), sin poder verlo nunca más. 20 días después, Fernando Latorrez murió.

Para Pamela es inentendible que la gente no tome conciencia de que “el virus te puede matar”. Su padre, de 69 años, se cuidaba mucho, como todos en la familia, no tenía enfermedades previas, no fumaba, ni tenía factores de riesgo. “Todavía no entendemos por qué fue fulminante”.

A Nahuel Céspedes le ocurrió algo similar. Su papá Martín, un dirigente social y militante de Bariloche, estuvo diez días con neumonía bilateral en su casa porque los médicos entendían que no había gravedad como para ser internado. Cuando finalmente lo trasladaron a una clínica ingresó directo a la sala UTI.

“Pasamos diez días sin verlo. Solamente una vez por día nos daban los partes médicos por teléfono, sin demasiadas precisiones. Fue muy difícil. Nos dejaron verlo solo una vez los últimos días”, recordó Nahuel. A fines de abril su papá murió.

Para Marcela Psonkevich el coronavirus atravesó su vida y los últimos días de su mamá, sin padecer la enfermedad. “Los protocolos indican que seas paciente covid o no covid es lo mismo, no te dejan ver al paciente. Estuve 19 días con mi mamá internada y no la pude ver, solo 5 minutos por día me daban el parte por teléfono, sin saber nada de ella porque no podía hablar con mi mamá”, recordó al repasar aquellos días de octubre.

Tras la muerte de su mamá, Marcela hizo pública una carta crítica a los protocolos en la que pidió “más humanidad”. “La situación no cambió en nada. En mi caso me cuido muchísimo, me cuidé antes y me después de esa situación porque pienso que si ya fue traumático lo que pasé, sería doblemente traumático ahora”, señaló.

Hoy en el hospital y las clínicas de Bariloche están limitadas al máximo las visitas, pero en caso de requerimiento de la familia se permite ingresar a ver su ser querido en la despedida. En algunos casos solo una persona por familia y unos escasos minutos.

El ritmo constante de la muerte también tiene su impacto en el proceso posterior. En Bariloche, la ciudad con más fallecidos en esta pandemia, que supera los 340 casos, el cementerio local siente el impacto.

En el cementerio municipal de Bariloche la actividad es permanente (Foto: Chino Leiva)

“Cada día tenemos preparadas entre 6 o 7 fosas abiertas debido a la cantidad de casos que se vienen dando”, afirmó Eduardo Garza, secretario de Servicios Públicos de la Municipalidad, quien dijo que estiman un aumento de un 20% en la cantidad de muertos que llegan al cementerio municipal respecto de años anteriores.

Para Garza el incremento no es alarmante ya que se compensa respecto de que no hay muertes o hay menos casos de decesos por otras causas, como podrían ser accidentes u otras enfermedades.

Respecto de los casos de coronavirus días atrás la secretaria de Políticas Públicas de Salud, Mercedes Ibero, dijo que la tasa de letalidad en Bariloche es muy baja. Ese índice se toma considerando la cantidad de contagios en total. La media provincial es de 2,4% y en la ciudad andina llega a 1,5%.

Los protocolos por coronavirus exigen que las personas fallecidas con esta enfermedad “deben ser sepultadas en tierra, no en nichos”. Ante la escasez de espacio, las empresas dedicadas a los servicios de sepelio están obligadas a transmitir a los deudos esta situación y priorizar la tierra para pacientes covid. También está la opción de cremación que ofrece un cementerio privado y que recibe el 50% de los difuntos.

Los sepelios actualmente están cancelados por el confinamiento estricto, pero antes de estas medidas que rigen desde la semana pasada, los deudos solo tenían un período autorizado para despedirse y un cupo de personas que podían acompañar al difunto hasta su última morada.


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