La escuela, único reducto para los chicos del Oeste
“Si no estuviera, no tendrían adónde ir”, dicenlos docentes. Un Estado ausente, familias disgregadas y la difícil situación <br />económica dejan desamparados a los niños.
Leonardo Petricio
NEUQUÉN (AN).- Las escuelas del Oeste neuquino sobresalen entre calles de tierra y barro, casillas, pasajes y basura. Son “el último reducto que les queda a los adolescentes como salvataje en la vida”. Maestras y directoras aseguran que existe un alto grado de abandono por parte de los Estados municipal y provincial. Esto sumado a familias desmembradas, monoparentales, situaciones económicas adversas, son algunas de las causas que llevan a los jóvenes a la violencia, la delincuencia y las adicciones.
“Los chicos están solos. Madres que dejan a sus hijos encerrados en la casa a cargo de la hermana mayor de 12 años. Chicos que sabemos que duermen en las plazas del centro, o familias enteras que los días que no hay clases se van al basural”, cuenta Isabel Pocai, vicedirectora de la escuela primaria 311 del barrio Gran Neuquén Norte.
La escuela se convierte así en un espacio de contención, en muchos casos el único y el último. “Nosotras no podemos más que hablar con el chico, cuando quiere escuchar, claro”, indica la docente.
“Hay muchos chicos solos y en la calle. Si no tuvieran la escuela, no tiene adónde ir. No hay espacios de recreación. En Cuenca XV el último edificio público es esta escuela” describe Susana Delarriva, directora del CPEM 69 “Carlos Fuentealba”. La indignación ante la falta de políticas públicas que reviertan la pobreza, se encauza en acciones propias, en buscar por ellos mismos una solución. Así llegaron al servicio de mediación que ofrece la Defensoría del Pueblo, con el que consiguieron realizar talleres sobre adicciones, por ejemplo. (Ver recuadro)
Pocai asegura que el trabajo de su equipo docente está enfocado en generar actividades para que los niños y adolescentes pasen el mayor tiempo posible en la institución. Junto al proyecto “Barriletes en Bandada”, desarrollan talleres a contraturno, pertenecen a programas nacionales, y fomentan la asistencia de los alumnos a la biblioteca para leer o hacer la tarea. “Si los tenemos en la escuela no están en la calle. De los que no están escolarizados no se hace cargo nadie, ni el padre, ni la madre, ni el Estado”, indica la vicedirectora.
En cambio, desde el CPEM 69, Delarriva afirma que la escuela no debe ser una guardería. “Porque sino pierde la función para la que fue creada, que es enseñar. La sociedad cree que tenemos todas las responsabilidades y esto no es así. El Estado actúa en situaciones de emergencia, pero nunca para prevenir”, critica la directora.
La falta de recursos también incluye la ausencia de inversiones destinadas a la educación. “No tenemos salita de primeros auxilios, no hay destacamento, no hay plazas, ni canchas”, explicó Delarriva sobre la situación en Cuenca XV.
“Los menores están en un estado total de abandono, de parte del Estado y por familias desintegradas por separaciones o condiciones económicas que llevan a los padres a trabajar todo el día. El último reducto que les queda de algún salvataje en la vida es la escuela”, advierte.
En cuanto a las edades, Pocai insiste en que las drogas están presentes en ciclos cada vez más bajos. “Empiezan a los diez años, con porros y pegamento, que son llevados por los más grandes”, relata. Lo mismo sucede con los robos. “El otro día nos enteramos de un alumno nuestro de diez años que estaba robando una casa, y andaba con la mamá”, indica y deja al descubierto la responsabilidad de los adultos en los casos de delincuencia.
En la zona oeste no hay lugares de contención para niños y adolescentes.
Leonardo Petricio
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