La fruta en su hora más difícil

La crisis lleva más de tres décadas y hoy implica falta de competitividad y concentración en pocas manos. Los resortes económicos son nacionales, pero ninguno de los gobiernos provinciales se comprometió con una solución integral para el sector.

REGINA-HUERGO- PRODUCTORES ARROJAN FRUTA EN LA RUTA

Por Ing. Ricardo Epifanio

Aquella próspera economía regional frutícola que floreció entre los años ’50 y 80, lamentablemente ya no retornará. Por esos días, la región exhibía 8.000 productores, 20.000 obreros en cosecha, 100.000 personas involucradas directa e indirectamente y 1.000 millones de dólares de exportación.
Quizás el error fue pensar en aquellos años de gloria, que la fruticultura como monocultivo era suficiente como para perdurar en el tiempo. Hoy vemos que no es así, entre otras cosas, por las ausentes, malas e inadecuadas políticas nacionales, la anomia provincial y las ambiciones o dejadez del sector. Un combo mortal.
Los resortes para evitar la crisis son en general nacionales, pero al tratarse de una economía regional tan específica es imprescindible una fuerte presencia del gobierno local en un diálogo permanente con todo el sector, asesorando, proponiendo opciones y muchas veces oponiéndose al gobierno central. Una región tiene tratamiento nacional de fondo cuando la provincia comprometida con el sector demuestra que su problema es de magnitud nacional.

10-04-19 cervantes pera cosecha sin levantar en chacras


Ya en otras oportunidades nos hemos referido a la historia de la fruticultura, indicando que en la década del ‘80 quedó inconclusa la última etapa iniciada con una decadencia suave, con un incipiente problema estructural que la mayoría de los productores independientes no vio venir. En aquel entonces, muchos se sentaron en la comodidad de intentar tratar el tema frutícola integral ‘de la tranquera para adentro’, sin ver que el factor de riesgo no estaba solamente dentro del sector (las empresas que equilibraban sus cuentas comprando fruta barata al productor, debido a sus altos costos y maximizando sus ganancias). Concurrentemente, las políticas nacionales malas o con impacto dañino en nuestra región y sus correlatos provinciales acentuaron las dificultades. Las sucesivas administraciones provinciales de signo radical nunca tuvieron una propuesta estructural para la actividad, e iban sorteando las difíciles coyunturas con subsidios paliativos, posponiendo la agonía de mucho de sus actores. Llegada esta última administración, salvo el intento de proyecto del LIBRO BLANCO (base de análisis, que no tuvo trascendencia por su incapacidad de diálogo), no se ha hecho nada importante, ni se ha defendido al sector frente a las malas e inadecuadas políticas nacionales que afectaron y afectan mucho nuestra actividad.

En la actualidad la superficie plantada se ha reducido a aproximadamente a la mitad y la actividad se ha concentrado en menos actores.


Así llegamos al 2018/19, esperando estar en los finales de una etapa signada por la decadencia, con muchas víctimas en el camino.
Quienes quedan en el sector y mantienen la viabilidad, están inmersos en una crisis de competitividad. En general podemos decir que la actividad se concentra en menos manos, la superficie plantada se ha reducido a aproximadamente a la mitad y se han concentrado las etapas superiores del proceso de conservación-comercialización, ya que muchos de los anteriores protagonistas no pudieron soportar la crisis.
Hoy nos encontramos con la necesidad de solidificar lo que queda de la fruticultura regional, con soluciones específicas para cada una de las etapas, ante la necesidad inmediata de tener rentabilidad frente al gran atraso tecnológico, financiamiento adecuado, la falta de poder adquisitivo interno y el alto costo argentino. Se debe además facilitar imperiosamente la integración vertical del productor independiente que todavía está en pie y que correrá la misma suerte que el resto (como ya está demostrado en los hechos), para lo cual es decisivo el papel del Estado con una política consensuada con el sector.
Por todo lo dicho, con todo el esfuerzo y rapidez que podamos, se debe procurar la planificación y puesta en valor de un desarrollo agrícola – ganadero e industrial de todos los cultivos y animales que se puedan producir en esta región, con el consiguiente financiamiento, asesoramiento especifico y control de gestión teniendo en cuenta el medio ambiente como factor positivo de gestión.
Más que nunca se requiere instalar una planificada, profunda y agresiva política para el desarrollo de los valles irrigados de Río Negro y Neuquén, dado que en la actualidad, están quedando muchos más espacios abandonados que cultivados, con propietarios y trabajadores directos sin destino. Por ello, debemos pensar en una fuerte diversificación productiva, para la cual hace falta una política consensuada entre el sector publico y el privado, debiendo ser convocada por el gobierno provincial, quien tiene medios y el poder político para hacerlo, siendo esto lo esencial de su función administradora hacia el futuro comunitario.


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