La fruta y la necesidad de recomponer la productividad

A la debacle propia de la actividad, se le suma ahora un escenario inédito. Una propuesta de gestión financiera integral, podría ser la llave de la recuperación.

Redacción

Por Redacción

Por Enrique Driussi (ASAP – Filial Comahue)

El propio Ministerio de Economía de la Nación publicó en Diciembre 2014 -un año antes que finalizara el largo período del gobierno kirchnerista-, un estudio concerniente a la producción primaria de manzanas y peras, donde señalaba que los rendimientos resultantes de las estructuras tecno-productivas vigentes en Argentina, lo ubicaban relativamente alejado de los principales países productores.
El caso de Nueva Zelanda es un claro ejemplo de un país ordenado fiscalmente y organizado productivamente, donde el Estado ha dado el primer paso otorgando incentivos fiscales, mediante rebajas de impuestos y facilitando los mecanismos de comercialización para lograr importantes cupos de exportación.
En el cuadro que acompaña la nota, se observa nuevamente a Nueva Zelanda como país líder en el Hemisferio Sur con una productividad de casi 50 toneladas por hectárea de manzana, y un poco menor en la producción de pera.
En contraposición, la economía regional frutícola del Alto Valle –la más importante de Argentina en manzanas y peras-, hace 20 años que padece de graves problemas no resueltos que han causado una reducción de la superficie productiva, por el abandono de la actividad de algunos chacareros, forzados por la falta de una política de apoyo por parte del Estado. Como si esto fuera poco, el gobierno nacional ha incrementado las retenciones a las exportaciones del sector frutícola. Una muestra más del tipo de medidas incongruentes con el crecimiento económico.


No existe en Argentina una visión estratégica, sólo la necesidad de incautar dólares en el corto plazo. Para distribuir riqueza, primero hay que dejar crecer al sector productivo que la genera.
Aquí en la región se necesita invertir para reemplazar plantas nuevas, incrementar la protección contra el granizo y las heladas, nuevos agroquímicos para las plagas, además de incorporar y sistematizar más hectáreas.

Una alternativa para lograr un salto de productividad
Por estos días hemos escuchado políticos oficialistas como Carlos Heller, diciendo que la disminución de la tasa de interés y el acceso al crédito va a ser una ayuda fundamental para recuperar las pymes y la industria.
Sin embargo, la cultura del productor primario, como la del pequeño chacarero de nuestra región, es totalmente distinta. En general, se trata de personas que prefieren no tomar créditos por temor a pactar una operación financiera -con muchos insumos agroquímicos valorizados en dólares-, y cuya devolución está supeditada al riesgo de fenómenos climáticos (granizo, heladas, vientos, etc) y a la incertidumbre de los precios obtenidos al momento de comercializar su producción. Existe además un riesgo de crédito porque su cobranza no tiene un monto cierto y determinado a una fecha.
El modelo de Gestión Financiera Integral Asociada para productores primarios, ha sido diseñado en base a un trabajo de experiencia adaptativa realizada en el COPADE (Consejo Provincial de Planificación y Acción para el Desarrollo). Esta experiencia se llevó a cabo con 19 productores a principios de los ‘90.


El Estado no sólo aportaba el dinero del crédito necesario a través de la banca provincial, sino que garantizaba durante todo el ciclo la continuidad económica, formulando el proyecto de inversión, entregando un paquete tecnológico, elaborando cuadros de costos y de comercialización en cantidad y precios, tramitando la carta de comercio exterior, encargándose de todo trámite administrativo, impositivo y financiero.
De tal manera, estos chacareros sólo debían preocuparse de obtener una determinada calidad de producción, cuyo certificado de cualidades organolépticas se realizaba en los laboratorios de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue.

Características y funcionamiento del sistema
A partir del postulado constitucional de que “el crédito agrario debe tener un reembolso acorde al ciclo agrobiológico y al rendimiento de la producción”, la banca de desarrollo e inversión es el nexo financiero durante el ciclo de transformación que efectúa la actividad del agente productor: dinero-mercadería-dinero, desde el suministro de disponibilidades financieras necesarias para la adquisición de insumos en el mercado de proveedores (insumos, maquinaria), y el resto del capital de trabajo para solventar los gastos propios del proceso productivo. Posteriormente, existen también otros gastos que se producen en la etapa de comercialización del producto en el mercado de clientes. Este flujo de fondos negativo (desembolsos), se ve compensado a la finalización del ciclo, con la cobranza efectiva de los fondos positivos (ingresos).
Debido a que las condiciones comerciales y financieras de los mercados de clientes y proveedores son distintas (plazos de pago, condiciones de financiamiento, tipo de moneda), la banca de desarrollo e inversión administra el flujo de fondos entre el agente productor y los dos mercados. Significa, que el manejo de los fondos afectados al proceso productivo, comercial y financiero, es una tarea específica y de especialización. Por lo tanto, tales fondos están depositados en la misma banca, durante todo el ciclo de transformación. A continuación se presenta en forma esquemática los alcances que tiene esta propuesta:
• Cobranza de producción vendida al mercado interno y externo (Gestión: Banca-Cliente).
• Cancelación de deudas comerciales con los proveedores (Gestión Banca-Proveedores).
• Reembolso de crédito de inversión (Gestión Banca-Productor).
• Reembolso de seguros sobre la producción (Gestión Banca-Productor).
• Cancelación de obligaciones tributarias (Gestión Banca-Estado).


Como contrapartida de este servicio de gestión financiera integral, la banca de desarrollo e inversión tiene como beneficio canalizar y centralizar un flujo de fondos significativo, lo cual le permitirá actuar con un determinado posicionamiento en el mercado de capitales, cuyos excedentes serán destinados a financiar nuevas inversiones y potenciar las ya existentes, las que redituarán al cabo de ciclo productivo con un nivel de rentabilidad incremental, construyendo así una “espiral de crecimiento”.
Esta iniciativa presenta varios aspectos favorables para los actores involucrados:

Para los agentes productivos
•Propender la especialización. El productor sólo debe preocuparse de los aspectos operativos que mejoren su calidad y diferencien su producto.
•Reducir costos administrativos en las unidades productivas, dejando las “tareas de apoyo” de la cadena de valor a cargo de la banca de inversión.
•Contar con información comercial y asesoramiento técnico especializado en cuanto a las mejores alternativas de comercio externo y mecanismos de financiación e inversión.

Para el Estado
•Contribuir a transparentar la capacidad contributiva real a nivel fiscal, y por lo tanto optimizar el sistema tributario, minimizando la carga impositiva.
•Contribuir a los procesos de integración y complementación en los sectores productivos alentados por una mayor demanda, fortaleciendo las condiciones de competitividad y productividad.
•Canalizar y centralizar un flujo de fondos significativo de todos aquellos productores que no cuenten con una organización propia que cumpla las funciones comerciales y financieras.
•Eliminar el riesgo de crédito al gestionar directamente la administración financiera del cliente (agente productor).
•Introducir el uso de instrumentos financieros derivados, ofreciendo nuevas alternativas para neutralizar riesgos mediante operaciones de financiamiento internacional.
•Desde el punto de vista de la economía monetaria, la banca de desarrollo e inversión (nacional o provincial) centraliza el manejo de divisas, quedando la moneda de curso legal para manejo de economía doméstica. Es decir, el productor no debe preocuparse por comprar dólares.
•El sector de ciencia y técnica tendría la posibilidad de incrementar sus ingresos como producto de las tareas de investigación y desarrollo aplicadas a la producción.


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