La Minorina, el reinado de la calma Chicha

Nicolás Visnevetsky sigue recorriendo restaurantes: en este caso La Minorina en las afueras de Cipolletti, un monumento a la tranquilidad, los pinchos y la parrilla de fin de semana.

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Luego de recorrer algunas ciudades de Río Negro, ver historias de vino y de cocina con un zoom antropológico e investigativo, elijo una propuesta de domingo para disfrutar esta primavera polinizada con los mejores aromas de chacra. El domingo es el día más potente de la semana. Algunos magnifican plan familiar, otros se deprimen a la velocidad de la luz. Tiene fútbol, asado, tallarines y carece, por suerte, de la histeria de la semana, del bocinazo y el celular.

Tomo unos mates, escucho el último disco de los Kuryaki mientras el mediodía se abre y me subo a la ruta 151. Recorro 6 kilómetros, observo que la gente ya se está bañando en los canales de riego y recuerdo mis zambullidas de adolescente, mientras devorábamos manzanas que algún árbol generoso convidaba mas allá de los límites establecidos por el alambrado, los perros y los tiros al aire de algún chacarero…

Voy con destino a La Minorina, restaurante del amigo Agustín Bonnet, que por estas épocas me sirve de cable a tierra, buena parrilla, buenas ensaladas, buena carta de vinos.

El territorio que rodea a esta casona de principios de siglo XX es un lugar para pasar el resto de la vida. Tierra fértil, corazón chacarero, álamos toreando cuando sucede la presencia del viento como ejércitos de pivotes de la NBA cortineando adversarios lejos del tablero. Me tocó uno de los mejores días que despide este 2012. Mariposas, grillos y el olor a asado que atraviesa la tranquera.

El auto protegido por las sombras, mesas apostadas en el jardín de La Minoría, sombrillas, espacio, mucho verde que te quiero verde.

El restaurante “La Minorina” forma parte del circuito de turismo de campo del Valle del Río Negro.

La Minorina está absolutamente preparada para hacer un plan en familia, juegos para los más pequeños, animales de corral, huerta, árboles llenos de sombra para echarse una siestita. Sólo, en pareja, en manada familiar… la chacra invita a no correr.

Agustín es un muy buen anfitrión y sabe que me gusta siempre inmiscuirme en el corazón de la cocina. Voy y vengo, observo cómo se completan las mesas en un santiamén y me instalo en el fondo, cerca de los mozos, los cocineros y los parrilleros. La gente sigue llegando y El Guti, un caballero histórico de la gastronomía y los laberintos de la cocina, entra y sale chequeando los fuegos y las parrillas.

Agustín cursó cocina en la escuela del Gato Dumas, trabajó en cocinas de Punta del Este y fue parte de la maquinaria del mítico “Sherlock” de Neuquén.

Me gusta ese ir y venir de la cocina, el encadenado de acciones que van desde la alquimia de transformar los alimentos en un plato que espera el primer bocado de un comensal, a la calma chicha de una sobremesa. Todo se activa y se desactiva. La acción de comer es un acto metafórico de destruir lo que un cocinero armó, para satisfacer necesidades biológicas y por sobre todo, darle una razón de existencia más al ponderado sentido del gusto.

Es un folklore intenso y hermoso.

Elijo entraña con rúcula en un sándwich conmovedor. Me siento con Agustín, mientras la gente sigue llegando, los llamados de reserva sonando y la parrilla se carga con buenos cortes de carne.

La entraña está en su punto justo, acompañamos con un vino Andeluna 1300, Malbec, 2011, gran vino que explota de vainillas, chocolate y buenas frutas. Alquimia entre madera y vino este Andeluna del valle de Tupungato a 1300 metros sobre el level del mar. Cabeceando nubes.

Detalles de pinotea, aberturas, mosaicos, bancos para reposar, “La Minorina” fue reformada para transformarse en un restaurante de 50 cubiertos.

Si buscas intimidad, cielo abierto, campo profundo, La Minorina es un excelente lugar para ir a comer.

Viernes por la noche, Sábados mediodía y noche, Domingos mediodía y feriados open.

Siempre acordate de reservar antes, generalmente el sitio es concurrido.

La Minorina es un cacho de historia del alto valle. Frente al restaurante se encuentra una de las bodegas insignia de este río negro profundo.

Espero que puedan zambullirse en la parrilla, los pinchos, el vino y uno de los recomendados es el Tiramisú.

Escucho Ula Ula de los Kuryaki, me tiro en el pasto a ver como el domingo respira conmigo este día de campo, donde nadie corre a nadie y el pulso lo marcan los grillos y las mariposas muy spinetteanas.

Hasta la próxima

+ info: LA MINORINA | Km 6,4 – Ruta 151 – Cipolletti | Tel: (0299) 6313250 | E-mail: laminorina@gmail.com

En Facebook: La Minorina Restaurante

Me llamo Nicolás Visnevetsky, tengo 32 años, soy periodista. Mi infancia y adolescencia fueron atravesadas por la radio, los diarios y la música, mis viejos son absolutos responsables de ello. Creo en el vino más que en dios, amo la gastronomía tanto como la poesía. Estuve en el último recital de los redondos y soy parte de una generación que alcanzó a viajar en tren desde Buenos Aires a Neuquén. El gol de Maradona a los ingleses me conmueve tanto como un sándwich de crudo y manteca. Me gusta mucho el Merlot y elijo compartir mi GPS gastronómico, mis impresiones, mis notas de cata, mis columnas con tod@s ustedes. Ojalá que disfruten y abran el juego. Salú!

nicovisne@gmail.com

web: about.me/nicovisnevetsky


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