La Orquesta de Cámara del Neuquén sigue brillando en su ciclo
El sábado pasado, en su sala propia de Leguizamón 328, la Orquesta de Cámara del Neuquén brindó un espectacular concierto integrado con obras de Maurice Ravel, Richard Strauss y Ludwig van Beethoven.
Maurice Ravel, compositor francés (Ciboure, Bajos Pirineos, 7/III/1875 París, 28/XII/1937), estudió en París siendo alumno de Gédalge, Pessard, Bériot y Fauré. Tanto Ravel como Debussy son los representantes del impresionismo musical. Su obra se agrupa en tres géneros: obras vocales, obras instrumentales y obras dramáticas. La «Pavana para una infanta difunta», obra con la que se inició el concierto, pertenece al segundo de los géneros y se estrenó en el año 1899. Se trata de una obra sumamente atractiva con una partitura muy exigente y una orquestación muy particular. Ravel pretende un arco iris de matices sonoros muy atractivo al oído. En esta ocasión la Orquesta respondió adecuadamente y Marcelo Alvarez la dirigió con solvencia.
Richard Strauss, compositor y director de orquesta alemán (Munich, 11/VI/1864 – Garmisch-Partenkirchen, 8/IX/1949) como compositor es conocido por sus obras instrumentales («Así habló Zaratustra») y por sus óperas: «El caballero de la Rosa», «La mujer sin sombras» y «Elektra», entre las más famosas. El «Concierto para corno y orquesta, en mi bemol Op. 11» es una obra con una orquestación moderna. El solista tiene una partitura estupendamente escrita que le exige mucho don interpretativo. Artáshes Guloyan, interpretó magníficamente este concierto. Bien en el segundo movimiento, andante, y en el rondó final espectacular. La orquesta casi a la perfección y nuevamente Marcelo Alvarez, al frente de la agrupación, acompañó brillantemente al solista. El público, a esta altura, estaba realmente emocionado y la ovación no se dejó esperar.
Ludwig van Beethoven, compositor alemán (1770 – 1827) compuso la «Sexta Sinfonía en fa mayor Op. 68 'Pastoral'' para ser estrenada juntamente con su «Quinta Sinfonía, en do menor Op. 67» el 22 de diciembre de 1808 en el Teatro an der Wien. Por lo general, la estructura de esta sinfonía, se basa en 5 movimientos pero esto se debe a que Beethoven divide el tercero en dos partes. Esto sucede con la Novena, donde el autor divide el cuarto movimiento, Presto, para darle la entrada a la «Oda a la Alegría». Volviendo a la «Sexta sinfonía», la elegida para el concierto, debo destacar que se trata de una obra con muchísima dificultad técnica. Es una partitura que exige precisión en todo momento. El primer movimiento, Allegro ma non troppo, es como el despertar a la mañana en la campiña.
Los pastores comienzan a prepararse para las tareas del día. Los sonidos campestres están magníficamente representados con partes importantes en los instrumentos. La escena sobre el arroyo, segundo movimiento andante molto mosso, exige a la masa orquestal que le permita imaginar al oyente estar frente a un arroyo sentado bajo la arboleda con el canto de las aves. El tercer movimiento, allegro, permite imaginar a los presentes una festiva reunión de paisanos, con cantos y danzas para llegar al cuarto movimiento, Allegro, con la clásica tempestad cuyos sonidos clásicos se apoyan sobre las cuerdas en especial los cellos y los contrabajos y el golpe del timbal simulando los rayos y los truenos dejando al espectador la sensación del paso del meteoro para desembocar en el quinto movimiento y final, Allegretto, canto pastoral: sentimientos de alegría y agradecimiento después de la tormenta. Este número final del encuentro estuvo bajo la dirección del director titular, Naldo Labrín.
Nuevamente los asistentes al encuentro pudimos apreciar el enorme crecimiento artístico de la Orquesta que a esta altura brindó un espectáculo realmente digno. Labrín dirigió bien esta obra y logró de sus conducidos un nivel que realmente sorprendió con muchísimo agrado a los asistentes. Nuevamente el público respondió ovacionando a los músicos.
Finalmente es necesario destacar el valioso trabajo desarrollado por los instrumentistas: Alvarez y Ferenza en flauta y flautín, Corrado y Arévalo en fagot, Corátolo y Calafate los oboes y Cerezo y Cañón en clarinete, todos muy sólidos en sus intervenciones. Los cornos a cargo de Guloyan y Mora y Bergese en trompeta, muy bien. Destacable la intervención de Gabriel Muñoz Cabrera en timbal. Finalmente las cuerdas que «sonaron'' en un nivel no alcanzado hasta el momento. Fue un espectáculo a todo sonido y color que permite entusiasmarse y soñar con un futuro realmente promisorio para estos artistas.
La próxima presentación será el sábado 4 de septiembre a las 20.30 la obra central será la Séptima Sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Horacio San Migue horaciosanmiguel@hotmail.com
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