LA PEÑA: Por ahí pasaron todos

Hay temas que son descripciones exactas de lugares, de situaciones, temas emblemáticos que aprendieron todos los de varias generaciones en este país, temas que la gente conoce y canta, que invitan a imaginar.

Calle Angosta, Paisaje de Catamarca y Balderrama son algunos de ellos, tan descriptivos que uno puede situarse en esos lugares casi sin perderse detalles, porque a pesar del paso del tiempo, son lugares que conservan esa magia que en definitiva fue la que inspiró a quienes los escribieron.

Esto viene a cuento de un homenaje que se hizo en el Congreso de la Nación al boliche Balderrama, que forma parte del patrimonio cultural de una provincia llena de folclore, pero también de cultura como es Salta. Es también, por qué no, patrimonio cultural de este país cuya música recorrió el mundo y este boliche, a través de esa composición, se hizo mundialmente famoso. Ir a Salta y no visitar el boliche Balderrama es casi como no ir, como sucede con la Cuesta del Portezuelo en Catamarca o con la Calle Angosta en San Luis. Ir a esas provincias casi obliga a visitar esos sitios tan emblemáticos.

Lo cierto es que el boliche Balderrama festejó sus 55 años de existencia y un diputado de Salta impulsó el homenaje por tantos años de vigencia y el aporte cultural que lleva consigo.

Según relatan, «a mediados del siglo pasado, Antonio Balderrama y Remigia Zurita tenían una picantería donde se podían degustar los mejores platos regionales, «a orillitas del canal» , cuyo local era uno de los preferidos por los artistas salteños».

En 1954, sus hijos, Daría, Celestino y Juan decidieron independizarse y fundaron el famoso boliche que se encuentra desde siempre en el mismo lugar.

Con el tiempo, el local ubicado en la avenida San Martín y el canal de la calle Esteco, de la capital salteña, se transformó en el «templo del folklore argentino».

«Al principio fue un simple bodegón, con pisos de ladrillo y techos de zinc, pero se convirtió en el punto de encuentro de los bohemios de Salta, que se juntaban allí hasta la madrugada y después de sus actuaciones se quedaban guitarreando», relatan.

El lugar es hoy uno de los más importantes atractivos turísticos y los salteños presumen que no hay grupo o solista famoso y no tan famoso que no haya pasado por allí y haya dejado su música.

La zamba de Manuel José Castilla y del Cuchi Leguizamón, describe un escenario típico de aquellos que hacen de la música un capítulo diferente cada día, de los que se quedan en compañía del canto, del vino, de los amigos hasta que empieza a asomar el sol.

A orillitas del canal,

cuando llega la mañana,

sale cantando la noche,

desde lo de Balderrama.

Adentro, puro temblor,

el bombo con la baguala

y se alborota quemando

dele chispear, la guitarra.

Lucero solito,

brote del alma,

¿dónde iremos a parar,

si se apaga Balderrama?

Si uno se pone a cantar,

un cochero lo acompaña

y en cada vaso de vino

tiembla el lucero del alba.

Zamba del amanecer,

arrullo de Balderrama,

llora por la medianoche;

canta por la madrugada.

Patrimonio de Salta, de la Argentina, patrimonio del folclore que resume en ese boliche buena parte es su historia. Por allí pasó cuanto músico ligado al folclore hubo y hay en el país, por ahí pasaron mil historias, resumidas en éxitos o fracasos.

 

JORGE VERGARA

jvergara@rionegro.com.ar


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