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La renuncia de Piedrabuena: el allanamiento y la llamada que no llegó

El Consejo de la Magistratura analizará hoy la dimisión del magistrado. El lunes estaba previsto el inicio del Jurado de Enjuiciamiento en su contra.

El allanamiento a su vivienda, hace diez días, fue la más clara señal que recibió en estos seis meses de que no tenía ya ningún apoyo. Ese día el juez Diego Piedrabuena supo que sus amigos del poder político habían dejado de protegerlo y empezó a pensar seriamente en renunciar.

Ayer lunes fue temprano al Tribunal Superior de Justicia, subió al cuarto piso, se reunió con la secretaria de Superintendencia y le entregó su renuncia. Es una carilla con tres párrafos y no aclara a partir de cuándo la hace efectiva.

A renglón seguido menciona, a los fines administrativos (así, en negrita), que se encuentra con recomendación de reposo laboral y que cuenta en su haber con vacaciones no usufructuadas.

Una parte de esta rara renuncia es casi anecdótica. En el Tribunal Superior y en el Consejo de la Magistratura se preguntaban, por ejemplo, si pretenderá cobrar por esos días de feria trabajados. En una época los jueces acostumbraban a acumular meses de vacaciones no gozadas y el día de su jubilación los cobraban todos juntos, como un millonario bono de despedida.

Otra parte es analizada desde la óptica de las numerosas causas abiertas. Por ejemplo, la ley del Jurado de Enjuiciamiento prohíbe renunciar una vez que el proceso fue declarado admisible, como ocurre en este caso.


La fecha de la renuncia


El Consejo de la Magistratura, que hoy tratará el tema, ya tendría decidido aceptar la dimisión. El cuerpo seguiría la recomendación de su asesor legal Francisco Lepore: resulta ilógico que un vocal del Tribunal Superior de Justicia sometido a juicio político pueda dejar el cargo (hay un antecedente: Jorge Sommariva) y no lo pueda hacer un juez de Garantías.

El expediente volverá al Tribunal Superior, que le pondrá fecha de aceptación inmediata, según trascendió.

El Jurado de Enjuiciamiento que iba a comenzar el lunes que viene deberá buscar un cierre legal. Está descartado que se realicen las audiencias.

En cambio seguirán abiertas la causa por los incidentes en el supermercado y las denuncia de coacción del fiscal Andrés Azar.

En cuanto al futuro personal del magistrado, se dice que podría volver a Tucumán a ejercer la profesión de abogado.


Doblar la apuesta


El allanamiento pareció una de las típicas movidas de doblar la apuesta a las que acostumbra el fiscal general José Gerez.

Piedrabuena había cometido varios errores al denunciar desde un pretendido anonimato al fiscal Andrés Azar, por presuntos delitos cometidos en la fiscalía de Delitos Sexuales. Si tenía pruebas podría haberlo hecho con su nombre y apellido, como es obligación de todo funcionario público. Pero eligió la distribución de un correo anónimo con archivos pdf.

Los rastros de la operación contra Azar estarían en su celular, en la nube, en mensajes de audio, en cruces telefónicos.

Gerez, que venía escuchando diatribas de Piedrabuena en su contra en el jury (lo acusó de mentir, de falsificar pruebas, de engañar al jurado), pensó que había llegado el momento de dar un corte.

Y lo hizo con una movida inédita e inesperada, el allanamiento al domicilio particular del juez. Fue una demostración de que el poder estaba de su lado. La llegada de los efectivos de Homicidios, elegidos especialmente para ese operativo, tomó por sorpresa a Piedrabuena. Nadie abrió un teléfono para impedirlo, ni le avisó siquiera que algo tan grave se le venía encima.

Gerez jugó fuerte una vez más. Ahora le queda la tarea de ordenar su Ministerio Público y en especial Delitos Sexuales, un área hípersensible en la que quedó un solo fiscal del caso y de poca antigüedad, y con un fiscal jefe que no se enteró de las desprolijidades -o delitos- que estaban ocurriendo delante de sus ojos.


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