La vulnerabilidad de los niños y niñas por efecto de la cuarentena

Investigadores de la Universidad del Comahue analizan la salud mental infantil durante el aislamiento y sostienen que hay que prestar atención a sus manifestaciones para poder contenerlos.

“Mamá estoy aburrido”, “¿cuándo voy a ver a los abuelos?”, “no quiero hacer los deberes”, “¿puedo usar tu celu, la tablet o la compu?”. Todas las personas que estén pasando la cuarentena con niñas y niños, seguro escucharon algunas de estas frases, o todas, varias veces al día a partir de los cambios en la vida cotidiana familiar que generó la pandemia.

Un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNCO, dirigido por la doctora María Elisa Cattaneo y con Alicia Estevez como asesora, trabaja en el proyecto: “Salud Mental Infantil y Vulnerabilidad Psicosocial. Estudio de las propiedades psicométricas de un instrumento de evaluación”, que abarca niños y niñas de 4 años a 12 años. A raíz de los cambios producidos por la pandemia, decidieron hacer entrevistas a los padres, a través de la modalidad online.

A su vez, sumaron dos preguntas: una sobre los cambios en el contexto familiar en cuarentena, y la otra, sobre qué pasa con la salud mental de los niños y, si les genera consecuencias. A través de ellas, -en la presentación de un recorte de un estudio más amplio y en proceso- se aproximaron a datos significativos sobre la situación de las familias en el escenario actual.

Problemas con el sueño o alimenticios, encienden la alarma. Fotos: Florencia Salto

“Cuando hablamos de salud mental infantil, hablamos de salud integral. No se puede desligar de las múltiples condiciones. Es la disminución de las situaciones vulnarebilizantes o el uso de mejores herramientas o estrategias de afrontamiento. Los más pequeños, no cuentan con estos recursos y dependen de los adultos”, dice María Elisa Cattaneo doctora en psicología.

La profesional contó que lanzaron las entrevistas a los padres el 7 de abril y hasta el 17 de mayo juntaron las primeras cien respuestas.

Un grupo de padres, al principio del aislamiento, resaltaba temas favorables como los cambios en los hábitos; sostenían que al estar todos en casa se organizan mejor, mejoraba su comunicación y reforzaba sus vínculos. Otros, planteaban cosas negativas como el miedo, el uso excesivo de tecnologías, la invasión del trabajo en la casa, o el hacinamiento.

“Los llamados de atención dicen que hay que estar atentos y poner en palabras situaciones se pueden empezar a mitigar”.

María Elisa Cattaneo Dra en Psicología y magister en Psicología del Aprendizaje

Pero después del 17 de mayo, hasta los primeros días de junio las respuestas que llegan a los investigadores cambiaron y comenzaron a aparecer preocupaciones vinculadas con el tema económico, el riesgo de perdida de trabajo, la reducción de ingresos. Así, vieron como aumentó el clima familiar tenso, de un 18,2%, según las respuestas del primer período a 45,5%, del último.

Pero además, comenzaron a registrar cuestiones mas preocupantes con los niños. “Algunos chicos comienzan a tener pesadillas, hacerse pis en la cama, dormir poco o despertarse a media noche con miedos. Son manifestaciones sintomáticas que pueden ser transitorias, pero hay que prestarles atención”, explica la doctora María Elisa Cattaneo.

El grupo de investigación tiene una postura muy crítica sobre la psicopatologización de la infancia, y acuerdan con muchos colegas en no hacer diagnósticos a priori para no poner rótulos, porque es estigmatizante. Sostienen que hay que leer los signos, prestar atención y si no se puede solucionar, hacer una consulta.

El tiempo expuestos a las tecnologías tiende a aumentar. Fotos: Florencia Salto

La doctora explica un concepto clave, el de la vulnerabilidad psicosocial. Es una condición de todos los seres humanos, pero no alcanza a todos por igual ni de la misma manera. Los niños y niñas están sometidos a vulnerabilidades específicas en función de los procesos biológicos de crecimiento y maduración y de las condiciones del contexto socializador más inmediato, es decir, familiar y escolar.

Es justamente en las familias con situaciones acuciantes, donde aparecen las manifestaciones sintomáticas, porque los niños escuchan, perciben y ese clima familiar tenso, los vulnerabiliza.

“Ante un suceso estrenaste en el contexto familiar, nadie escapa y los niños tienen menos recursos para afrontarlo. Lo recomendable es que los adultos puedan evitar conversar sobre las problemáticas delante de ellos, o que no escuchen retazos de esas problemáticas que no pueden procesar”, explica Cattaneo.

Si hay un clima de angustia, de irritabilidad o malestar, es mejor ponerlo en palabras. Que puedan entender que es lo que pasa. Es importante que los padres usen la palabra con claridad y cautela hacia ellos.

A los niños y niñas les afecta no ver a sus afectos. Fotos: Florencia Salto

Hay muchas respuestas relacionadas con las tecnologías. Una de las preguntas que hacen es si se ponen límites y siempre pasan por prohibirles el uso de la play station, o el celular, lo que genera conflictos y aumenta las tensiones.

Hay manifestaciones que no estaban presentes y que tienen lugar durante la pandemia. Hay que prestar atención, no solo para tomar en cuenta que esta pasando, si no para contener.

dice María Elisa Cattaneo

Por otra parte, las rutinas son ordenadores psíquicos importantes pero muchas veces se ven alteradas en este contexto. Cattaneo explica que implican un resguardo psíquico y la falta de ellas, aumenta la posibilidad de que aparezcan manifestaciones sintomáticas.

“Dentro del sistema de crianza, la capacidad del padre o madre para establecer rutinas y establecer límites constituyen indicadores importantes, ya que pueden operar como atenuantes de la vulnerabilidad”, concluye.



Negativas
– El no poder salir nos afecta.
– El no ver a la familia y los afectos o no poder jugar con los amigos.
– La invasión del mundo laboral en mi casa y en la vida de mis hijos.
– Cambios en los horarios de ir a dormir, comer, uso de las tecnologías, aparece más el aburrimiento y la demanda.
– No estamos acostumbrados a estar tanto tiempo todos en la casa. – Hay más roces y mas discusiones entre chicos y grandes. – Está preocupada porque sabe que puedo perder el trabajo, tanto el padre como yo pendemos de un hilo y tiene experiencia de lo que es vivir mal. – Este modo de escolaridad no es para todos, no puedo ayudar a mi hijo

Positivas
– Hay cambios en los hábitos, estamos todos en casa y nos organizamos mejor con los horarios.
– Mejora nuestra comunicación.
– Ayuda a reforzar vínculos.


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