Francisla Marós, la mujer que creó en Neuquén una editorial para rescatar historias, voces y talento

Nacida en Mainqué, criada en Roca e instalada ahora en Neuquén, Francisla Marós, que es abogada, fotógrafa y escritora, creó Santa, una editorial que, dice ella, es un salto de fe.

El nombre, Santa Editora, tiene resonancias místicas. Y un poco de eso hay detrás este emprendimiento nacido en Neuquén y que ya tiene dos títulos publicados: la fe en las historias y en los libros.
Francisla Marós, la mujer detrás de la editorial -que hizo su debut en la reciente Feria del Libro neuquina, nació en Mainqué, se crió en Roca y ahora vive en Neuquén. Ejerce como abogada, pero tiene una trayectoria ligada al teatro, la danza, la fotografía y la escritura: en 2022 publicó su primera novela, “Como si todo latiera a destiempo” (Olivia Editorial).


“Es difícil responder con algún grado de exactitud acerca de las razones que dieron origen a la editorial, asumo que en principio tuvo que ver con algo ligado al plano de las intenciones. Intención, ganas y bastante de fe. Una forma también de presentarle batalla a estos tiempos donde rige la urgencia, el scroll infinito, las respuestas instantáneas. Entonces, leer aparece casi como un gesto subversivo. O, quizás -incluso-el único. Creo que, frente a este panorama, Santa nace como un salto de fe, somos Charly García saltando desde el noveno piso con la fe puesta en el éxito, aún a conciencia de que el único éxito posible sea caer dentro de un rectángulo diminuto capaz de amortiguar el golpe”, dice.


Además del salto de fe, lo que apareció frente a Francisla fue talento. Dice que fue encontrándose “con textos geniales que eran conocidos por muy poca gente y eso fue generando cierta impotencia, una sensación que fue incrementándose hasta que en algún momento me convencí de que había algo que yo podía aportar como intermediaria”. Se propuso eso: que todas esas voces “circulen”.


Además de “Chamamecero serial”, de Rafael Urretabizkaya, Santa también publicó “Mamá quería que yo fuese Miss Universo”, de la reginense Carla Rojkind. “Son dos novelas que, si bien van por lugares diferentes -de hecho son parte de dos colecciones diferentes dentro del catálogo- tienen en común la profundidad. Son historias que permiten, a quien este dispuesto, sumergirse en varias cuestiones que nos afectan tanto desde el ámbito personal como desde un aspecto mucho más colectivo, más social”, dice.
“La idea es ir en busca de obras que habiliten el diálogo, textos que inviten a detenerse, que tengan capas en las que adentrarse, que permitan diferentes lecturas. Me gusta pensar en textos que posibiliten dos momentos, el de la lectura y la soledad que muchas veces implica, y una segunda instancia ligada al encuentro, al intercambio. Porque es ahí donde la cosa se enriquece y aparecen cuestiones que habían pasado desapercibidas incluso para el mismo autor”, dice.


-Hay, en la apuesta al mundo del libro y editorial, una suerte de propuesta revolucionaria, en el sentido de apostar por el papel, y por una industria que no está en su mejor momento.
-Desde hace años muchos consideran que el libro en papel tiene los días contados, me permito dudar. Si bien es cierto que varios se inclinan por la lectura en formato digital, lo cierto es que todavía hay algo sumamente atractivo en el libro como objeto, hay algo del contacto con el papel que para la mayoría de los lectores forma parte de la experiencia y no están dispuestos a reemplazar. Tal vez tenga que ver con la necesidad de presentarle batalla a la dictadura de las pantallas, soltar el dispositivo electrónico para volver a ponerse en contacto con el papel que involucra también otros sentidos. Quizás ahí resida buena parte de ese acto de resistencia. Permitirse la pausa, una forma de volver a los analógico.

Esperar “el momento” para encarar un proyecto editorial es algo ilusorio, el desafío, creo, es hacer lo mejor con esto que tenemos. Puede que la dificultad sea también un buen indicador, es probable que hoy no nos quieran lectores, porque un lector es alguien con herramientas discursivas, alguien capaz de abrir y sostener el diálogo, de empatizar con el entorno, de formarse un criterio propio. Es probable que nos encontremos en un punto de inflexión y sea el momento de ver qué podemos hacer realmente para que haya cada vez más gente interesada en la lectura. Seguramente ese es el mayor desafío que nos espera. Dejar de pensar la dificultad como óbice, capitalizar las experiencias, trabajar con lo que hay para acercarnos, cada día un poco más, a eso que queremos. Rehuirle a la alienación.


El nombre, Santa Editora, tiene resonancias místicas. Y un poco de eso hay detrás este emprendimiento nacido en Neuquén y que ya tiene dos títulos publicados: la fe en las historias y en los libros.
Francisla Marós, la mujer detrás de la editorial -que hizo su debut en la reciente Feria del Libro neuquina, nació en Mainqué, se crió en Roca y ahora vive en Neuquén. Ejerce como abogada, pero tiene una trayectoria ligada al teatro, la danza, la fotografía y la escritura: en 2022 publicó su primera novela, “Como si todo latiera a destiempo” (Olivia Editorial).

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