Lecturas: Betina González, una autora imperdible

Dos obras de esta escritora argentina multipremiada forman parte de las recomendaciones de hoy. La selección especial de Cecilia Boggio incluye “Las poseídas” y “América alucinada” , dos retratos movilizantes.

Volví a leer a esta autora, cuya primera novela, “Arte menor”, fue premio Clarín en el año 2006. Me acuerdo de que la novela me interesó, pero no seguí el rastro de su creadora. A instancias de Irene Arias, la directora de mi biblioteca popular, leí “Las poseídas” (Tusquets 2013) y “América Alucinada” (Tusquets 2016), dos gratas sorpresas. Brevemente intentaré contarle de qué tratan.


Cruz López (15 años) es la protagonista de “Las poseídas”, su familia la ha mandado a un colegio secundario religioso en la zona norte del Gran Buenos Aires. Es un colegio para niñas de clase alta y apellidos tradicionales. Cruz no posee nada de eso: sus únicas armas para sobrevivir en ese ambiente son su inteligencia, sus lecturas previas, continuas, y saber los beneficios del silencio.

A través de su mirada tendremos una precisa descripción de los grupos que se han formado en su curso: las iniciadas (sexualmente) que lidera Marisol Arguibel, las hijas de la luz, las místicas, las católicas convencidas, las atletas, las que siempre estudian y las rebeldes. También describe el rol de las monjas, cuenta las leyendas y los mitos que con el correr de los años se han ido creando sobre el edificio y su gente.

La novela empieza con Felisa contándole que se va a suicidar. Es una nueva alumna que se incorporó a mitad del año y había llegado de Europa donde recientemente había muerto la madre. Ella habla un perfecto inglés y ha viajado por el mundo. No se trata con las demás alumnas y al hacerse inseparable con Cruz la llevará a una extraña aventura en la que aparecerá la evocación de una secta secreta, las escapadas del colegio, vagabundeos y más.


Por supuesto el relato no es cronológico, el suspenso está muy bien logrado porque además en el colegio suceden otros hechos importantes que implican a las monjas, a las familias de las alumnas y al personal laico. Hay una mirada atenta y precisa del mundo que rodea a los personajes principales que no tienen el contrapeso de los afectos, la contención la madurez y los límites de parte de los adultos.

Los hechos están contados por un juego entre dos narradores, uno en primera persona desde el punto de vista de Cruz, y otro en tercera. Así lo destaca Cecilia Pichún Fuentes en una interesante reseña. Según esta crítica, la novela produce incomodidad. A mí me parece mejor decir que es movilizante, porque además de todo lo señalado de ese trasfondo opresivo, sobrevuela el de la dictadura militar. Con esta novela Betina González fue la primera mujer en ganar el Premio Tusquets.

“América alucinada” (Tusquets 2016) cambia el escenario, en realidad para nosotros el título debería ser “Norteamérica alucinada”, porque los hechos transcurren en una ciudad chica en una zona rural y boscosa de ese país, ciudad cuyo nombre no se menciona.


Vik, un hombre, ya solterón, que trabaja en el museo como restaurador, descubre que hay una mujer que se oculta en el placard de su pieza, sospechando hizo colocar cámaras para observarla desde su trabajo. Este hecho le trastorna una vida regida por un invariable ritmo cotidiano. Berenice, una adolescente de catorce años descubre que su madre la ha abandonado mientras la busca intentando que alguien la adopte para poder sobrevivir sin que la manden a un orfanato. Bery, una anciana, ex hippie funda un club de caza de ciervos para gente de su edad debido a los estragos que esos animales causan en los jardines y las huertas.

Esos son los tres hilos narrativos de la novela, ninguno de ellos sigue un orden cronológico en el relato. Hay también dos narradores uno en primera y otro en tercera persona.

No es una novela fácil de leer, pero sí es apasionante por su prosa cuidada, por momentos con guiños al lector; por la inteligencia en cómo está construida y sobre todo por la aparición de su grupo humano muy especial: los desadaptados. “Son jóvenes que dejan de consumir, dejan de reproducirse, dejan de obedecer los mandatos sociales, no como inadaptados, sino que se desconectan del sistema” sostiene Silvina Friera.


Este libro es una especie de relato coral que cubre unos treinta años, desde que Thimoty Deary inventa el LSD hasta un presente, quizá cercano futuro, en el cual lo perverso del sistema capitalista ha penetrado hasta le imaginación, como sugiere nuestra autora.

En sus temas aparece ese dejo de novela gótica que presentan las obras de Mariana Henríquez o Samanta Schweblin. Muy interesante volver a Betina González.


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