Leonardo Boff: “¡Había que ser don Jaime, ¿eh?!”

Pasó por Buenos Aires y habló ante un apiñamiento de gente que lo escuchó en un silencio sólo interrumpido por estampidas de gestos de respaldo a sus reflexiones. El cura franciscano y brasileño deslizó sus convicciones en favor de la dignidad de la vida desde el inmenso humanismo que lo define.

Redacción

Por Redacción

ENTREVISTA

– La palabra “malestar” emerge en sus reflexiones cada vez con más centralidad a la hora de definir la situación promedio del mundo emocional, situación personal, de cientos de millones de seres a lo largo del planeta. ¿Por dónde comienza ese malestar?

– Pensemos desde un punto de malestar: la idea de progreso individual y en comunidad. A los millones y millones de seres hundidos en la pobreza, la marginación, la injusticia, se suman millones y millones de seres cuyas existencias penden de trabajos precarios, cotidianidades de creciente baja de calidad de soluciones a problemas que les impiden vivir con un mínimo de dignidad, explotación, prácticas impunes por parte del poder en cualquiera de sus formas, etc.

– ¿Malestar es la palabra que definirá este tiempo?

– Una de ellas, en todo caso. Porque como contrapartida, la gente, la sociedad inmersa en ese malestar, irritación, se defiende. Se junta, sale a la calle, protesta, reclama, denuncia, está en creciente alerta, busca que la escuchen… dialoga entre sí.

– Aceptado el valor del término “malestar” para encuadrar mucho del presente y aceptado que define un legítimo estado de ánimo, ¿qué palabra sintetiza lo que se busca desde ese “malestar”? Hay pensadores que sostienen, por caso, que la palabra justicia está involucrada en ese trámite, pero ya no alcanza…

– Humanidad. Esa es la palabra… la razón: humanidad. Recuperar humanidad, como señalé en la conferencia (Foro por la Emancipación y la Igualdad que tuvo lugar en Buenos Aires), porque lo humano es lo que nos define. Se puede ser humano sin matarnos, sin explotarnos entre nosotros, sin degradar al otro… La humanidad no puede ser millones de seres sin futuro, sin poder construir una idea de futuro, millones de seres “descartables” para el sistema. No. Eso no es humanidad. Eso es de todo, menos humanidad… El sentido de la vida no puede desarrollarse sin que el otro importe.

– Que el otro importe no pareciera ser solamente una cuestión ni de voluntad ni de logro mediante la pedagogía. ¿No es también una cuestión que hace a la política, a cómo funcionan los sistemas políticos?

– Por supuesto. Hace al poder en todos sus esquemas. Los términos en que la política ejerce el poder, se relacionan con la sociedad. Decide, expresa cuánto le interesa, le importa mucho la gente, la población. Si usted ejerce el poder mintiendo, engañando, está diciendo claramente que el otro no le importa. Pero mentirá a costa de cosechar malestar. Porque insisto: la gente se hace sentir, está en la calle. Está pasando en el mundo. No es un proceso cuya dialéctica sea compleja de desentrañar…

– En Argentina se ha publicado tiempo atrás un libro de Pierre Bourdieu -”La estrategia de la reproducción social”- donde señala que se vive un tiempo en que pareciera que el poder político y sectores hegemónicos de la economía han perdido reflejos incluso “para cambiar sin que nada cambie”. Consecuencia: tendrán crecientes problemas. ¿Qué reflexión le merece esto?

– Si reflexiono desde lo que es toda una vida de lucha -la defensa de la naturaleza que es la defensa de toda la vida-, le digo que es cierto: el sistema de poder se resiste a aceptar realidades. No le interesa que cada vez más y más personas se dan cuenta en forma muy creciente, muy dinámica, de que la especie está en peligro por el abuso, la larga y muy viva violación de la naturaleza que alimenta el sistema con su voracidad económico-financiera. Está al alcance de la mano de todos, fundado en razón científica, el destino que tendrá la humanidad si no se tuerce fuertemente el ritmo que ha tomado la degradación del sistema ecológico y que afecta al clima. Son estudios surgidos incluso de los mismos centros de máximo rigor científico entrañablemente ligados al sistema capitalista. El IMT, por dar un solo ejemplo. Y acá de nuevo la política, su centralidad, porque la ecología, la defensa o degradación de la naturaleza son un asunto político. Es la política, la dirigencia política como gestionadora, la que tiene la llave para seguir deteriorando o no al planeta… Para seguir o no quemando vidas diariamente, como está sucediendo vía el permitir el deterioro de la naturaleza. Hay sentidos que deben ser combatidos, enfrentados…

– ¿Qué es sentido para este caso, qué define?

– Sentidos… digamos interpretaciones y asumir “derechos” que dañan la vida. No puede defenderse la acumulación de más capital sin que importe el otro, sin que interese la vida de quien no tiene otra realidad que sobrevivir, ser pobre, marginado, excluido. Acumulación de capital en términos de impunidad.

– En relación a esto, en su conferencia usted citó a Franz Hinkelammert. Él habla de límites, de ausencia de límites por parte del poder político -económico…

– …pero acentuando sus reflexiones en este último, que en todo caso es el más permanente. Dominante. Las multinacionales mandan más que un gobierno de una potencia. Ni que hablar de un gobierno de un país sin ese poder.

– Pero él habla de lo dañosa que es la idea de sobreconsumo. Y del sobreconsumo participan aquí o allá, según la circunstancia, millones de seres, que de hecho se benefician de ese proceso. ¿Cómo reflexionar esto, que -todo indica- sería una contradicción?

– Por el lado de que esos sectores son alentados, de mil maneras, a consumir y consumir sin mayor reflexión sobre lo que consumen en términos de calidad, de necesidad, de futuro. Vale el aquí y el ahora. Es una clientela -digamos- fija… las clases medias, clases medias bajas y, en todo caso y si es que la economía les da existencia, clases medias incipientes. Todo un espectro, como lo ha comprobado la historia, que en cualquier momento desciende de porciones o simplemente las pierden para siempre. Francisco habla mucho de esto… es uno de los datos de gestión.

– ¿Cómo anda Francisco?

– Bien, bien… Bien el jesuita, bien.

– Dicen que hay tres cosas que no sabe un papa: cuánta plata tienen los salesianos, muy trabajadores; cuántas órdenes religiosas hay, y qué piensa un jesuita. En tren de ironía: ¿con Francisco se reveló qué piensa un jesuita?

– ¡Ah, yo no soy papa, así que sé cómo piensan los jesuitas! Gente muy bien formada intelectualmente, firmes de convicciones, gente de biblioteca, de horas de lecturas y más lecturas…

– En la Feria del Libro de hace dos años dijo que en términos de carácter, gestión, no se puede ser ciertas cosas. Blando, entre otras. ¿Francisco no es esas “ciertas cosas”?

– No, claro. No es blando ante los problemas que heredó como papa. Yo he dicho, siempre con la ligereza que implica apelar al humor para tratar ricamente cuestiones de importancia, que El Vaticano no es un lugar conveniente para un franciscano. ¿Por qué? Y… somos bonachones, nos cuesta ponernos…

– ¿Agrios?

– Agrios…pero los jesuitas agarran siempre…

– ¿La sartén por el mango?

– Y sí, sí…

– En esa Feria del Libro habló. e incluso lo hizo para este diario, de Jaime de Nevares. ¿Qué seguirá siendo en proyección su paso por la historia?

– Coraje. Honor. Yo he estado en Neuquén. He visto cómo entró su vida en esos parajes, desiertos, cerros… ese ir con el Evangelio, en defensa de la vida, en días de oscuridad total para la vida, para la justicia… ¡Había que ser don Jaime, ¿eh?..!

> Una historia…

Tiene 77 años. También una melena y barba tan blancas, que quizá tengan genética bíblica. Y parece haber superado problemas de salud que en su momento le condicionaron con algún rigor lo que más le agrada como sacerdote de la Teología de la Liberación: estar con la gente. Mano a mano. Ahí, donde hay dolor. Donde abunda la injusticia. Hablarles a los demás sin dogmas. Ayudarlos. Blandir las causas de sus sufrimientos y denunciarlas.

Semanas atrás, Leonardo Boff se robó el Foro por la Emancipación y la Igualdad, realizado en el Teatro Cervantes de Buenos Aires.

Sólida formación intelectual. Lector incansable de Jorge Luis Borges, Ernst Bloch, Max Weber. Conocedor a fondo de los más y los menos que brindan perfil y contenido a El Vaticano, donde hasta Francisco I -a quien trató por primera vez en 1972- siempre sumó más desprecios que simpatías.

Recientemente, ante el malestar existente en Brasil para con el conjunto del sistema institucional y el poder económico, Leonardo Boff escribió, en el marco de una nota para un medio: “Prácticamente no hay aquí persona que no exprese algún tipo de malestar, hasta rabia y, en el límite, odio. Quien conoce un poco el discurso psicoanalítico, no se admira. Sabe que en el ser humano actúan al mismo tiempo dos fuerzas: la de la sombra bajo la cual caben todas las decepciones y descontentos ante una situación dada, ya sea la sanidad que no funciona, el transporte de mala calidad, los impuestos altos, la clase política sin escrúpulos ni ligazón orgánica con los electores, la corrupción descarada que supone millones de dólares, cosa que escandaliza, revuelve y exige castigos rigurosos. Pero también está la fuerza de la luz que representa todo lo que hay de bueno en el ser humano: el amor, la comprensión, la amistad, el sentimiento de solidaridad en un accidente de carretera, la cooperación al asociarse a una ong que hace su trabajo coherente de rescate de los derechos humanos y la dignidad de los más invisibles”.

CARLOS TORRENGO | carlostorrengo@hotmail.com


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