Los ex duhaldistas que pueden volver con «K» y los que no

BUENOS AIRES (ABA) . – En estas semanas de pases furiosos entre dirigentes de distintos sectores del PJ (todos, claro, buscan ahora saltar al triunfante kirchnerismo), algunos viejos dirigentes saben que les es imposible buscar calor bajo el oficialismo.

Son los legisladores, sindicalistas y ex funcionarios que Néstor y Cristina Kirchner no pueden ver ni de lejos. Entr los sectores saltarines del PJ se formaron dos grupos. Uno es el bautizado como «Purgatorio», integrado por aquellos dirigentes que deben esperar todavía un poco más para pasarse al oficialismo.

Saben que no tienen el paso prohibido hacia la pingüinera pero todavía deben «purgar» sus viejos pecados pejotistas: intendentes bonaerenses como Juan José Mussi (Berazategui), diputados como Jorge Sarghini, Juan José Álvarez, María del Carmen Rico o Hugo Franco;

y dirigentes como Miguel Ángel Toma saben que aunque aún no tienen el visto bueno de la Casa Rosada, dentro de algunas semanas o meses lograrán acercarse a K.

El otro sector es el «Grupo Infierno», donde se incluyen a quienes ya no tienen retorno con Kirchner: el sindicalista Luis Barrionuevo, los diputados Eduardo Camaño, Alfredo Atanasof, Oscar Rodríguez o Daniel «Chicho» Basile; y la senadora Mabel Müller son algunos de los duhaldistas derrotados sin chances de ser bienvenidos por la Casa Rosada.

Todos comparten el mismo destino porque Kirchner, dicen en su entorno, no olvida ni perdona que ellos no hayan creído en él o incluso que le hayan operado en contra e varias oportunidades. Con Barrionuevo, por ejemplo, la que está enojada es Cristina Fernández, la todopoderosa Primera Dama. La bronca entre ellos lleva dos años: en el 2003, Cristina intentó echar del Senado a Barrionuevo. Meses después, la ahora primera dama viajó a Catamarca, provincia de Barrionuevo, y fue recibida huevazos. Cristina le echó la culpa al sindicalista y desde entonces lo odia.

Ella también está enojada con Müller, con la que aun comparte la bancada peronista en el Senado. Müller se enfrentó a Cristina en varias oportunidades y la criticó muchas veces en los medios. En el Congreso solía decir frente a sus compañeros de bloque que Cristina tenía es «soberbia» y que no entendía por qué no participaba de las reuniones de bloque. Hoy Müller tiene el acceso vedado.

Camaño, Atanasof, Ruckauf y Basile también se ganaron el odio de Kirchner: todos ellos son diputados que jamás apoyaron el proyecto K. Es más, muchos de ellos, como Ruckauf y Atanasof, intentaron convencer a Duhalde durante los frenéticos meses del 2002 de que era mala idea apoyar a Kirchner como candidato a presidente. Y esas cosas el patagónico no las olvida.

El caso de Camaño es similar al de Basile. Como presidente de la Cámara de Diputados, siempre apoyó las leyes kirchneristas. Su relación con el Presidente empezó mal, pero luego se recompuso. Así estuvieron hasta que estalló la pelea por la provincia de Buenos Aires entre Kirchner y Duhalde. Camaño se quedó del lado de su amigo bonaerense y se transformó en su vocero: lanzó críticas mediáticas contra K y contra Alberto Fernández, el jefe de Gabinete. Un pecado que en la Casa Rosada no se perdona.

NICOLAS WIÑAZKI


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