Los que saltan obstáculos para terminar la primaria

En un salón del barrio “Esperanza” de Río Colorado lo que reina es la precariedad. Pero allí dictan clases. Muy necesarias para quienes guardan sueños que postergaron y quieren superarse.

Las escuelas básicas para adultos ofrecen un abanico de posibilidades para terminar el colegio a quienes por distintas razones tuvieron que abandonarlo. Hoy un nuevo grupo de estudiantes de Río Colorado están muy cerca de conseguir su ansiado diploma de graduación.

En la zona de chacras, en el barrio “Esperanza”, un grupo de personas se juntan todas las noche al finalizar su larga jornada de trabajo. Dejan sus familias y se reúnen en el precario salón comunitario, que carece de la mínima infraestructura para funcionar como un lugar de dictado de clases.

Media hora antes de las 19 , como lo hace en forma metódica desde hace cuatro años, se la ve llegar a la maestra Rosa Ramos. Su primera acción es juntar madera y leña, que serán usadas para encender un tambor oxidado de 200 litros. Funciona como salamandra.

En el amplio salón de usos múltiples se multiplican todas las noches las historias de grandes esfuerzos. De hombres y mujeres que, al aprender, buscan saldar la cuenta pendiente. (Ver testimonios en los recuadros)

Durante el invierno, con temperaturas bajo cero, el grupo sufre el rigor del clima que les impide hacer las tareas. A veces se ven obligados abrir las puertas porque la acumulación de humo en el interior se hace insoportable para permanecer allí.

Abarrotados de fríos, con manos congeladas, se reúnen en ronda alrededor de la “estufa” para compartir el calor.

A pesar de la incomodidad y las adversidades, con pocos recursos Omar Pavéz (58 años), Rosa Oporto (58 años), Jorge Fuentes (33 años), Mirta Riffo (años 46) y Juan Pablo Fuentes (años 35) siguen adelante para concretar sus sueños postergados.

Buscan nuevos conocimientos para sus vidas, con el fin de concretar proyectos. Y para eso, saben que primero hay que obtener el título a fin de año. No sólo para estar acreditados ante la sociedad, sino también para comprobar que nunca esta tarde para aprender. Que la edad no es un impedimento para encarar los desafíos.

Durante la charla de los protagonistas con “Río Negro”, abundaron las historias, anécdotas y recuerdos sobre lo que es transitar varios años juntos. “Este espacio es mágico y difícil de reemplazarlo. En muchas noches alguno de nosotros llega con algún problema personal y luego de ricas charlas comenzamos a ver la situación de otra manera, para comprobar que al final no terminan siendo tan graves”, comentó Rosa.

Algunos de los estudiantes muestran satisfacción al comentar que en alguna oportunidad lograron ayudar a los nietos a terminar sus tareas escolares.

Agregó Omar que también dejo de lado los prejuicios y se animó a estudiar . “En estas horas que pasamos juntos nos transformamos en una familia. Siempre nos tratamos con respeto, donde muchas veces un chiste nos cambia la cara. Nos ayudamos unos a otros, por eso este ambiente es tan agradable que no nos dan ganas de faltar a clase. Si eso sucede es por alguna situación muy fuerte. Acá estamos siempre casi todos. Así llueva, haga frío o mucho calor.”

La maestra entusiasmada

“Contagia el entusiasmo que tienen mis chicos. Son como un motor que empuja a no resignarnos ante la adversidad”, explicó orgullosa la maestra Rosita, que está cerca de jubilarse.

Luego de tres años de funcionar en este espacio donde se graduaron varios adultos, el lugar se cerrará sus puertas a fin de año.

Los próximos alumnos interesados en comenzar con sus estudios deberán hacer un esfuerzo mayor. Deberán recorrer varios kilómetros más, para llegar al Centros de Educación Técnica N° 24, que funciona en pleno corazón de la Colonia Juliá y Echarren.

Mirta Riffo: “Ahora hagó la cuenta”

“Yo sólo llegue a hacer segundo grado cuando era pequeña y cuando me enteré que nos podían enseñar acá, en el mismo barrio y cerca de casa, no lo dude y me anoté. Tengo una despensita y me costaba hacer las cuentas, porque no tenía estudio y lo poco que sabía lo fui aprendiendo como pude, pero siempre había sido una dificultad. Ahora que sé matemática todo cambio, saber me ayudó mucho en mi comercio.”

Jorge Fuentes, peón rural

“Yo trabajo todo el día en las chacras, podo, limpio acequias, cosecho… Hago todo lo que se debe hacer y a la noche recorro varios kilómetros en bicicleta para llegar a la escuela. No es un sacrificio para mí, esto me gusta mucho y nunca estoy cansado para agarrar el cuaderno, los libros y venir. Yo de chico pude hacer hasta sexto grado después tuve que salir a trabajar. Hoy quiero terminar la primaria y seguir estudiando en la secundaria, porque quiero progresar y hasta cambiar de trabajo por otro mejor. Se perfectamente que lo voy a lograr si estudio”.

Omar Pavéz, el albañil de los cálculos

“Me costaba mucho sacar cálculos, sacar los metros cuadrados y pasar un presupuesto. Tengo la experiencia de trabajar en esto durante muchos años, pero me faltaba tener otro conocimiento. Ese fue el primer incentivo para empezar la escuela y después de dos años hoy, con lo que aprendí en matemática, ya me defiendo mucho mejor. También venir a estudiar me dejó otros conocimientos que estaba ignorando. Ahora ya puedo armar un presupuesto de un trabajo, también aprendí como era el tema de los porcentajes, que me está ayudado mucho en mi profesión. Casi estoy a la altura de un ingeniero matriculado”.

Rosa Oporto: “Acá me olvido de todo”

“De chica no tuve la oportunidad de seguir estudiando. Solo pude hacer hasta tercer grado y estudiar me gusta. Ahora de grande me tocó. Cuando vengo aquí me olvido de todo, estas horas que pasamos te hacen sentir que estas en otro mundo. Además, con la maestra se formó un hermoso grupo y el trato es como si todos fuéramos una sola familia”. “Muchas veces uno viene con problemas de la casa y acá todos nos apoyamos. Le encontramos soluciones a distintas situaciones. Cuando salimos de acá lo hacemos renovados y alegres, porque cada día aprendemos un poco más. Escribía con muchas faltas de ortografía y con la ayuda de la maestra que me tiene mucha paciencia mejoré mucho mis errores.”

Rosa Ramos, la maestra

“Vine a cubrir una suplencia y voy por el cuarto año enseñando en este lugar. Estar aquí dando clases, a pesar de nuestras limitaciones y carencias de infraestructura o el frío que se pasa durante el invierno es un placer inmenso que es muy difícil de decirlo con palabras. Estar acá te llena el corazón al ver el entusiasmo y la fuerza de voluntad que le pone cada uno para aprender. Ellos muchas veces vienen a buscar una solución, pero no se dan cuenta que en muchas oportunidades la solución me la dieron a mí. Este espacio es muy especial y será un problema que con la graduación del grupo se cierre. Está previsto llevarlo al secundario CET 24, que funciona en el corazón de la colonia.

Durante el invierno el grupo sufre el rigor del clima y a veces se ven obligados abrir las puertas por la acumulación de humo en el interior.

Los kilómetros que separan el lugar del dictado de clases en el barrio “Esperanza” del centro de Río Colorado.

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los alumnos adultos que toman clases con la maestra Rosa Ramos, quien está a punto

de jubilarse.

Datos

Durante el invierno el grupo sufre el rigor del clima y a veces se ven obligados abrir las puertas por la acumulación de humo en el interior.

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