Mafalda Santa Cimolai, de Italia a la panadería Curri
Historias de trabajo sin descanso, en pos de un futuro promisorio, en manos de inmigrantes que se quedaron en el valle, en el lugar donde se aferró su corazón.

En la segunda década del siglo XX, los antiguos territorios nacionales fueron incluidos dentro de la necesaria renovación de las fuerzas productoras del país. Fue política de los gobiernos radicales impulsar su progreso. Para llevar a cabo esta política era necesario desarrollar el sector agrícola. Con ese fin, el gobierno nacional creó Oficinas de Tierras en cada territorio. Con Marcelo T. de Alvear se reorganizó el Ministerio de Agricultura y se retomaron las propuestas sobre colonización agraria. Una familia inmigrante arribada a la Nor Patagonia fue la de Valentín Cimolai, de profesión albañil, y su esposa Ángela Della Gáspera, ama de casa.
Valentín había partido en 1923 desde su Italia natal en el barco Principessa Mafalda. Arribó a Buenos Aires, y en el Ferrocarril del Sud llegó a Villa Regina, pues se había enterado que en esa región se vendían tierras y aquí vino: compró su tierra y edificó su vivienda.
Llamó a su esposa Ángela para que viaje a la Argentina: en ese lapso había nacido su hija, llamada Mafalda en honor al barco que había trasladado a su esposo a nuestro país. Mientras tanto, Valentín se dedicó a plantar frutales en su tierra. Ángela emprendió su viaje a la Argentina con su hija de 14 meses y familiares, en barco.
Cuando llegaron a Buenos Aires, Ángela viajó a la Argentina y sus familiares se fueron a radicar a La Consulta, Mendoza. El matrimonio vivió cerca de 14 Años en Villa Regina. Nacieron otros hijos: María Luisa y Hermenegildo. Partieron a Centenario, donde compraron una chacra y se instalaron allí. Mafalda conoció a Pedro González, alias Curri, de profesión panadero, que había nacido el 30 de agosto de 1920 en San Martín de los Andes. Era hijo de Tomás González y Clotilde Cides, ambos chilenos: Tomás era hijo de los dueños de un aserradero y Clotilde trabajaba en los quehaceres de la casa. Se enamoraron y, como la familia no permitía la relación, Tomás robó a Clotilde y a caballo cruzaron a San Martín de los Andes lugar donde se radicaron.
Mafalda conoció a Curri a los 18 años en un baile en el Club Tiro y Gimnasia de Centenario. En esas épocas un colectivo recogía a los que quería ir al baile, siempre acompañados de familiares. Allí se conocieron Mafalda y el Curri, se enamoraron, se casaron el 28 de junio de 1948, y se radicaron en Cipolletti. Compraron una panadería, en ese tiempo nació el primer hijo, Néstor Jorge: luego vendieron la panadería y se mudaron a Centenario, donde compraron la heladería, confitería y bar Las Violetas. Allí nació el segundo hijo, Ricardo Oscar. Luego de tres años se mudaron a Cinco Saltos a trabajar en la panadería del señor Alanis. Allí nació la tercera, Gilda Noemí.
Mafalda, dijimos, tuvo tres hijos/a: Néstor, Ricardo y Gilda. Su hermana María Luisa, a Alicia, Norma y Osvaldo; y su hermano Hermenegildo tiene a Daniel, Emilio, Teresita. Varios nietos y bisnietos completan la familia.
Regresaron a vivir a Neuquén capital, y González fundó la Panadería Curri, que trabajó hasta el momento de jubilarse. Mafalda, que ayudó a su esposo en el trabajo de la panadería, hoy tiene 96 años, jubilada y pensionada y autora de estos recuerdos. El Curri, un apasionado del fútbol, y de Independiente, fue jugador de los Clubes Tiro y Gimnasia de Cinco Saltos y Club Cipolletti.
Una anécdota que recuerda su hija era el enojo de Mafalda cuando iba a jugar a una Cancha de Plottier a la Pelota a paleta ya que le restaba horas de descanso, debido a que su actividad diaria comenzaba a las dos de la mañana en la fabricación del pan. A pesar de ello no dejó de asistir, era su gran entretenimiento. Curri fue una persona agradecida de la vida y de la oportunidad que le dio Neuquén capital para poder desarrollarse en su profesión.
Historias de trabajo sin descanso, en pos de un futuro promisorio, en manos de inmigrantes y migrantes que se quedaron en el valle, en el lugar donde se aferró su corazón.
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