Menos ruido, pocas nueces

Gobernar implica crear equipos, plantear objetivos y comunicarlos.

DE DOMINGO A domingo

ALICIA MILLER amiller@rionegro.com.ar

El clima político en Río Negro se va definiendo en nuevos términos. Lo que comenzó como una encendida disputa entre el gobernador Alberto Weretilneck y el senador Miguel Pichetto ha encontrado su “meseta” de tensiones y se naturaliza en un esquema que el mandatario ha dado en llamar “nueva coalición” gobernante “entre integrantes del Frente para la Victoria y el Proyecto Nacional y Popular”. Es decir, el kirchnerismo puro y duro. Su pretensión, a juzgar por lo dicho al poner en funciones a los cuatro nuevos ministros, es lograr un envión de confianza que impulse una gestión que –más allá de la pelea política– no ha logrado encontrar el eje de las transformaciones prometidas en campaña. Coincide con Pichetto en su deseo de establecer vías directas de diálogo –y de respaldo en efectivo– con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Y ambos parecen haberlo logrado. Aun cuando esto suponga un mix de ubicuidad y acomodamientos constantes. El balance de gestión formulado por Weretilneck en el patio de la Residencia, el pasado viernes, mezcló algunos datos ciertos con otros de veracidad bastante menos que relativa. Ejemplo es su afirmación de que el 95% de las escuelas de la provincia cumplirá este año con los 190 días de clase comprometidos con la Nación. Y el anuncio de obras –en marcha o por iniciarse– que no se corresponden con las partidas del Presupuesto. En fin, como fuera, el “relato” del optimismo es siempre un capital valorado en política. Y a esta provincia le cae bien escuchar algo que no sean “pálidas”, después de tanto desasosiego. De todos modos, resulta evidente que la disputa interna en el oficialismo no ha disminuido en intensidad, aun cuando el tanteador señala en estos días una ventaja bastante cómoda del gobernador Weretilneck frente al sector liderado por el senador Miguel Pichetto. Indicador de que la presión atmosférica en ambos espacios sigue siendo alta son la catarata de anuncios formulados por el senador y sus actos y gestiones en favor de la comercialización de frutas y la realización de viviendas. Son tantos, que disputan –en cantidad y diversidad– a los realizados por el propio gobernador. Cierta visión simplista podría formular uno solo de los interrogantes posibles ante tal comprobación: ¿qué hay de malo en que las fuentes de “bendiciones” que se derramen sobre los rionegrinos sean varias, y no sólo una? Pero otras dudas surgen de la actual situación: • Una de ellas es si tantos anuncios de obras no son, en realidad, distintas maneras de aludir a los mismos proyectos. De duplicar enunciados en procura de capitalizar en lo personal réditos indirectos. Por ejemplo, en Viedma, aún hoy buscan determinar si las 372 viviendas anunciadas por Pichetto en diálogo con el intendente Ferreira comprenden o no las casi 150 anunciadas por el titular del IPPV, Luis Bardeggia, como parte del plan provincial. • Otra pregunta posible –sustancialmente más importante– es si Weretilneck y Pichetto no buscan reemplazar, con la promesa de millonarias obras financiadas con fondos nacionales, la construcción política que, hasta el momento, ni uno ni otro ha podido consolidar. Gobernar es bastante más que anunciar la distribución de cemento y estructuras. Las obras públicas, fue visto, no le bastaron al radicalismo para conservar el poder en una provincia que se le escurrió de las manos en el clímax de anuncios rimbombantes. Formar un gobierno implica crear equipos, coincidir con ellos en una visión del conjunto y proponerse una misión, plantear objetivos claros y darlos a conocer de un modo adecuado. Son éstas asignaturas que todavía siguen pendientes en la nueva realidad rionegrina. Trajín y recomposición de alianzas políticas. De eso sí tiene bastante la actual circunstancia. Dime con quién anuncias y te diré de qué lado estás, es la única consigna visible. Y, para crear mística, resulta bastante insulsa. Weretilneck lo hace abonando la relación con el Movimiento Evita a través de ceder lugares en su gabinete. Pichetto, incrementando la conexión con la agrupación Colina que lidera la ministra Alicia Kirchner. Martín Soria, buscando desde el acompañamiento al gobernador y el diálogo con el senador recomponer el “relato” que, a su juicio, se ha perdido sin remedio ni reemplazo en las vertiginosas mutaciones de estilos y sectores. Todavía hoy, Pichetto busca abrir el abanico incluso por fuera del justicialismo, al retribuir la atención del viedmense Ferreira, quien avaló su tesis sobre la existencia de una alianza Weretilneck-Mendioroz con eje en la capital. El gobernador, por su parte, recorre la provincia y anuda –con fondos y anuncios– una alianza con cada uno de los intendentes. Así estamos. Mientras tanto, el Estado padece aún los altibajos, contramarchas y vacíos que lo han caracterizado en los últimos meses. El gabinete se ha integrado. Es cierto. Pero, debajo de él, reina la incertidumbre para funcionarios de primera y segunda líneas, a quienes el gobernador les pidió la renuncia y no ha definido aún qué hacer con ellas. Muchos se niegan a firmar autorizaciones de pagos, cheques o resoluciones que pudieran ser invalidadas si la aceptación de su renuncia fuera retroactiva a la fecha de su presentación. Así, la marcha de la administración no consigue tomar ritmo. Si en diciembre fue la demora en completar el organigrama de funcionarios, luego fueron los cambios tras la asunción de Weretilneck y, más tarde, los derivados del cisma con el “pichettismo”. Podría decirse, incluso, que la relativa estabilidad financiera que el gobernador exhibe como dato positivo de su gestión obedece, en gran medida, al bajísimo nivel de actividad que ha tenido la administración pública en los últimos diez meses. Otro componente que ha “mejorado” las cuentas ha sido igualmente falaz: la paralización de los pagos pendientes por 300 millones de pesos que han sido renegociados con proveedores y prestadores y que, en una parte sustancial, serán abonados con bonos. La caída de la obra pública es notable indicador de la relativa parálisis en la maquinaria del Estado. Un dato que ya genera inquietud en trabajadores y empresarios de la construcción de Bariloche, Viedma y San Antonio Oeste. Aun sin considerar el efecto inflacionario, la comparación de montos a valor nominal revela una reducción de un 25% respecto del primer semestre del año pasado. Esta semana podría conocerse hasta qué punto los acuerdos políticos entre Weretilneck y Pichetto se traducen en hechos. Por ejemplo, aquel por el cual el gobernador habría comprometido su gestión en favor del reconocimiento como bloque de los 13 legisladores del FpV críticos. Una bancada que, sea o no reconocida en lo formal y presupuestario, es ya la segunda fuerza parlamentaria. Así, el ruido interno ha bajado. Pero las nueces –entendidas como elementos objetivos de eficiencia y gestión– siguen siendo escasas.


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