Murió ex agente nazi que delató a Erich Priebke

Reinhard Kops, o Juan Maler como se lo conocía en Bariloche, sufría de una avanzada arteriosclerosis

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB/DyN).- Falleció ayer el ex-agente de inteligencia nazi Reinhard Kops, quien durante su larga residencia en esta ciudad adoptó el nombre de Juan Maler y cobró notoriedad tras hacer público el pasado oscuro del ex-capitán SS Erich Priebke.

Afectado por una avanzada arteriosclerosis, a los 86 años de edad Maler se encontraba muy debilitado y sus familiares indicaron que ya no mostraba ganas de luchar por su vida.

Sus restos fueron velados por un reducido núcleo de allegados e inhumados en el cementerio Parque Valle del Descanso.

Kops-Maler fue propietario del hotel «Campana», pero adquirió trascendencia en la comunidad en 1994, cuando delató a Priebke como uno de los «nazis prófugos» de mayor rango en la Argentina para desviar la atención de un reportero norteamericano que seguía sus pasos en la región. La denuncia atrajo la atención de la cadena de noticias ABC sobre Priebke y dio impulso al pedido de extradición a Italia por crimenes de «lesa humanidad». El largo proceso concluyó con la condena a cadena perpetua del ex-capitán nazi por su participación en la «matanza de las Fosas Ardeatinas».

Una vida agitada

Kops-Maler había nacido en Hamburgo, en el norte de Alemania, el 29 de septiembre de 1914.

De acuerdo a una investigación realizada por el Centro Simón Wiesenthal, durante la Segunda Guerra Mundial Kops-Maler habría dirigido tareas de exterminio y deportación de judíos en Albania.

También estuvo destacado en Francia y en Bulgaria, donde desarrolló trabajos de propaganda para las SS hitlerianas.

La misma investigación del Centro Wiesenthal señaló que, después de la caída de Adolfo Hitler, habría huido a Roma tras escapar de un centro de detención inglés.

En esa época habría cumplido funciones en la Secretaría para Refugiados Alemanes del Vaticano. De acuerdo con un informe de la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en el Argentina (CEANA) Maler-Kops habría sido durante la Segunda Guerra «miembro del contraespionaje y ayudante del obispo Hudal en Roma».

En esta función habría permitido la huida de militares y civiles ligados al nazismo, especialmente hacia Sudamérica.

Tras su llegada a la Argentina en 1948, Maler fue señalado como administrador de las finanzas del movimiento neonazi en Sudamérica y fue redactor político de la publicación ultraderechista «El Camino», que se editaba en Buenos Aires y se distribuía al exterior en la década del «50.

También se desempeñó como práctico contable y gestor de viajes y negocios. Sus oficinas estaban emplazadas en dependencias del hotel Campana.

Perfil reservado

Maler fue más bien reservado y no frecuentaba los lugares públicos. Tampoco tuvo muchos contactos con la colectividad alemana local.

Además del hotel se le conoce una casa, donde vivió con su familia y una chacra en El Bolsón. Estuvo casado y tuvo dos hijos. El mayor Klaus, vive actualmente en Alemania y la hija, Tinca, vive en esta ciudad.

A pesar de todas las investigaciones de la que fue objeto, Argentina nunca recibió pedidos de extradición en su contra.

En los pocos contactos que tuvo con «Río Negro» durante el proceso que terminó con la extradición y juzgamiento de Priebke, Kops-Maler siempre negó cualquier vinculación con el nazismo, e incluso advirtió que ese régimen en más de una ocasión pretendió matarlo «por haber salvado a judíos y por haberme opuesto a la política contra Rusia en el Este. También negó sus actividades como propagandista en Argentina.

Una doble identidad que levantó sospechas

Reinhard Kops o Juan Maler se mantuvo siempre en el ojo de la tormenta, desde que sus revelaciones hicieran estallar el «Caso Priebke». En estos años, este diario pudo ir desentrañando aspectos poco claros de su pasado, y en alguna ocasión incluso logró entrevistarse con él.

La presencia de los «cazadores de nazis» del centro Simon Wiesenthal, por los cuales mantenía un profundo desprecio, lo ponían nervioso. Era normal que después de aparecidas las informaciones sobre la presencia de nazis en Argentina que lo involucraban, decidiera viajar a Chile, donde tenía algunos intereses comerciales, hasta que «amainara la tormenta».

Durante el juicio realizado a Priebke en Italia, Shimon Samuels, dirigente del centro Wiesenthal, sostenía que «no le perdemos pisada» a cada uno de sus movimientos y se mostró convencido de que se trataba «del mismo criminal de guerra que actuó en Albania». Pese a todas las sospechas, jamás se formalizó algún pedido de captura en su contra. Incluso, la Policía Federal nunca pudo establecer si la correlación entre las dos identidades era la declarada por el ex agente.

Ya en 1991, el escritor y periodista Esteban Buch lo había calificado como «el nazi más activo de Bariloche» en su libro «El Pintor de la Suiza argentina», sobre la vida del artista plástico y militante nazi de origen belga Antoon Maes. Durante su prolongada estadía en Argentina, Kops-Maler escribió cerca de una docena de libros en alemán, en los que relata su visión de la segunda Guerra Mundial, su participación en el conflicto bélico y su posicionamiento frente la nazismo. Según menciona Buch en su libro, en ellos el ex agente de inteligencia «hace alabanza del las SS, a quienes compara con los caballeros templarios medievales».

En un diálogo mantenido con «Río Negro» Kops-Maler calificó de «ridículas» las acusaciones del centro Wiesenthal», afirmando que «todo es una gran mentira. Mire: fui condenado a muerte dos veces por los nazis. Una vez por haber salvado a judíos y otra por haber me opuesto a la política de Rusian en el Este». De todos modos, admitió haber sido capitán en el ejército y en el servicio de inteligencia alemán.

Admitió que cambió su nombre al llegar a la Argentina en 1948, pero sostuvo que fue «en una forma completamente legal , había perdido los documentos en la guerra y fue por motivos económicos, no políticos».

También negó ser un financista de grupos neonazis y agregó que en sus libros sus opiniones «son muy fuertes en contra de Hitler. A tal punto que me costó clientela….» (AR)

En Chile ponen a la «organización» bajo la lupa

Santiago (dpa) – Sin pretender ser una nueva «cazadora de nazis» en América Latina, la investigadora chilena María Soledad de la Cerda siguió de cerca los pasos de un grupo de subordinados de Adolfo Hitler que se refugiaron en Chile tras la caída del Tercer Reich, como fue el caso de Walther Rauff, el inventor de los «camiones de la muerte», acusado de matar a 97.000 personas.

«He recibido muchos llamados de alemanes que me han ofrecido más información sobre el tema, porque ellos entienden que esto es historia y no tienen ningún problema en que se de a conocer», dijo la autora del libro «Chile y los hombres del Tercer Reich» (editorial Sudamericana). «Ellos me han dicho que hubo más gente» que llegó a Chile huyendo de la persecución antinazi mundial.

De la Cerda relata la existencia de una «organización», integrada por ex combatientes nazis que financiaban acciones en favor de ellos mismos, como fue la defensa de Rauff en Chile para evitar que fuera extraditado a Alemania., lo que se logró Paradójicamente el defensor del jerarca nazi fue un judío, el abogado Enrique Schepeler.

El libro plantea una serie de interrogantes, como la llegada de los nazis a Chile, país que los atraía por encontrarse aquí la tercera colonia mundial alemana más numerosa, además de que, junto con Argentina, Chile fue de los últimos países en romper con las potencias del Eje.

«Soy además una convencida -dijo la autora- de que toda la gente que colaboraba con la OSS (División de Servicios Estratégicos), la unidad estadounidense de inteligencia anterior a la actual CIA, recibió su protección, porque todos ellos eran tremendamente anticomunistas, lo que es válido para los nazis que llegaron a Sudamérica». De la Cerda afirmó también que creía que de alguna forma las luchas de estos grupos de sobrevivientes «tienen que ver con algo religioso. Tengo la sensación de que hay un grupo que se convirtió al catolicismo», invitados por la Iglesia como condición para recibir ayuda y protección.

Muchos «viejos alemanes» participaron en la «organización» que, en 1979, tenía a nivel continental unos 1.800 militantes ex combatientes, de los cuales 85 eran de Chile, grupo este último que hoy estaría reducido a sólo dos personas, uno de ellos el checo-alemán Karol Bachraty, ex aviador nazi. Según la investigadora, los jóvenes alemanes, la nueva generación, no tienen relación con los antiguos grupos neonazis o con nuevas agrupaciones.


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