Nuevo atentado contra el mausoleo chiíta en Samarra
Una explosión derribó los dos minaretes del mausoleo venerado por los chiítas. El presidente Jalal Talabani condenó el ataque y pidió "abstenerse de represalias".
SAMARRA, Irak (AFP) – Los dos minaretes del mausoleo chiíta de Samarra, al norte de Irak, se vinieron abajo ayer en un atentado, un año después de la destrucción de la cúpula en otro ataque, lo que hace temer una nueva ola de violencia sectaria en el país, como sucedió entonces.
Las autoridades decretaron inmediatamente un toque de queda en Bagdad y Samarra, ciudad sunnita que se sitúa 120 kilómetros al norte de la capital. «El derrumbe de los dos minaretes fue provocado por dos bombas colocadas en la base», afirmó el teniente Omar Ghalib, de la policía de Samarra.
El atentando se produjo alrededor de las 5 del GMT y no causó víctimas, precisó el ejército estadounidense. Según el corresponsal de la AFP, las fuerzas estadounidenses e iraquíes se desplegaron alrededor del lugar. Una brigada del ejército iraquí fue enviada como refuerzo, añadió el general estadounidense Kevin Bergner.
La destrucción de la cúpula de este mismo mausoleo el 22 de febrero del 2006 en otro atentado sin víctimas desencadenó una ola de violencia confesional en Irak. Lugar de peregrinación venerado por los chiítas en esta ciudad sunnita, en el mausoleo se encuentran las tumbas de Ali al Hadi y de Hassan al Askari, los décimo y undécimo imanes de esta rama del Islam. Según un testigo, las explosiones se produjeron con algunos minutos de intervalo.
«Estaba muy cerca del mausoleo cuando escuché enormes explosiones que provocaron una nube de polvo que cubrió todo el barrio», afirmó un testigo. Las condenas y los llamamientos a la calma se multiplicaron en Irak y en el mundo.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, pidió «no dar una oportunidad a los terroristas» y a «permanecer unidos en la lucha contra quienes encienden las pasiones confesionales». Además, afirmó que se abrió una investigación.
El presidente Jalal Talabani y el vicepresidente sunnita Tarek también condenaron el ataque. El gran ayatollah Ali Sistani, la más alta autoridad religiosa chiíta en Irak, denunció este «crimen rencoroso», y pidió «paciencia a los creyentes y abstenerse de venganzas».
Hubo más ataques
Sin embargo unas horas después del atentado de Samarra, cuatro mezquitas fueron blanco de ataques en Iskandariya, a 60 kilómetros al sur de Bagdad, y en la propia capital. En Washington, la Casa Blanca llamó a los iraquíes a la unidad contra los extremistas y condenó «con fuerza» el atentado de Samarra, que fue imputado a Al Qaeda por el embajador de EE. UU. en Bagdad, Ryan Crocker, y el comandante de las fuerzas norteamericanas, David Petraeus. Gran Bretaña y Francia también condenaron el ataque, como Qatar, que vio en él un acto «contrario a los preceptos del Islam y a los valores humanos».
Por su parte, el jefe radical chiíta Moqtada Sadr, que llamó a guardar tres día de luto en Irak, culpó a los estadounidenses por el atentado, mientras los diputados de su movimiento anunciaron que no acudirán al Parlamento.

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