Chubut: equipo que pierde, no se toca

Tras la derrota electoral, el gobernador Torres prefirió dejar las cosas como estaban y no “oxigenó” el gabinete. Por el contrario, incorporó funcionarios. Pero se dio el gusto: en la provincia, no hay fueros.

 

Hay conflictos y situaciones que, tal vez hace un tiempo hubiesen permanecido en las sombras pero que ahora encuentran la luz con relativa facilidad en el gobierno chubutense. Aunque aún se insiste en la provincia que el resultado electoral fue un “plebiscito entre Milei y Cristina”, esa nube se va disipando lenta pero inexorablemente pese a que las lecturas de los microclimas políticos no lo perciban o no quieran percibirlo.

Hay que reconocer que hubo una bocanada de aire fresco para el mandatario en medio del flojo desempeño en las urnas para la elección de diputados. El triunfo del “si” a la quita de los fueros para los tres poderes y los sindicalistas. Este sábado se dio el gusto y promulgó la enmienda constitucional que termina con lo que para el mandatario “era un privilegio”. Asi, Chubut se convierte en la primera provincia donde no habrá protección para quienes delinquen ocupando cargos.

Volviendo a la derrota, el gobernador Ignacio Torres no quiso hacer de la misma un “desparramo de cabezas” aunque, quizá no en esos términos, la coyuntura se lo imponía. “No es el momento de hacer rodar cabezas porque entonces sí sería reconocer que la derrota electoral nos golpeó”, le dijo a diario RÍO NEGRO un colaborador de Torres de la primera hora que suele usar el off con frecuencia.

Por eso, el joven gobernador chubutense optó por algunas frases que se hicieron icónicas en el fútbol, aunque en un sentido contrario: “Equipo que pierde, no se toca”. Y así dejó pasar algunas semanas entre el silencio y las inauguraciones para que baje la espuma y en lugar de cambios o pedidos de renuncias prefirió la incorporación de dos mujeres al gabinete y el empoderamiento de un dirigente con pasado político familiar que se desempeña en el área de la Asesoría General de Gobierno.

Es así que entre Jennifer Contardi, Macarena Acuipil y Emiliano Chialva formó un triunvirato que desde ahora se encargará de mejorar las relaciones y negociaciones políticas internas quitándole protagonismo y poder a otros miembros del gabinete. Pero nadie se fue. Todos quedaron sentaditos en sus puestos tratando de explicar de mil maneras el por qué de una derrota inesperada que relegó al partido oficialista a un lapidario tercer puesto.

Es verdad que el estilo del gobernador no es el de echar culpas ajenas, al menos públicamente. El gabinete “está en paz” por estos días y si Torres tiene la idea de realizar algún cambio tiene la oportunidad el 10 de diciembre próximo cuando cumplirá dos años de mandato e iniciará el camino clave de los últimos dos. Oportunidad de “oxigenar” el gabinete, con un motivo que quedará lejano a una derrota electoral inesperada.

Y seguir su camino hacia 2027 en busca de una reelección de la que siempre se habló: “Torres tiene la capacidad de dar vuelta situaciones complejas”, agregó el mismo informante.

Por el momento poco y nada se sabe del futuro de la candidata Ana Clara Romero por la que Torres había jugado todas sus fichas. Puede ser representante del gobierno provincial en Comodoro Rivadavia, un cargo a crear teniendo en cuenta que deja su banca el 10 de diciembre.

Sí se sabe que el candidato en segundo lugar, el vicegobernador Gustavo Menna, elogiado hasta el cansancio por su manejo en la Legislatura Provincial fue a olvidar sus pesares por la derrota a Europa donde viajó la semana pasada, aunque el pedido de licencia ingresó este viernes a la casa de las leyes. Menna pasea por Inglaterra, entre otros destinos.

Por eso no podrá presidir la sesión prevista para esta semana, donde la oposición justicialista aprovechará la poca carne que le queda en el asador para caerle al oficialismo con garras y dientes en un conflicto que amenaza convertirse hasta en un tema diplomático: permisos de pesca para una empresa de capitales norteamericanos con la que el gobierno de Torres tuvo un conflicto lo que ocasionó una denuncia que ya traspasó largamente, los límites de la provincia.

Con graves acusaciones contra funcionarios provinciales (desmentidas en forma locuaz) las que pueden provocar un daño inesperado a la gestión, aunque por ahora hay un hilo que logra detenerlo. Y un manto que pretende taparlo.

 Pero la historia lo dice: el hilo alguna vez se corta. Y el manto, a veces se corre.


Hay conflictos y situaciones que, tal vez hace un tiempo hubiesen permanecido en las sombras pero que ahora encuentran la luz con relativa facilidad en el gobierno chubutense. Aunque aún se insiste en la provincia que el resultado electoral fue un “plebiscito entre Milei y Cristina”, esa nube se va disipando lenta pero inexorablemente pese a que las lecturas de los microclimas políticos no lo perciban o no quieran percibirlo.

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