El espectro del mal en la civilización actual

Mantener una ira fanática en la población, tolerando la intolerancia o azuzándola -medios de por medio- es la base de la pirámide del odio.

Redacción

Por Gabriel Brarda, María de los Angeles Lopez Geist, Viviana Isern, Eliana Montuori*

Nos llama la atención los discursos de odio y violencia que circulan de manera naturalizada en nuestras sociedades, y por la degradación de los valores positivos que tanto le costó conseguir a la humanidad.

En el mundial de futbol de Qatar, los argentinos tuvimos que reconocer tristemente que en el público argentino se había filtrado un discurso de odio de modo acrítico, brutal, obsceno. Las chicanas y cánticos contra Mbappé no resultaban congruentes con la imagen que tenemos de la Argentina, pueblo tolerante y generoso con los inmigrantes, pueblo de universidad pública de alto nivel, capital cosmopolita de frondosa oferta cultural.

¿Se puede insultar, estigmatizar, o discriminar sin consecuencias para la víctima ? ¿No estamos naturalizando un maltrato gratuito hacia el otro, como cuando se banaliza el bullying en las escuelas? ¿Y qué decir de las campañas electorales que han copiado las estrategias espurias de otros países como si esa importación redimiera o justificara la calumnia, la denostación, la devaluación insultante del adversario ahora convertido irracionalmente en enemigo?

Mantener una ira fanática en la población, tolerando la intolerancia o azuzándola – medios de por medio – es la expresión básica de la pirámide del odio, en cuya cima se encuentran los genocidios. Pocos conocen que Facebook reconoció su responsabilidad en el descuidado monitoreo de palabras de odio contra la población musulmana de Myanmar durante los meses anteriores a la masacre, alegando dificultades para encontrar personas que manejaran bien el idioma y pudieran realizar la tarea.

El odio circula públicamente sin necesariamente estar acompañado de la emoción que habitualmente le adjudicamos. El distanciamiento total de los otros y de sus necesidades es una forma de odio que cultivó la cultura del individualismo cuando aún era posible creer que el ser humano puede existir o tener logros como tal sin sus congéneres.

Un psicoanálisis aplicado no puede estar ajeno a una profunda reflexión y revisión acerca de esta temática que atraviesa y atormenta a nuestra sociedad. El odio y sus formas nos interpela como sujetos responsables de cada palabra enunciada.

Pero no sólo el odio y la agresividad caracterizan el funcionamiento social y la naturaleza humana, la cooperación , el altruismo, la empatía las conductas prosociales pueden observarse en la sociedad, a qué se debe entonces que las conductas violentas prevalezcan sobre estas últimas.

¿Es ingenuo pensar que quizás sería posible invertir esta correlación?. La Unesco se ha propuesto como misión contribuir a la construcción de una cultura de la paz desde su fundación el 16 de noviembre de 1945 a través de la erradicación de la pobreza, el desarrollo sustentable, la educación, la ciencia, el dialogo intercultural, la información y la comunicación. Uno de los prejuicios más difíciles de erradicar es el de que la especie humana es innata e irremediablemente agresiva, que la violencia es nuestro destino y que este destino no puede ser revertido.

En la conferencia inaugural de Londres en la creación de la Unesco Clement Attlee formuló la célebre frase que luego fue incorporada en su Constitución: ¨ Así como la guerra nace en la mente de los hombres, también la paz puede nacer en la mente humana. La misma especie que inventó la guerra es capaz de inventar la paz. La responsabilidad recae en nosotros¨

En el año 1989 adoptó el manifiesto de Sevilla como propio para discutir la noción que los seres humanos están biológicamente predispuestos a la violencia organizada y subrayar la influencia de la cultura, la educación, la crianza, las condiciones de vida en las conductas violentas, la biología se expresa en un contexto cultural que favorece un tipo de conductas u otras.

Immanuel Kant afirmó que el odio es una forma de perjuicio basado en la falta de respeto y dignidad por el prójimo, a quien se lo termina tratando cual objeto cosificado. Si bien la crueldad ha estado omnipresente en la historia humana, no por ello debiera evaluarse a la maldad como un elemento inexorable de la identidad y la naturaleza humana. Nadie puede auto-exonerarse absolutamente el no haber sentido en alguna oportunidad algún tipo de animadversión, y no por ello avalaríamos o justificaríamos la discriminación o la marginación por religión, por etnicidad o por cualquier otro tipo de afiliación.

Todo mal puede y debe ser narrativizado, como pudimos aprender de los testimonios de aquellos que han sobrevivido a catástrofes humanitarias como lo ha sido Auschwitz . Y ello, con la finalidad de propender a un aprendizaje moral para todas las comunidades globales acerca de las eventuales contingencias negativas que solemos adscribir en aquellos grupos que percibimos como diferente y ejercitando siempre, la realización de “juicios reflexionantes” acordes, de manera de poder alcanzar una posición ética válida y seguir comprendiendo aún más profundamente y entre todos, la magnitud del espectro del mal en la civilización actual.

Por ello todo intelectual debiera siempre comprometerse a retomar el juicio reflexivo ético. Juicio que no puede soslayarse jamás cada vez que se está en presencia de regímenes totalitarios o catástrofes ambientales. No hablar hace más terrorífica la violación de todo derecho humano con la complicidad de aquellos que han silenciado el sufrimiento de los otros.

Y como en el tango “Cuesta abajo” nos decimos “solo quiero que comprendas el valor que representa el coraje de querer…”

* Psicoanalistas y psiquiatras de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y Asociación psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) . Reflexiones en el marco del tercer congreso de la APSA / APdeBA 4y 5 de Agosto 2023 “El odio y la discriminación en la clínica: pensarnos en equipo en el mundo actual”.


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