Generación Z y Alfa: política en clave digital
¿Acompañamos a nuestros hijos en su vida digital como en la real? Sabemos quiénes son sus amigos del colegio, pero ¿conocemos sus vínculos virtuales? ¿Sabemos qué consumen, qué los angustia o qué los inspira en línea?

Generaciones en línea
Entre la revolución tecnológica y las desigualdades estructurales, las nuevas generaciones no solo crecen conectadas: se forman dentro del universo digital. La vida en línea ya no complementa, sino que constituye su existencia cotidiana. Niñas, niños y adolescentes convierten la tecnología en espacio de identidad, comunicación y acción, aunque lo hacen en un mundo marcado por brechas que condicionan acceso y oportunidades.
Generación Z: vivir la transición
La Generación Z —nacida entre 1995 y 2009— es la primera verdaderamente nativa digital. Aprendió a comunicarse en pantallas táctiles, a expresarse con memes y microvideos, y a organizar su pensamiento en hilos de redes sociales. No ingresan a internet: viven allí.
Creció entre la precariedad laboral, la crisis educativa y la desconfianza institucional. La pandemia profundizó esas brechas y consolidó un sentimiento común: saberse protagonistas de un sistema que no los representa, las redes se transformaron en espacio de expresión y resistencia.
Desde la Primavera Árabe de 2011, quedó claro que internet puede desafiar al poder. Hoy, la Generación Z hereda esa lógica: ya no busca solo cambiar gobiernos, sino cuestionar estructuras. Lo digital dejó de ser herramienta para convertirse en territorio en el que ocurre la acción colectiva.
Incluso una serie de anime se convierte en bandera de la Generación Z. En su búsqueda de justicia y rechazo al poder, esta generación encuentra en el sombrero de paja del anime One Piece un símbolo de su propia lucha. Luffy, su protagonista, encarna la rebeldía frente a la corrupción y opresión, esa narrativa de ficción se transforma en emblema real de resistencia.
Estas nuevas formas de revolución nacen en plataformas pensadas para el ocio. Discord, creada para gamers que permite organizarse sin jerarquías gracias a su estructura descentralizada. Mientras los gobiernos buscan líderes para reprimir, los movimientos se disuelven en nodos. Esa fluidez impulsa la acción, aunque dificulta sostenerla. La Generación Z no diseña estas plataformas para hacer política, pero al usarlas descubre su fuerza colectiva.
Generaciones digitales Alfa y Beta: nacer sin desconexión
La Generación Z vivió la transición entre lo analógico y lo digital, la revolución de las redes sociales y el surgimiento de los teléfonos inteligentes. Impulsó y popularizó plataformas como TikTok e Instagram, participa de manera activa en el desarrollo y difusión de tendencias digitales.
En cambiola Generación Alfa (nacida desde 2010-2024) jamás conoció la desconexión, convive con la Inteligencia Artificial desde la infancia, se comunica con asistentes virtuales y aprende a través de pantallas. Su aprendizaje, entretenimiento y vínculos se dan dentro del entorno digital, altamente competitivos y expertos naturales en el área digital o tecnológica.
La Generación Beta, es la que comienza a nacer, enfrentará desafíos aún más profundos: automatización del trabajo, desigualdad tecnológica y crisis ambiental global. Serán los adultos de un planeta que consume más de lo que puede regenerar. Deberán combinar tecnología, restauración ecológica y justicia social.
También vivirán vínculos más fugaces, mediados por métricas de aprobación. Likes y seguidores funcionarán como espejos emocionales. El reto será rescatar la profundidad del encuentro humano en medio de la inmediatez.
El rl de los padres: acompañar la vida digital
La pregunta clave es: ¿Acompañamos a nuestros hijos en su vida digital como en la real? Sabemos quiénes son sus amigos del colegio, pero ¿conocemos sus vínculos virtuales? ¿Sabemos qué consumen, qué los angustia o qué los inspira en línea?
En el mundo físico, los adultos pueden observar y proteger; en el digital, esa capacidad se reduce. Los menores aún no desarrollan el discernimiento necesario para detectar manipulación o riesgo. La desconexión generacional no es solo tecnológica, sino emocional; por eso, más que control, necesitan presencia significativa. Un niño puede pasar horas en línea sin un adulto que sepa realmente con quién interactúa o qué significan los símbolos que comparte.
La protección digital no se limita a filtros o monitoreo técnico: requiere escucha active y diálogo genuino porque ningún algoritmo reemplaza el vínculo humano. Las pantallas conectan, pero también aíslan. Solo la presencia del otro sostiene el desarrollo psíquico y social.
La necesidad de equilibrio: entre el clic y la mirada
La tecnología no es el enemigo: el desafío es el equilibrio. Integrarla sin perder lo humano es la tarea del siglo XXI. Los adultos deben construir puentes entre lo digital y lo real, entre el clic y la mirada, entre la conexión virtual y la contención emocional.
La salud emocional de estas generaciones dependerá menos de los dispositivos y más de las experiencias significativas que puedan compartir fuera de la pantalla. Acompañar su crecimiento exige educación digital crítica que les permita identificar manipulación, empatía genuina para entender sus códigos, y comprensión profunda de los nuevos modos de habitar el mundo.
La Generación Z encendió la chispa de una nueva forma de acción política. La bandera pirata es su símbolo, pero su causa es más profunda: justicia, igualdad, representación. Las generaciones que siguen crecerán en entornos aún más complejos, y su equilibrio dependerá del acompañamiento que les ofrezcamos.
La vida digital de niñas, niños y adolescentes no es un juego paralelo: es su realidad cotidiana. Entenderla y acompañarla es el deber ético de nuestro tiempo. La revolución ya empezó; la pregunta es si los adultos tendremos el coraje de ser parte de ella.
(*) Abogada, miembro del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén, dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz.

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