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Gobernadores ante las puertitas de Milei

Los mandatarios patagónicos coinciden en que  “no hay puertas cerradas” y por ahora no van a la guerra, mientras el presidente los divide para negociar y los enfrenta entre sí en la búsqueda de recursos.

A Javier Milei le importa “un rábano” la opinión de los políticos. Es el segundo de sus diez mandamientos que presentó en la CPAC, cumbre de derecha con anticuerpos a la del Mercosur, cuya presidencia asumió al mismo tiempo que advertía que es “una prisión” para la Argentina. Su efectividad en la batalla cultural no lo exime de pactos que, para preservarse, terceriza en el jefe de gabinete Guillermo Francos, el ministro de Economía Luis Caputo y, para el sur, en el presidente de YPF, Horacio Marín.

A un año de su asunción, eludió una visita al bloque de gobernadores patagónicos, debilitado en la pelea por la presidencia del Consejo Federal de Inversiones (CFI). Eso sí, sumó un tour por Vaca Muerta, la Disney de todo presidente.

Salvo para la foto, Milei rehúye de las conversaciones colectivas, que desactiva con acuerdos unilaterales sólo posibles por el temor de la dirigencia al respaldo que visibilizan las encuestas, muy por encima de Mauricio Macri y de Alberto Fernández en igual periodo. También le temen a la ‘motosierra’, herramienta disciplinadora confirmada nuevamente con el retiro del presupuesto delCongreso. Hasta ahora no paga costos políticos.

Al sur del río Colorado, los gobernadores coinciden en que “el arranque fue a los tropezones” pero que “no hay puertas cerradas” ni tampoco resultados que los satisfagan plenamente. Las escasas concesiones no son producto del afecto político, sino de una relación de conveniencia en una región donde los mandatarios prescinden de padrinos nacionales y gozan de autonomía para acompañar o no las leyes del Congreso, llave que Milei intentará arrebatarles en el próximo turno electoral del 2025.

Resignados al método mileista, los jefes provinciales hacen gestos tibios que no despierten la ira del león. En esa línea fue la última foto y mensaje de Rolando Figueroa y Alberto Weretilneck. El dúo consensuó una agenda que incluye entre otros los reclamos por las obras frenadas en rutas nacionales y la disputa por la energía que producen las represas hidroeléctricas.

“El agua es provincial” admiten en Nación, pero alegan que las represas no y “sin ellas no habría electricidad”. A modo de ejemplo a Río Negro le deben respuestas por las rutas 22, 23 y 151 y la rotonda de Choele Choel. Pero, se sabe, el futuro es rehén del apoyo nacional a Sierra Grande y al GNL. Vaya otro ejemplo: por precaución el neuquino prefirió atar la adhesión al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) a la reglamentación previa de la Ley de Hidrocarburos.

Más al sur fue Chubut una de las provincias que más ganó. Cuando en el inicio del año los gobernadores se animaron a judicializar los reclamos contra Milei el chubutense Ignacio Torres consiguió un fallo a favor y celebra una quita de deuda inaudita de 100 mil millones de dólares más la adhesión a la compensación recíproca después de ser víctima del “brazo armado con celulares”.

Vidal ejercita el don de la paciencia en la extensa negociación por el futuro de Yacimientos Carboníferos Fiscales, que rescató de la Ley Bases pero cuya constitución societaria pende de un hilo. Se confiesa obligado a un fino equilibrio a la espera del traspaso de áreas de YPF y de la reactivación de las represas, pago de deuda mediante, un trámite que no le firman los funcionarios nacionales. El cambio de actitud de Milei frente a China lo esperanza mientras se suman despidos, que busca compensar con el proyecto “Milla 201” para que los puertos patagónicos provean a los pesqueros fuera de la plataforma argentina y que hoy acuden a Uruguay.

En resumen; como la mayoría los patagónicos por ahora no van a la guerra mientras Milei los divide para negociar y los enfrenta entre sí en la búsqueda de recursos. Lo saben Weretilneck y Axel Kicillof que ensayan una reconciliación tras la batalla por el GNL.


A Javier Milei le importa “un rábano” la opinión de los políticos. Es el segundo de sus diez mandamientos que presentó en la CPAC, cumbre de derecha con anticuerpos a la del Mercosur, cuya presidencia asumió al mismo tiempo que advertía que es “una prisión” para la Argentina. Su efectividad en la batalla cultural no lo exime de pactos que, para preservarse, terceriza en el jefe de gabinete Guillermo Francos, el ministro de Economía Luis Caputo y, para el sur, en el presidente de YPF, Horacio Marín.

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