La caja negra judicial: John Marshall y los próximos candidatos a la Corte Suprema

Lo judicial se gestiona políticamente y viceversa. La historia del juez más famoso en el fallo más famoso permite entender qué esperar de los próximos candidatos supremos.

Presidente de la Corte John Marshall (1808) – Retrato hecho por Saint Memin.

“Marbury vs. Madison”, el nacimiento judicial de un actor político.

1. Una radiografía sobre el secreto supremo. El secreto es parte de la política pero es un elemento central de la política judicial, de cómo se construye y cómo se confirma un juez supremo. Una caja negra es “un sistema complejo cuyos mecanismos están ocultos o no se entienden” según el diccionario de Oxford. Con el tiempo, lo oculto se revela.

La famosa designación de John Marshall y “los jueces de medianoche” en el último día del mandato del Presidente de los EEUU, John Adams (1797-1801), permite analizar en el pasado cosas que en el presente se mantienen todavía en las sombras. ¿Qué se busca en un juez supremo? Paz judicial.

El control judicial de constitucionalidad nació junto al Partido Republicano y su primer presidente: Thomas Jefferson. Adams, el Presidente saliente, temía represalias y excesos “jacobinos” de Jefferson porque en su mandato hizo “cosas intensas” como perseguir opositores y críticos con la “Ley de extranjería y sedición” de 1798.

Con esos nombramientos judiciales y la posterior designación de Marshall en la Corte quería garantizar la paz judicial del derrotado Partido Federalista, el oficialismo en los primeros tres mandatos presidenciales (1789-1801). Doscientos años después, los ecos de aquella designación judicial no parecen sino reforzarse en EE.UU y en el mundo.

Como medida de autoprotección política, Adams nombró a jueces amigos y al propio Marshall. Éste usó el conflicto del caso “Marbury vs Madison” (1803) para crear una victoria de largo plazo: hizo nacer la política judicial y construyó poder donde parecía no existir. Doscientos años después, supuestamente controlando la supremacía constitucional algunos parecen construir la supremacía judicial sobre la política democrática.

Marshall logró crear la práctica de la revisión judicial y hacer la paz. En contraste, la segunda revisión judicial suprema “Dredd Scott” (1858) desatará la guerra civil de secesión.

Marshall fue Secretario de Estado de Adams, un militar de carrera y un estratega judicial sin igual en tiempos de fundación constitucional. En sus 34 años como Juez destaca que siempre acordó con los quince jueces supremos con los que trabajó. La gran mayoría de los fallos de la Corte Marshall fueron unánimes y las disidencias excepcionales. Una Corte de escaso narcisismo judicial, contracultural en los tiempos que corren.

El Juez más famoso casi no estudió derecho sino por seis meses. Es incidental que Marshall haya sido abogado, lo central era su madera política y militar. En contraste, lo incidental hoy para los candidatos supremos es que sean juez federal o falso académico, mujer o representante federal, lo central es su alineamiento en el ecosistema judicial.

La hegemonía de la supremacía judicial impide que se nombre un Juez que no represente el carácter bifronte del actual Poder Judicial. El dualismo del bloque de poder judicial está entre la Corte y Comodoro Py, con los apoyos del poder económico, burocrático, político y mediático que tienen atrás, rizomáticos y superpuestos, de forma transversal. Si se nombran actores de cualquier índole o género deberán sintonizar con las dos grandes tribus judiciales.

El gran error para una república federal es tener una Corte de escasos cinco miembros. En 2006 se sancionó su reducción progresiva. En el lapso de casi veinte años tuvo más tiempo como Corte de tres o cuatro que como Corte de cinco miembros estables y consolidados. Una de las posibilidades es incluir la modificación de esa Ley en la próxima ronda de negociaciones secretas. Es mejor ni imaginar la posibilidad de modificar la cantidad de miembros de la Corte por decreto.

2. Los ingredientes políticos del menú judicial. Es la primera vez que la Corte Suprema recibe un límite del Congreso -el Senado en este caso- después del fallo Muiña, el caso del 2×1. Ocho años después la Corte se oculta detrás de un Milei sacudido, como Macri se ocultó -a pesar de pedir el fallo- detrás de la Corte jaqueada por la movilización ciudadana en 2017.

    Milei sirve para exculpar responsabilidades transversales tanto de un sistema judicial en guerra interna como de un sistema político sin proyecto alternativo. Su plan de destrucción no ha tenido frenos sustanciales a nivel nacional en un contexto internacional de crisis también autoinfligidas como las de Trump.

    Las conjeturas e interpretaciones creativas sobre la Corte en estos meses han sido abundantes. Para un ejemplo cabe repasar las intervenciones del Dr. Maqueda en las que repitió que “los jueces se debían quedar hasta Noviembre” para después, cuando cambió el viento político, pedir la renuncia del comisionado. Todo muy equidistante y mesurado. Otro juez supremo que habla de institucionalidad mucho más en sus entrevistas -parciales a una facción de la Corte a la que pertenecía- que a través de sus sentencias.

    El menú es judicial, los ingredientes son siempre políticos. La habilidad de Marshall fue ser el mejor Juez Supremo siendo el mejor estratega político. A algunos la endogamia judicial les hace creer que son los mejores juristas siendo desastrosos operadores.


    Presidente de la Corte John Marshall (1808) - Retrato hecho por Saint Memin.

    “Marbury vs. Madison”, el nacimiento judicial de un actor político.

    1. Una radiografía sobre el secreto supremo. El secreto es parte de la política pero es un elemento central de la política judicial, de cómo se construye y cómo se confirma un juez supremo. Una caja negra es “un sistema complejo cuyos mecanismos están ocultos o no se entienden” según el diccionario de Oxford. Con el tiempo, lo oculto se revela.

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