La PIAP y el temor de convertirse en un cementerio de chatarra

Neuquén tiene linaje en abandonar proyectos que tienen inversión estatal.

Las decisiones oficiales tienen la tendencia de convertirse en cortoplacistas y tiene cierta lógica porque quienes las toman deben rendir examen en las urnas. Las vanguardistas se resuelven en función del futuro pero son las que no rinden frutos dentro de un par de meses.

La PIAP se desprendió de un bien ultravalioso para este tipo de industrias: el personal técnico y de dirección. Formarlo de nuevo llevará un par de años. Se creó con una millonaria inversión pública para satisfacer la demanda de las centrales que la utilizaban como insumo pero que hoy existe una nueva tecnología que no lo requiere.

Entonces parece ser que la respuesta oficial es generar mecanismos de atención desde los Estados nacional y provincial. En el Estado todo trámite tiene su estorbo a vencer y se alarga su resolución.

“Se requiere una decisión política”, dijo un funcionario que es escuchado por los que tienen que poner las cosas donde hay que ponerlas. Eso implica definiciones en cuanto a qué quiere hacer el país con la energía atómica, si va a utilizar la que utiliza uranio enriquecido y que requiere agua normal para su refrigeración o la de uranio natural que sí utiliza agua pesada.

En función de esa decisión, se da un gran paso hacia la reconversión de la PIAP en una fábrica de fertilizantes, hidrógeno u otro producto.

Neuquén tiene linaje en abandonar proyectos que tienen inversión estatal. Se está frente al desafío de no ser un cementerio de chatarra.


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