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Llega el shock

Por Dario Tropeano

El país se desliza peligrosamente a escenarios complejos y de alta tensión social. Estas tensiones las venimos experimentando desde hace varios años, en que -nuevamente- fuimos víctimas de un endeudamiento externo provocado sólo por intereses particulares… Tengamos cuidado entonces con los charlatanes y los actores histriónicos de la política que dicen barbaridades ante la incertidumbre e indignación que nos invade. Desde estas páginas opinamos hace más de 20 meses sobre un probable escenario político, económico y social que se avecinaba; llegó.

Existe una delicada situación macroeconómica apoyada en dos cuestiones que pueden solucionarse: la renegociación de un acuerdo impagable con el FMI para postergar pagos en dólares y evitar así ajustar ferozmente para disponer de superávit fiscal para comprar dólares enfriando el consumo y la economía; la deuda en pesos (leliqs y pases) reestructurando con un bono emitido por el tesoro con algunos beneficios para el sector financiero. Un ingreso de dólares en el año 2024 por un notable aumento de exportaciones fruto del sector agropecuario y la energía nos permitirá regularizar los pagos externos de mercedarias. La economía viene creciendo aun con todos los males atravesados, se trata de ordenarla y acordar con firmeza y decisión con todos los sectores sociales. Los ajustes son necesarios pero no para un trabajador de $400.000 o una Pyme matricera de Córdoba o la provincia de Bs As. Eso sería un desquicio económico y social.

El nuevo sujeto social ha sido invadido por la ira y el resentimiento, su solución ya no es colectiva sino individual, se apela a datos inexistentes y diagnósticos alocados que no reflejan la verdad. El individualismo liberal sobre la base de la insatisfacción de un sistema económico que excluye y concentra la renta, arrastra mediante la atomización de las personas a desvincularse de lo colectivo, aislándolos, negando la política y la bronca pide motosierra …¿Para quién? Motosierra para él, para la propia víctima. Las redes sociales y los medios construyen a una persona fragmentada del otro, que puede gobernarse individualmente con su celular, ser su propio “jefe”; los excesos de la globalización neoliberal llevo a la angustia y la precariedad, la desigualdad y la incertidumbre. La ruptura del pacto de ascenso social en nuestra comunidad arrastro también al peronismo que ha visto en la gestión que finaliza a millones de nuevos pobres y más concentración de la riqueza.

La desilusión y el enojo inauguran una era de postverdad donde se pueden inventar datos y relatos para generar confusión y desanimo que se apodera de nosotros y nos indica que “yo” puedo sin los otros, puedo ser mi propio jefe y es el Estado quien me quita la libertad para mi libre desarrollo. No sirve la sociedad, no sirven los acuerdos, no sirve la política: solo yo puedo salvarme con mi propia iniciativa, lo cual nunca en la historia sucedió: sin comunidad política no hay destino individual, no hay cohesión social: hay aislamiento y soledad.

El nuevo presidente aplica claramente la “doctrina del shock” que la socióloga canadiense Naomi Klein desarrollo en el 2016. El shock necesita aterrorizar a los ciudadanos, plantear escenarios apocalípticos (hiperinflación, desocupación, recesión, caída de los salarios) para aplicar políticas que parezcan “inevitables”, en beneficio de una minoría poderos. Lo dijo Milton Friedman, un economista neoliberal del gusto del actual Presidente cuyo ejercicio empírico – entre otros – fue aplicado en Chile, país sin fuentes de celulosa para fabricar papel higiénico. ¿Este es el resultado de 40 años de experimento neoliberal?. La doctrina del shock tomada por este economista fue la consecuencia de experimentos realizados en la década de 1940 donde los psiquiatras realizaban experimentos con enfermos mentales sometiéndoles a choque eléctricos para limpiar la menta humana y dar paso a un nuevo comienzo (he vivido familiarmente esos experimentos horrorosos) .

El resultado fue la de personas con mente infantil y superficial que carecían de conciencia crítica sobre la realidad que vivían. Aterrorizar con “no hay plata”. “Hay que sufrir 20 meses de alta inflación y desocupación” ; “va haber caídos pero hay plata para ellos” ; ”vamos a privatizar todas las empresas públicas que se puedan” o revolear una motosierra para cortar a “la casta política” (hoy parte de ella cogobernando con bastante alegría) es una locura y un disparate técnico y conceptual nada novedoso.

No hay necesidad de someternos a un autoflagelamiento personal y nacional como el que nos proponen, sino organizar a las fuerzas populares para intentar construir un proyecto colectivo – real – soberano, con trabajo y desarrollo; más aún cuando “el viejo mundo” que nos proponen agoniza llevando a la humanidad a guerra y la destrucción, desdibujando nuestra condición humana.

Abogado, docente de la Facultad de Economía de la UNCO.


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Javier Milei
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