Miguel Estanislao Soler, un patriota poco conocido

El titulado nos pone en presencia de un personaje que no goza ni del cabal reconocimiento ni de la real trascendencia por parte de nuestra Historia Patria. Allá vamos.

Miguel Estanislao Soler nació en la ciudad de Buenos Aires el 7 de mayo de 1783, en el seno del matrimonio del teniente coronel Manuel Soler y de Manuela Josefa de Otálora.

Cursó sus estudios iniciales en el Real Colegio de San Carlos, para, a la temprana edad de doce años ingresar como cadete en la carrera militar, teniendo su bautismo de fuego en las invasiones inglesas de 1806-1807, lo que le valió que por su destacada actuación en la defensa de Buenos Aires fuera ascendido al grado de Subteniente en octubre de 1807.

Se encolumnó en el bando criollo que generara los sucesos de mayo de 1810, por lo que, en junio de ese año la Primera Junta de Gobierno Patrio lo ascendió a Sargento Mayor.

Con tal jerarquía actuó en el sitio a Montevideo bajo el mando del General José Rondeau, destacándose en el Combate del Cerrito, por lo que, en abril de 1813 fue ascendido al rango de Coronel, grado con el que formó parte de la toma de Montevideo, tras la victoria naval del Almirante Guillermo Brown en el Combate Naval del Buceo y la capitulación definitiva del 23 de junio de 1814. El 25 de agosto de ese mismo año, reemplazó a Nicolás Rodríguez Peña como gobernador intendente de Montevideo, cargo en el que fuera instituido por el Director Supremo Gervasio de Posadas, destacando su gestión como tal.

De regreso al país en 1815, ascendido a Coronel Mayor, adscribió a los principios que generaron el motín de Fontezuelas y habiendo quedado a cargo de la comandancia de armas de la campaña bonaerense, fue nombrado brigadier graduado de los Ejércitos de la Patria, para ser ungido coronel del Regimiento de Granaderos de Infantería el 25 de mayo de 1815 y presidiendo la comisión militar que juzgó a los procesados seguidores de Alvear.

Fue parte del Ejército de los Andes, con el grado de General dado por José de San Martín, siendo jefe del Primer Regimiento: columna de vanguardia que un día antes cruzara los Andes por el mismo paso que aquél; obteniendo triunfos en los encuentros con los realistas en Las Coimas y en Putaendo, paso previo a su lucimiento en la batalla de Chacabuco.

Sin embargo, sus indisciplinas y actitudes de rebeldía molestaron a O’Higgins y a San Martín, regresándoselo a nuestro país y no participando de la decisiva batalla de Maipú.
José Rondeau, Director Supremo de entonces, lo pone en 1819 al frente del Comando de Armas bonaerense con cabecera en Luján, función que ya había cumplido con anterioridad.

Tras la batalla de Cepeda del 1 de febrero de 1820, determinante del Tratado del Pilar del 20 de febrero, fue el artífice de éste al suscribir el Armisticio de Luján del 17 de febrero con los caudillos federales, lo que hizo posible la firma del primero de los Pactos preexistentes aludidos en el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional.

Fue partícipe de la jornada del 20 de junio de 1820 en que el estado anarquía llevó a Buenos Aires a tener tres gobernadores, siendo Soler el propuesto por el Cabildo de Luján.

En 1823 fue nombrado Inspector General del Ejército, para, luego, ser jefe de Estado Mayor del Ejército en la guerra contra el Brasil, comandando el cuerpo victorioso en Ituzaingó.
Siguió su vida militar, retirándose de ella en 1840, para fallecer en el poblado de San Isidro el 23 de septiembre de 1849.

Así, en prieta síntesis, la vida pública de uno de los hombres poco conocidos de nuestra Historia Patria: que ello enmarque nuestro respetuoso recuerdo.

* Presidente del Centro de Estudios Constitucionales del Comahue. Miembro de número de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén


El titulado nos pone en presencia de un personaje que no goza ni del cabal reconocimiento ni de la real trascendencia por parte de nuestra Historia Patria. Allá vamos.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora