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Planes sociales, macetas y la tolerancia con la corrupción

Para muchos ciudadanos la falta de ética solo es en un problema cuando los afecta personalmente, en particular en lo económico.

La corrupción y la degradación ética es un problema que condiciona el normal funcionamiento del Estado y de la sociedad. Algunos plantean que si se persiguen y condenan a los responsables podremos vivir felices y en armonía. ¿Es así de simple? Para la clase política y empresarial la corrupción muchas veces es un medio sin el cual tienen muchísimos problemas para desarrollar sus actividades y perseguir sus intereses.

Para muchos ciudadanos la corrupción no es el problema sino lo que se hace con ella. Creen que se transforma en un problema en tanto los afecta personalmente, en particular en lo económico. Si lo económico satisface y hay un orden social donde es posible desarrollarse sin amenazas, la corrupción deja de ser un problema real. Por ello, la tolerancia electoral y social que justifica el “roba, pero hace”. Hasta que alguien roba de más (planes o macetas) o se olvida de hacer y pierde las elecciones.

La corrupción se vuelve un problema si genera una crisis antes que por sus devastadoras consecuencias morales y sociales. Pareciera que sin crisis no hay corrupción. No es un secreto que en muchos ámbitos abundan la inmoralidad y la ilegalidad. ¿Somos víctimas-cómplices de la corrupción? Para muestra …la historia argentina.

La política tiene mucha responsabilidad. La corrupción va de la mano del régimen político. No se ordena si no se ordena el modelo de poder. Max Weber distinguió en la política entre una ética de las convicciones y una ética de la responsabilidad, haciendo ver que la política demanda fundamentalmente de esta última. Un político debe tener pasión por una causa, mesura y sentido de la responsabilidad. Ante todo, responsabilidad que lo haga tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción.

Los actos de corrupción son patrimonio de la justicia en cambio los impactos de la corrupción son un problema sistémico que tiene que ser resuelto por la política. Los impactos son más dañinos que los actos, y ocurren sin el reconocimiento de muchos de los partícipes necesarios. “En una avalancha ningún copo se siente responsable”. Así ocurre por ejemplo en la administración pública.

Para evitar los impactos de la corrupción es necesario gestionar la ética. Esta es la innovación a incorporar para proveer sostenibilidad a largo plazo. La democracia necesita ciudadanos que tengan muy en claro los impactos de sus acciones y la amplitud de su responsabilidad social, ambiental y organizacional. Por eso es relativa la importancia de la pureza de las intenciones, de la buena voluntad personal si no se comprometen con evitar los impactos. Los resultados finales de la acción deben ser sostenibles.

En la esclavitud había patrones que trataban muy bien a sus esclavos (“el tío Tom”) pero la esclavitud era insostenible. Lo mismo ocurre con la RSE donde no se debe confundir la libertad de empresa con el libertinaje de la contaminación porque no es sostenible.

El discurso sobre la corrupción es otra cosa. El discurso frecuentemente es manipulado circunstancialmente por presupuestos ideológicos, morales o jurídicos. Con el problema de la corrupción no tenemos que pretender dar clases de moral. Hay que aceptar que hay corrupción y actuar en consecuencia gestionando la ética porque no es tolerable la corrupción institucionalizada y estructural.

La cultura de las organizaciones es fruto de la influencia y del comportamiento de los lideres que desarrollan un estilo de gestión. Debe gestionarse la ética para que solo haya una corrupción tolerable, residual, marginal y no sistémica. Para gestionar la ética hacen falta decisión política, liderazgo y reglas de juego (regulaciones) claras, trazabilidad de las decisiones y rendición de cuentas, publicidad de los actos de gobierno, auditorias y monitoreos periódicos, certificación de normas anticorrupción y cumplimiento del marco legal (ej.: de la ley nacional 27401 sobre responsabilidad penal de las personas jurídicas en las contrataciones con el Estado).

La sociedad debe decidir si está dispuesta construir una comunidad donde se sientan todos incluidos y protegidos en el marco de una política de integridad. O si aceptamos vivir en una sociedad cuyos integrantes toleran la irresponsabilidad, el cinismo y la hipocresía. Para sedimentar una buena democracia es preciso responsabilidad, criterio, virtud, deseo y, voluntad colectiva. Otro motivo más para terminar con la grieta que imposibilita proyectos comunes .


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